Mucho más que religión

Se considera necesario ubicar a cada individuo dentro de una casilla para determinar la validez o no de ese ser dentro del el gran juego de la vida.

Las etiquetas no me van.

No me gusta sentirme limitada, reducida a un espacio en el cual los demás me van a juzgar, sin conocimiento de causa, esparciendo sus comentarios incongruentes ya que en realidad desconocen mi identidad, mi persona.

En el ámbito religioso, somos muy dados a catalogar. O son de los nuestros, pertenecientes a nuestro gremio, o están más perdidos que…

Los que nos declaramos cristianos, debemos considerar que la descripción de la fe que profesamos ha de ser más que una etiqueta. Somos ante todo seguidores de Jesús, y a partir de ahí, pónganle los calificativos que quieran, pero ser imitador de Cristo es el mejor de todos los títulos que uno puede tener.

Cuando se habla de Dios, de su poder, de su misericordia, sobran apelativos, ya que, es imposible delimitar a Dios.

Reducir a Dios y esconderlo bajo un velo de religiosidad es equívoco.

Aparentar vivir bajo unas premisas religiosas y obviar a Dios es algo que carece de toda lógica, pero es una realidad diaria en nuestra sociedad.

Es por ello que cuando me acerco a alguien y tengo la oportunidad de dar a conocer a quien tanto amo, no lo acredito con credenciales religiosas, ni busco términos que prediquen abiertamente de mi fe. Hablo de un Dios cercano, digno de ser reverenciado. Un Dios personal con quien mantengo una relación única, particular y genuina.

Cuando pasado el tiempo llega el momento de revelar mi identidad como creyente, es entonces cuando menciono la palabra protestante, o evangélico.

Primeramente, a mi parecer, está de más decir cuál es mi credo, pues quiero ante todo predicar el evangelio del testimonio personal, de la diferencia en la forma de vida, en el amor al prójimo, en la mano extendida, en el abrazo solidario… posteriormente ya habrá tiempo de hablar de religión, para mí, es más importante testimoniar a Dios en el ámbito de la sencillez y la cercanía, sin presuponer que mi fe es mejor que la de cualquier otro.