El hogar de nuestra infancia

Cada vez que visito la casa de mis padres, encuentro en ella el calor de un hogar que nunca ha dejado de ser mío.

Aunque la estructura física haya sido remodelada, y sus enseres cambiado en diferentes ocasiones, ese lugar resulta siempre entrañable y acogedor. Me siento abrazada por los olores de mi infancia, ese aroma que otorga un pasaje de vuelta atrás.

Tomar un café en casa de mis padres es abandonarme a una retahíla de recuerdos, es dejarme enredar por charlas pisadas que mi madre realiza entremezclando el ayer con el hoy de una forma que sólo ella sabe hacer, trayendo al presente a la niña traviesa que fui, a la silenciosa adolescente y a la joven que acariciaba sueños de mujer madura.

Llevo tiempo sin vivir con mis padres, pero suelo ; no tan a menudo como quisiera, recurrir al hogar que me dio cobijo durante tantos años, y que lo sigue haciendo sin dobleces, con las puertas abiertas de par en par, dándome perpetuamente una cordial bienvenida a quien sin duda siempre se ha sentido bien hallada.

Me gusta sentir el calor que desprende una casa con historia, la particular historia de quienes hemos sido inquilinos en ella.

Alrededor de una mesa camilla, símbolo inequívoco de charlas y risas, reafirmo el valor de lo sencillo, de todo aquello que poseyendo gran transcendencia pasa desapercibido ante quienes siguen viendo simpleza en algo plagado de valía..

Recurrir al pasado para aderezarlo con impresiones del presente es una acción que me agrada y enriquece. Potencia, aún más si cabe, el sentimiento de profundo cariño hacia quienes rodean mi vida haciendo de ella un relato más liviano, menos austero, mucho más feliz.

Puedo degustar una taza de café en cualquier lugar, acompañada o sola, pero el café que más gustosamente tomo es aquel que cariñosamente hace mi madre. No tiene nada de especial y sin embargo lo es, su valor no radica en los ingredientes en sí, si no en todo su contexto. Tomarlo es saber que aún puedo contar con ellos, esos dos seres que sin saberlo han hecho de mí una mujer soñadora que cree en el valor de lo sencillo.