Ofrenda

Porto este símbolo a modo de regalo.

Debí cuidarla antes de ofrendártela como muestra de amor, pero fugaz ha sido esta primavera y sólo ha dejado una efímera cosecha y muchas ganas por prolongar su estación.

Aquí te traigo esta flor, ajada se presenta promulgando su esencia marchita. Su deterioro es la muestra de mi derrotada alma, imagen de quién soy y de ningún modo quise ser.

No me escondo, ni siquiera me camuflo, pues me es bien sabido tu capacidad para ver lo oculto, así que no intentaré emular frescor, cometería el error de sentirme grande siendo un pobre terreno de estériles frutos.

Aún así, aquí te traigo esta flor, con el deseo de que al mirarla puedas ver como me encuentro, cual mi estado.

La llevo entre las manos pues no he logrado hallar un utensilio humilde donde depositarla para ponerla a tus pies en forma de ofrenda.

La próxima primavera me darás otra oportunidad, y prometo no desaprovecharla, pondré todo mi empeño en cultivar una nueva flor de hermosa tersura, de fresco aroma, coloreada de matices imposibles, una flor natural y a la vez insólita.

La pondré en el jarrón más sencillo, mi corazón, y al llevarla hasta ti, iré portándola con orgullo sabiendo que fuiste tú quien me la regaló y que después de pasar por mis cuidados vuelve a ti, merecedor de todos mis frutos, de todas mis flores.