Tradiciones

Me pareció interesante y por ello lo escribo tal cual lo recuerdo, decía así:

Una pareja de recién casados regresan de su luna de miel y ella desea sorprender a su incipiente marido con una comida que sabe a él le encanta.

Prepara jamón al horno de la forma que su madre le enseñó. Después de cocinado lo presenta ante su marido que lo come gustosamente. Tras elogiarla por su bien hacer en la cocina, le pregunta por qué cortó el extremo de la pata del jamón, cuando a su parecer, ese es un hueso muy jugoso y es una pena perderlo al cocinar la pata.

Ella sorprendida por la insignificancia le responde que siempre lo vio cocinar así, y que por lo tanto tendrá su lógica.

Él le explica que contrariamente su madre lo horneaba entero y era aún más rico.

En esa disyuntiva estaban cuando ella decide preguntar a su madre la razón de aquella forma de cocinarlo. Ésta le responde que ella había aprendido a hacerlo de la forma que lo hacía su madre, pues ésta lo preparaba siempre de aquel modo.

Para aclarar las dudas y quedarse tranquilos fueron a visitar a la abuela y le preguntaron cómo cocinaba el jamón. La abuela comenzó diciendo que primero precalentaba el horno a 250 grados, después salpimentaba la pieza, aderezándola con eneldo, tomillo y otras hierbas provenzales y antes de introducirlo en el horno cortaba el extremo de la pata.

Fue en ese momento cuando ambos con desmedida curiosidad preguntaron:
- ¿Por qué, por qué cortas la pata?

La abuela muy calmosa contestó.
- Mi horno es muy pequeño y si no la corto no cabe.

Sirva esta anécdota para ilustrar el carácter superfluo de ciertas tradiciones de las cuales se desconocen sus orígenes, pero que son seguidas con querencia pasando así de generación en generación.

Al franquear diferentes épocas, hay prácticas que van siendo modificadas para estar un poco acorde con los tiempos.

Ahora que pasamos por esta Semana Santa tan unida al ritual, sería bueno retraerse y pensar en el origen de todas estas manifestaciones que toman una vez más un imperante protagonismo en nuestra sociedad.

El efecto mediático que tienen las procesiones, nos hacen comprobar que nuestro país sigue anclado en ritos de antaño de los cuales aparentemente no conviene deshacerse. Quizá si indagamos en el por qué de esta antigua usanza encontraremos bases poco sólidas para que sigan permaneciendo con la relevancia que lo hacen y así, hacer que muchos puedan conocer la verdadera pasión de Cristo, el verdadero sentido de conmemorar una angustiosa y gloriosa semana.

Hacer ver a quienes lo desconocen, que Jesús no quedó clavado en un madero, que no necesita simbolismos y paseo en hombros, él es Cristo muerto y resucitado que abandonando la tumba nos dio vida, Vida Eterna.