Sonrisas perfectas

Aquella muela, llamada del juicio, parecía querer a la fuerza hacerse un hueco entre los molares, premolares, incisivos y caninos, piezas de una dentadura que no precisaba a aquella intrusa.

Tras una ingesta desmedida de analgésicos toma la determinación de visitar a un dentista para que solucione su doloroso problema. Es así, como de buenas a primeras se ve sentada en un comodísimo trono que nada tiene que ver con aquel sillón de temeroso aspecto que recordaba de su infancia.

Un agradable doctor entra en la consulta y con una actitud desenfadada comienza a explorar su boca, mientras dicta a la enfermera, de impecable aspecto, una retahíla de palabrejas que parecen no tener significado.

Tras la exploración, el joven médico extiende su mano dando un fuerte apretón dice.
- La enfermera le dará una nueva cita. Ya nos veremos.

Abandonando aquel precioso trono sigue a la chica de aspecto impecable, que tras breves instantes, vuelve con un sobre. Tras mostrarle una preciosa y perfecta sonrisa abre la puerta y despidiéndola exclama:
- Su próxima cita es dentro de una semana. Gracias por su visita.

Confundida y mientras espera el ascensor, ojea el informe que doblado reposa en el sobre. Tras esforzarse por descifrar las palabras escritas en el papel llega a la conclusión de que su dentadura, aparentemente en buen estado, ahora necesita decenas de correcciones.

Camina deprisa en busca de una farmacia y con el zumbido inquietante del dolor en su boca, esboza una irónica sonrisa, una mueca entre dolorida y mordaz, mientras piensa para sí:
“Que torpeza la mía, desear omitir este dolor y no prestar atención a las muchas composturas que necesitan mis dientes. Tengo que ser fuerte, aguantar este tramo doloroso y hacer exactamente todo lo que este atento joven tan complacientemente me ha aconsejado. Cómo he podido ser tan insensata cuando lo más importante ahora mismo es ponerse en manos de profesionales y sin importar el coste que ello conlleve comenzar a remodelar mi boca. Sólo así podré lucir una sonrisa impecable”

Y en tanto su cabeza ironiza en este pensamiento, deja escapar al aire una musiquilla carente de falsedad, una carcajada clara, sincera. Una risotada melódica que envuelve en una nube de efímera consistencia el constante afán por lucir una espléndida y perfecta dentadura, cuando lo realmente importante es tener razones por las que sonreír.