Mis alergias

Los alérgicos temen la llegada de esta preciosa estación aguardándola con prevención, la esperan con un arsenal de antihistamínicos y pañuelos.

Para quienes sufren esta desmesurada respuesta del sistema inmunológico hacia los agentes alérgenos, la venida de la primavera constituye una constante tortura, un lagrimeo incesante, toses compulsivas y enrojecimiento en las mocosas narices.

Cada vez son más las personas afectadas por algún tipo de alergia, amenazadas por sustancias que para otros resultan totalmente inofensivas. Compadezco a quienes sufren este mal menor, que puede resultar un completo tormento si no se tienen las suficientes armas para paliarlo.

Mis alergias son de otro tipo, y no por ello menos molestas, y aunque físicamente no me son del todo gravosas, sí influyen de forma muy negativa en mi estado anímico.

Actualmente, a cada paso que doy me formulo preguntas, algunas poseen una pronta respuesta, otras en cambio las dejo macerar en el regazo de Dios, él sabe cuando y de que manera responderlas.

Me resulta incomprensible cómo esta sociedad desea volvernos inmunes a ciertas acciones carentes de sentido, quiere que veamos los giros y piruetas que da éste mundo sin que nos rebelemos contra todo aquello que nos provoca desazón y ante lo cual nos sentimos indignados.

No podemos caer en el error de ser zarandeados por la tiranía, ver la vida con sus injusticias y permanecer ajenos.

La sinrazón me produce alergia. Ese gran filtro por el que intentan que lo canalicemos todo sin tomarnos la molestia de pensar, de sorprendernos o mostrar nuestra repulsa, tan sólo pretenden que pasemos por ese enorme embudo para formar parte de una muchedumbre insensibilizada.

Me produce alergia todo ese montaje de tolerancia desmedida que nos vuelve intolerantes, prejuicioso y carentes de moralidad.

Me produce alergia la maldad, la prepotencia, la hipocresía, el abuso…

Dios me hace mirar estos agentes alérgenos para contrarrestarlos con su amor; el único antihistamínico capaz de paliar este tipo de padecimiento. Cuando me dejo envolver por ese amor y confío en él, siento un gran alivio, las alergias siguen ahí y es importante que sigan estándolo, el hecho de sentir ese escozor en el alma hace que esté más dispuesta a abordar el dolor ajeno mostrando la panacea divina, expresándole claramente quien es al agente maligno que tanto dolor provoca.