Dejemos solos a los fanáticos

Algunos se preguntarán ¿Para qué sirve manifestarse? ¿Qué se puede mejorar con ello?

La mejoría o el cambio no es perceptible, podemos creer que los intransigentes, los asesinos, contemplan este tipo de manifestaciones con sarcasmo, riéndose de quienes pensamos que todo esto en realidad sirve.

Tenemos el deber de mostrar a los entusiastas de la sinrazón que contra el terrorismo somos uno y contraatacarlo mostrando nuestra más enérgica repulsa. No nos han de importar las diferencias políticas, las diferencias religiosas o étnicas, ante la maldad hemos de responder de una misma forma.

La unidad nos hace fuertes frente al enemigo, permite que nos cubramos unos a otros y así sentirnos respaldados. Cuando no existe esa unión, la maldad se jacta al observar como perdemos el tiempo en absurdas diferencias.

Este país, al igual que muchos otros que están siendo azotados por la crueldad del hombre, está cansado de palabras, de que los políticos intenten buscarse los fallos entre ellos, ese ver la paja en el ojo ajeno.

Yo, me siento impotente ante acciones que no tienen lógica y frente a las cuales sólo concibo desconcierto. Deseo que esta locura finalice cuanto antes, que los asesinos abandones las armas y podamos contemplar con regocijo el fin de más de 40 años de actos violentos.

Vencido mi optimismo por un brutal cambio, trucado en esa mañana del 30 de diciembre, momento en el que las esperanzas de transformación se hicieron trizas para todos quienes amamos la paz, aún conservo la esperanza, la quimérica idea de que todo esto concluya, de que por fin podamos dar carpetazo a esta locura y que unidos como un gran pueblo podamos gozar de la libertad que ahora nos es coartada por un minoritario grupo de ejecutores del terror.

Para ello, hemos de unificar fuerzas y vencer con el bien el mal.

Déjense los políticos de tanta política y súmense a la voz del pueblo, seguro que con la sencillez e izando la justicia logramos que con nuestras armas de paz los fanáticos se sientan realmente solos.