El retorno

“Por ventura”, también han concluido las interminables caravanas de coches que logran desesperar al más paciente, las terrazas repletas de veraneantes que no dejan un escueto hueco para sentarte a tomar un refrigerio, las agobiantes noches de calor donde la conciliación del sueño es prácticamente una utopía.

Aún nos aguardan días de sol, pero ciertamente, arremeteremos contra él con las fuerzas obtenidas en este tiempo de recreo, logrando que sus punzantes rayos no ocasionen tanto desgaste en nosotros.

Gracias a Dios con este final de Agosto acaba también un trágico verano que deseo no se vuelva a repetir. Durante este tiempo en el que una gran mayoría disfrutaba del merecido descanso, se oía de lejos un rumor que relataba como en otras partes del mundo la sinrazón invadía las calles. Bombas caían sobre el Líbano, atentados terroristas ceñían de sufrimiento la trillada tierra de Irak.

Más cerca de nosotros, hemos sentido con profundo pesar como han ardido los bosques de Galicia bajo la implacable y cruel mano humana, una mano desagradecida que se vuelve contra aquello que le aporta vida, arremetiendo sin piedad ni escrúpulos.

Quiero despedir un verano que nos ha vuelto a teñir las retinas con imágenes desgarradoras de inmigrantes desesperados por llegar a nuestras costas, rostros abatidos, desconcertados y sedientos que afloran una vez más para hacernos comprender que no todos los seres humanos gozan de las mismas ventajas.

Aunque la llegada del mes de septiembre no abolirá ninguno de estos males, acaricio el deseo de que amainen y que poco a poco se solucionen ya que sin darnos cuenta nos estamos acostumbrando a ellos, dejando que se infiltren en nuestras vidas cual cosa habitual.

Septiembre nos visita como cada año con su renovada agenda y sin darnos una tregua se vuelve cortésmente ofreciéndonos pinceladas de una actividad ruda a la que tras el descanso cuesta acostumbrarse.

Concluye el tiempo de relax para pasar velozmente a plantearnos cada día con un desenfrenado ritmo. Un cambio radical que proporciona briznas de vértigo y agobio.

En breve volverán a pasearse las carteras escolares cargadas con un peso fatigoso, una mezcla de inusitado nerviosismo hacia lo desconocido, contrastado con la desgana que provoca el enfrentarse a un nuevo curso tras tres meses de ocio.

Pero, dejando a un lado lo arduo que resulta el retorno, debemos enarbolar ilusiones con las cuales plantearnos los proyectos futuros; esos nuevos o antiguos sueños que por fin vamos a llevar a cabo, o al menos, vamos a intentar ponerlos en marcha.

Desempolvemos las ganas por realizar algo nuevo, visitemos alegremente los rincones de nuestro corazón que necesitan ser puestos en funcionamiento, sacudamos la morriña que nos ha dejado el tiempo de recreo y aprendamos a sacarle brillo a la rutina.

Bienvenidos al lo real, al día a día, a todo lo que nos espera y ansía ser descubierto.