Cuando Dios calla

Después de oída, quedó esta frase resonando en mi interior. Una vez a solas retornó a mis oídos e hicieron que brotaran de mis labios una oración en la que pedí al Dios de lo imposible que vivificara la vida del emisor de aquella frase, un hombre al que la enfermedad le ha arrebatado a su joven esposa.

Durante años ella ha sido una luchadora incansable. Ha demostrado que se puede ser fuerte cuando depositas tu confianza en Dios; aunque desde fuera algunos pienses que ese Dios al que tanto aludes te ha abandonado.

Cuando el pasado viernes su agotado corazón dejó de latir, quienes amábamos a esa hermana y amiga sentimos como parte de nosotros se apagaba.

En este día se tiñen mis palabras de cilicio, se transforman en salados vocablos en memoria de una mujer que ungida de constancia manifestó durante estos últimos años que su fe era una fe genuina, que no se dejaba tambalear por la tempestad que tanto la azotaba.

Surgen preguntas, la mayoría de ellas carecen de respuestas. Una continua retahíla de ¿por qué?, ¿por qué? , ¿por qué?...

Lo cierto es que hay cuestiones que no podemos responder, pues ellas pertenecen al ámbito divino.

Puede parecer que el no recibir respuesta sea una manifestación clara de la lejanía de Dios, sin embargo, Él a veces calla porque ha de enseñarnos lecciones que sólo se escuchan cuando el corazón aprende a oír el silencio.

La tristeza es inevitable, llorar por la ausencia de un ser querido es totalmente lógico, no somos superhombres, supermujeres, tan sólo seres sensibles que nos conmovemos frente al dolor ajeno.

Espero, deseo, que el pasar de los días vaya vertiendo una capa de consuelo sobre los corazones más afectados por esta temprana pérdida, en especial, sobre el corazón de Juan Manuel.

Que Dios cubra con amor la ausencia de esta gran mujer a la que quienes tuvimos el privilegio de conocer recordaremos con mucho cariño, como en definitiva a Mª José le hubiese gustado ser recordada.