Cuestión de lugar

Para cada persona el orden de prioridades es diferente. Cada cual posee su propio baremo para tasar y considerar el grado de importancia de todo cuanto le acontece o posee.

En una sociedad como la nuestra, tan predispuesta a desdeñar todo aquello que parece “no tener validez”, hay factores esenciales que se extinguen por falta de interés. Virtudes dignas de elogiar que carentes de seres íntegros que las potencien quedan excluida , obsoletas.

Para los cristianos, Dios es el fundamento esencial de nuestras vidas. Cuando decidimos seguirle, directamente él pasa a formar parte primordial e insustituible de nuestra existencia, por lo tanto, ha de estar posicionado en ese lugar distinguido , único y sólo destinado a él

Él es quien dirige nuestros pasos , quien nos ayuda y motiva.

Él es quien nos enseña el verdadero significado de la palabra confianza .

Él, sólo él, desde ese preciso lugar donde de forma soberana gobierna nuestras vidas, y nos hace sentir privilegiados por dejar nuestra existencia en sus manos.

La verdad, no es fácil abandonarse y permitir que Dios domine todas las áreas de nuestras vidas . En determinados momentos desearíamos hacer cambios, convertir en prioritarios algunos proyectos, asuntos, propósitos y metas personales.

Si él sigue ocupando el lugar correcto, nos hará entender que sin su aprobación tales ambiciones no merecen la pena. Pero si por necedad, lo hacemos ocupar un lugar que no le corresponde, descubriremos con tristeza que si él no los dirige, los proyectos a realizar no son tan especiales.

Cuando los problemas empequeñecen nuestra confianza, Dios no está ocupando su lugar. Cuando miramos de soslayo su gracia y nos creemos merecedores de ella, Dios no está en el lugar adecuado. Cuando el prójimo con sus problemas nos resulta gravoso. Dios está demasiado lejos del lugar que debe ocupar.