Cuando los niños regresan a Narnia en esta historia, todo parece haber cambiado, empezando por el tiempo que cuenta allí de otra manera. Un año aquí es como mil años allí. Han pasado mil trescientos años desde la visita anterior de los niños. De su castillo no quedan ya más que ruinas. Todo resulta triste y desolador. La raza humana domina Narnia, pero ha llenado esta tierra de terror...
En este tiempo ya nadie cree que Aslan exista. Sus historias no se consideran más que como “cuentos de hadas”. Así lo enseñan las escuelas que aparecen en el libro. El mundo de Caspian es en ese sentido más parecido al mundo moderno, que a la antigua Narnia, que rechazan por sus mitos y creencia en la magia. Aslan es algo tan lejano para los telmarinos, como Dios para la sociedad moderna. Lo interesante es que esa incredulidad afecta a los niños mismos, que se sienten ahora tentados a enfrentarse a sus problemas, como si Aslan no existiera.
UN MUNDO OSCURO
El principe Caspian es una película familiar, pero que parece a veces demasiado oscura y violenta, para estar dirigida a niños. La razón no es tanto que apele a una audiencia más amplía, si no que no está pensada para niños pequeños. Está hecha también la idea de Lewis de que un buen cuento infantil, tiene también que poder ser apreciados por los adultos.
Se nota una atmósfera más oscura que la primera película, aunque ésta quiere recuperar algo del sentido del humor que tiene el libro. Todos los temas y elementos clave de la historia están aquí, sólo que no de la misma forma que en el libro. Para muchos, de hecho ése es el acierto de la película, que a pesar de un comienzo algo dubitativo, va construyendo una historia con un ritmo aún mejor que la anterior.
Tal vez la mayor debilidad de
El príncipe Caspian es la cantidad de material que ha dejado fuera, para dar espacio a la última batalla.
En el libro es la culminación de una serie de combates anteriores, que Aslan lleva a la victoria final, mostrándoles que ha estado con ellos todo el tiempo. En la película, su irrupción es algo forzada. Al aparecer después de un fracaso, tras una lucha sin él, su intervención se ve como una lección espiritual de la necesidad de depender de Dios.
¿UNA PELÍCULA CRISTIANA?
Este es un buen ejemplo de cómo no es cierto lo que algunos dicen de la película, cuando sugieren que hecho desparecer los elementos cristianos de la historia. En algunos casos se han añadido, o incluso corregido, como es la eliminación de figuras mitológicas como Baco, Silenus y las ménades. Lo que hace incomprensible la escena final con los espíritus de los árboles y el dios del río.
A pesar de esta influencia evangélica en la historia -que no puede imaginar a Aslan bailando con Baco, o el festival final que celebra la victoria con todo tipo de vinos en abundancia-,
hay elementos de fe muy importantes en el libro, que se han desplazado al fondo de la historia, para que la película fluya más rápidamente. Aunque sea a costa de la profundidad y la calma de esos momentos de paz en que los personajes hablan y comen sin cesar...
El hijastro de Lewis, Douglas Gresham es co-productor de la película, que distribuye Disney. El cree que el
film refleja con más fuerza que el libro, el mensaje esencial de
Caspian. Está dirigida, como
El león, la bruja y el armario, por el neozelandés Andrew Adamson, que aunque apenas tiene cuarenta años, se ha hecho ya un nombre en Hollywood por las dos entregas de la serie
Shrek. Hijo de misioneros en Nueva Guinea Papúa, vivió allí desde los once a los dieciocho años.
Cuando le preguntan por su fe, Adamson es muy reticente a hablar del tema. Dice que “ha decidido no utilizar estas películas como plataforma para hablar de sus creencias”. Incluso se resiste a dar ningún detalle sobre sus padres. Ya que no quiere relacionar a su familia con su posición pública. Sólo ha dicho que “fueron enviados a Nueva Guinea Papúa por una iglesia, como típicos misioneros”. Parece que su padre trabajó en una universidad, a la vez que estaba relacionado con la obra de una iglesia.
¿UNA OBRA DE FE?
El actor británico Ben Barnes, que protagoniza la película en el papel del príncipe
Caspian, se siente igualmente incómodo cuando le preguntan por su fe. Aunque reconoce que “obviamente, estas historias tienen mucho material sobre tener fe en alguien mayor que tú mismo”. Algo que ve también Will Moseley, al interpretar a Peter, que dice que aquí “está esa cosa de la fe”. Aunque afirma “no usar la alegoría cristiana”, pero “es realmente una gran parte de la historia”.
Algo más abierto se muestra Peter Dinklage, que interpreta al escéptico Trumpkin, y se describe como alguien que ha abandonado el catolicismo. “Yo pienso que es sano ser escéptico”, dice: “A veces la gente cae en una especie de fe ciega”. Cuenta que se crió yendo a misa cada domingo, pero hace ya mucho que no va. Cree que la iglesia católica “ha estrechado sus limites a un punto en el que no estoy de acuerdo”. Él piensa que “hasta los ateos tienen un cierto lado espiritual”.
A quien menos le molesta que le pregunten sobre su fe, es desde luego al co-productor de la película, aunque dice que “el problema es muchas veces definir que se entiende por fe”. Gresham es autor de un conocido libro sobre su padrastro, pero cree que “rindió completamente” su vida a Cristo en 1990. Su “problema era que durante muchos años creía en Dios y Jesús, pero no quería someter su vida a la autoridad de nadie, más que a sí mismo”. En ese sentido piensa que se “adoraba a si mismo”. Decidió entonces “poner su vida en las manos de Aquel que puede hacerlo, porque es quien la ha diseñado en primer lugar”.
LA SIGUIENTE CRÓNICA
El actor Ben Barnes tiene ya veintisiete años, aunque se supone que en la película representa tener unos diecisiete. ¡Todavía demasiados, para los trece que podría tener en el libro! Muchos han criticado además su aspecto confiado y atractivo, cuando en la novela se trata de un chico inseguro y aterrorizado. La razón de su edad tiene que ver con el papel que desempeña en la próxima película de la serie,
La travesía del Viajero del Alba, que está prevista para el 2010
.
La próxima entrega ya no está dirigida por Adamson, si no por un veterano director británico llamado Michael Apted. Conocido por películas de James Bond, como
El mundo nunca es suficiente (1999)
, ha hecho también un
film todavía inédito en España que lleva el titulo del conocido himno,
Sublime gracia (
Amazing Grace, 2007)
. Es la historia del político evangélico William Wilberforce, que logró la abolición de la esclavitud en Inglaterra el siglo XVIII. El titulo viene de la influencia que tuvo en él un predicador llamado John Newton, que escribió ese himno, tras haber sido traficante de esclavos. Pero ¿cómo se refleja la fe de estos hombres en el celuloide?
¿REFLEJO O ALEGORIA?
En una carta a una niña, el escritor C. S. Lewis dice en 1961 que El Príncipe Caspian trata sobre la necesidad de “restauración de la religión verdadera, tras su corrupción”. La pregunta que nos hacemos todos es: ¿Cuántos de los espectadores de la película, que han visto la película, pueden llegar a esta conclusión?
Cuando uno lee frases como ésta de Lewis, uno tiene la tentación de hacer una lectura alegórica de su obra. El problema es que aunque hay elementos cristianos en el mundo de Narnia, no fue esa su intención al principio, ni siquiera al escribir
El león, la bruja y el armario (1950)
, con la historia de Aslan, su muerte sacrificial y posterior resurrección.
Aunque como escribe a una niña llamada Anne Walker Jenkins, “toda la historia de Narnia es sobre Cristo”, sus relatos no pretenden responder más que a una cuestión hipotética: Supongamos que hubiera un mundo como Narnia, que hubiera ido mal y necesitara redención, ¿cómo entraría Cristo en la historia para salvarlo?
“Una estricta alegoría es como un puzzle, que tiene una solución; un gran romance (una fantasía o un mito) es como una flor, cuyo olor nos recuerda algo que no podemos fácilmente situar”, dice Lewis en una de esas
Cartas a los lectores de Narnia (publicadas en Madrid por
Ediciones Encuentro en 1996).
Es con ese sentido de evocación que tenemos que ver la lucha entre las fuerzas del bien (que en esta historia llama la
Antigua Narnia) contra el poder del mal que domina esta tierra, intentando borrar toda memoria de la presencia de Aslan. Este es el tema general de las
Crónicas de Narnia, que en el caso de
El Príncipe Caspian, gira particularmente en torno al problema mismo de la fe: La capacidad de ver, o no, a Aslan, como observa Peter Schakel.
¿VER PARA CREER?
Los personajes de esta historia muestran diferentes actitudes respecto a la fe. Poco
después de ser salvado de ser ahogado, el enano Trumpkin se sorprende de ver a los antiguos reyes y reinas de Narnia, de píe delante suyo. Para él, pertenecen al mundo de la imaginación. Incluso tras haber desafiado sus ideas preconcebidas, cuando Lucy le menciona el nombre de Aslan, dice: “Yo pensé que nos había abandonado, cuando vosotros lo hicisteis”. Trumpkin permanece por lo menos agnóstico, si no a veces claramente escéptico.
Hay diferencias incluso entre los mismos niños. Lucy cree ver a Aslan, pero Peter y Susan son bastante escépticos. Edmund tiene dudas, pero está dispuesto a creer lo que dice Lucy, aunque los demás no le hagan caso. Y es importante que cuando votan tomar otra dirección, ella les sigue. No sigue las indicaciones de Aslan, aunque se vean en un camino sin salida.
Mientras duermen esa noche, Lucy se despierta y adentra en el bosque, donde ve a Aslan de nuevo. Despierta a los otros, para decirles que la sigan, pero no están dispuestos a creerla, aunque de momento la sigan. Uno por uno tiene que verle, para creer a Lucy. El último que lo ve es el enano Trumpkin, como un nuevo Tomás lleno de dudas…
CREER PARA VER
Debido a su confianza en Aslan, Lucy parece tener un sueño en que le encuentra personalmente. Ella se sorprende al ver que es mayor de lo que le recordaba. “Cada año que crezcas”, le explica, “yo lo haré también”. Lo que está mejor expresado en el libro, donde dice: “Cada año que crezcas, me encontrarás más grande”. ¡Una sutil, pero importante diferencia!
Los problemas que los personajes tienen para confiar en Aslan, son claramente comprensibles. Narnia está ahora ocupado por los telmarinos, que han perseguido a los verdaderos narnianos. Los que han quedado vivos, se esconden en los bosques, donde desesperan que Narnia pueda ser libre de su opresión y tiranía.
Los telmarinos como el racionalismo ilustrado que ha dominado la sociedad occidental, no tienen fe en Dios, ni ven el mundo como un lugar mágico. Hay pocos animales que hablan. “Si te tratan como un animal mudo durante mucho tiempo”, dice Trumpkin, “en eso te conviertes”. No es extraño que haya enanos como Nikabrik, que ya no crean siquiera en la existencia de Aslan.
Aslan no se ve mucho en El príncipe Caspian, pero está ahí, aunque no le veamos. Invisible, pero actuando de maneras que no siempre percibimos. Se nos muestra como Aquel en quien podemos confiar, aunque las cosas nos sean difíciles. La propia Lucy admite la dificultad de ver que él está actuando, aunque permanece confiada que “él sabe lo que hace”.
Esta perspectiva es fundamental para entender la fe de Lewis. Dios puede parecer ausente del mundo, pero no lo está: ¡Sabe lo que está haciendo! Como muestra en
El problema del dolor (1940), el sufrimiento nos recuerda nuestra mortalidad y necesidad de Dios. Sea cual sea la razón, podemos seguir confiando en Dios.
¿DÓNDE ESTÁ DIOS AHORA?
El principe Caspian fue escrito en 1951, cinco años antes de que Lewis sufriera el duro golpe del dolor de sufrir que un buen amigo, y luego su esposa, Joy Gresham, fueran diagnosticados enfermos de cáncer. Ella murió en 1960, y Lewis se vio sumido en una profunda crisis, que podemos leer en
Una pena observada (1961). Sin embargo siguió confiando en Dios.
Para él, lo importante de la fe es el objeto en quién tenemos depositado nuestra confianza. No podemos confiar en nosotros y nuestras capacidades. Nos equivocamos, somos frágiles y caemos. En Narnia, Aslan se ve como Alguien que merece toda nuestra confianza. Como Dios en el mundo real, creemos en Él porque confiamos en su carácter, sus obras en la Historia y sus promesas.
Si, el sacrificio de Cristo nos salva de la esclavitud eterna del poder de Satanás (la bruja blanca), eso no significa que ahora nuestra vida esté libre de problemas y tentaciones. Todo es tan complicado que a veces parece que nuestro mundo carece de toda “la magia” o luz, que asociamos con Aslan. Es como si Dios no existiera…
¿Cómo vivir en este mundo oscuro y caído, cuando no podemos ver a Aquel que nos salva?, ¿dónde encontrar ayuda, cuando nos sentimos amenazados y perdidos, en un mundo sin esperanza? ¿Hay de verdad un Dios, al que le importa nuestra vida, que está dispuesto a ayudarnos? Tal vez como dice Lucy en la película, no tiene que ser Él quien demuestre que está ahí, si no que somos nosotros los que somos puestos a prueba…
Eso dice Pedro en su primera carta cuando habla de cómo los cristianos
“tuvieron que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba su fe, sea mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego”. Esta es nuestra realidad hasta que
“sea manifestado Jesucristo” (
1:6-7). ¡Todo entonces será diferente! Ya que “nada ocurre dos veces de la misma manera”, dice Aslan a Lucy. Lo “creemos, aunque ahora no le veamos”. Y hasta
“nos alegramos con gozo inefable y glorioso” (
v. 8). Porque lo mejor ¡está todavía por venir!
MULTIMEDIA
Puede escuchar aquí la entrevista "
Todo sobre C.S. Lewis y Narnia", una amplia entrevista de Daniel Oval a José de Segovia (12 Mb), en la que analiza a fondo la figura de C.S. Lewis: su vida, su conversión, su fe, su obra y su visión de la vida.
También pueden ver esa misma entrevista en video
"Todo sobre C.S. Lewis y Narnia" (90 Mb)
Por último, pueden descargarse o ver aquí el trailer de
El Príncipe Caspian (Regreso a Narnia), video de 8 Mb
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