Newman nació en Cleveland (Ohio, EE.UU.) en 1926. Sus padres eran americanos de segunda generación. Arthur era un judío alemán, no practicante, que tenía una tienda de artículos deportivos. Estaba casado con una húngara católica llamada Teresa, que cuando Paul tenía cinco años, se convirtió a la
ciencia cristiana. Este es un movimiento religioso que nació en el siglo XIX con una mujer protestante, que se había criado en la
Iglesia Congregacional, llamada Mary Baker Eddy (1821-1910). Muchos la confunden ahora con la
cienciología del escritor de
ciencia-ficción Ron Hubbard (1911-1986), pero la
ciencia cristiana busca la sanidad por el poder de Cristo, aunque pretenda crear también una realidad con la mente.
Su madre mandó durante años a Paul a la
escuela dominical de la
ciencia cristiana, “pero no le entraba”, dijo en una entrevista. Algunos piensan que era por la influencia de su padre. De él recibió ciertos valores, pero sólo cuando se sentía presionado, decía que era judío, porque era para él “un desafío”. De hecho mucho tiempo dijo no tener ninguna religión. Su educación fue muy diferente en ese sentido a su segunda esposa durante cincuenta años, la actriz Joanne Woodward. Ella nació en una familia episcopal (anglicana) de Georgia, pero se había criado en pleno “cinturón bíblico” de Greenville, una localidad llena de iglesias conservadoras protestantes.
PASIÓN POR EL TEATRO
Paul empezó a actuar en el colegio de niño, animado por su madre. A ella le encantaban las obras de teatro. A los diez años hace de San Jorge, luchando contra un dragón, que era un
bulldog plácido y viejo. Su padre le inclinaba hacía el deporte, pero con el dinero que gana vendiendo libros, se dedica a montar una obra de teatro. Trabajó un tiempo en la tienda de su padre, pero le manda a estudiar económicas y empresariales en la Universidad de Ohio. Pero tras empezar la carrera, se alista en la Marina, ante el ataque de Pearl Harbour. Está así cerca de la muerte, cuando un
kamikaze japonés se estrella contra el salón de la cubierta del portaaviones, donde estaba. Pero cuando le preguntaban, solía decir que se pasó la guerra “bebiendo y leyendo todo lo que caía en sus manos”, unos diez o quince libros por semana…
Al acabar la guerra, retoma sus estudios, pero parece más interesado por el deporte y sus amigos. Una noche estaban bebiendo en un bar, cuando empezaron a pelearse con unos chicos que vivían por allí. Acabó arrestado y expulsado del equipo. Se dedica entonces al teatro y hace el papel de Hildy Johson en
Primera Plana. Al licenciarse, empieza a trabajar como actor en Wisconsin. En la compañía de Williams Bay conoce a su mujer, Jackie Witte, casándose rápidamente en 1949. Tienen un hijo, cuando su padre enferma gravemente y tiene que regresar a Cleveland. Tras su muerte, tiene allí varios empleos, hasta ir estudiar en Yale, Arte Dramático.
La familia decide entonces ir a Nueva York, para que Paul entre en el mítico
Actor´s Estudio. Ella cuida de su hijo en su apartamento de Long Island, mientras él hace algo de televisión para pagar sus estudios. Su formación es por lo tanto la de un actor del
Método, el peculiar sistema de interpretación por el que un actor debe absorber su personaje, más allá de su papel en la obra. Participa entonces en el montaje de
Picnic de Joshua Logan, donde conoce a su segunda esposa, Joanne Woodward, pero no comparten más que un café de vez en cuando. Newman se da cuenta entonces que el futuro está en Los Ángeles, deja su familia y se va Hollywood.
MÁS ALLÁ DEL CINE BÍBLICO
El primer papel de Newman en el cine es curiosamente en una película del llamado género bíblico. Vestido de toga, hace
El cáliz de plata en 1954. Es la adaptación de una novela sobre la supuesta copa que Jesús utilizara en la última cena, que ha quedado tan olvidada como la película que inspiró. El actor odiaba tanto su papel que pagó hasta anuncios de televisión, para que los espectadores no la vieran,
cuando se emitía. Tras semejante desastre, vuelve a Broadway y a la televisión. Intenta volver luego al cine, pero James Dean le quita el papel de
Al este del Edén, aunque muere antes de que se estrene la película. Hace entonces de boxeador en
Marcado por el odio.
Paul tuvo tres hijos con su primera esposa. Ella había dejado todo por él, pero Hollywood le deslumbró, rompiendo con su sacrificada esposa. La separación fue supuestamente amistosa, pero sería sin duda una experiencia dolorosa para ella. Woodward venía de un hogar roto, ya que sus padres se divorciaron cuando era niña. Al encontrarse con Newman en Hollywood, ella ya era famosa por
Las tres caras de Eva. Mientras está casado, ella se niega a tener una relación con él. El actor tiene esa época serios problemas con el alcoholismo. Recurre entonces al psicoanálisis.
Tras el divorcio, Newman se casa con Joanne en 1958. Se convierten en la pareja de oro, ya que Newman es premiado ese año en Cannes por El largo y cálido verano. Hace entonces una película bastante arriesgada,
El zurdo de Gore Vidal y Arthur Penn.
La gata sobre el tejado de zinc le introduce en el atormentado mundo de Tennessee Williams, con el que continúa en
El dulce pájaro de juventud, junto a la seductora Elizabeth Taylor.
La fama a la que llega en ese momento, hace su vida cada vez más agobiante, decidiendo abandonar finalmente Los Ángeles. Y lejos del mundo del cine, comienzan una nueva vida en Connecticut…
HISTORIAS DE PERDEDORES
Tras el difícil rodaje de Éxodo (1960), Paul Newman hace su mejor papel, para los críticos: El buscavidas. El drama de este jugador de billar y la triste relación que tiene con una auto-destructora chica alcohólica, deja una sensación de vacío y desolación impresionante. Los papeles que representa a partir de entonces le dan una imagen de perdedor, que va a conformar la leyenda que mantiene hasta el final de su carrera. La extraña combinación de vulnerabilidad, arrojo, crimen y redención, marca sus papeles más conocidos. Desde
Hud (1963) hasta
Camino a la perdición (2002), sus personajes forman toda una galería de inadaptados antihéroes, que forman
La leyenda del indomable (1967), que “sonríe como un bebé y muerde como un cocodrilo”.
Su éxito con
Dos hombres y un destino (1969) acompaña el inicio de una nueva
carrera como director. Películas como
Rachel, Rachel o El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas muestran unas ambiciones artísticas, más propias del cine experimental, que del público que sigue sus actuaciones más populares. Obras como éstas son tal vez el trabajo más sincero que Paul Newman haya querido hacer en el cine. En ellas se enfrenta a sus fantasmas y demonios, en la intimidad que le da rodar con su esposa, que protagoniza todas esas películas. Mención especial merece
Harry e Hijo (1983), el intento de exorcismo con el que se enfrenta al golpe de la muerte de su hijo por sobredosis en 1978, que es una cinta verdaderamente sobrecogedora.
Todos tenemos nuestras películas favoritas. La mía confieso que es Veredicto final (1982). Todo en ella me hace creer la realidad de ese abogado fracasado, que arrastra su envejecido cuerpo, incapaz de recuperar la fe que ha perdido en si mismo y los demás. Su colaboración con Sidney Lumet muestra un cuadro de corrupción y miseria, en que la suciedad salpica hasta la sanidad y la religión. Una visión del mundo sorprendente, para las creencias que él tenía...
UNITARISMO UNIVERSALISTA
Su paso del judaísmo y la ciencia cristiana al unitarismo universalista es bastante complejo. Primero, tenemos que darnos cuenta que aunque siempre le hemos visto como un artista judío, en realidad no lo es. Ya que un judío lo es por vía materna. Y su madre no lo era. Es cierto que hay judíos culturalmente, pero Paul Newman nunca lo ha sido. Para él, “era un desafío”, ¡nada más!
El unitarismo universalista es sin embargo una religión típicamente americana, como la ciencia cristiana. Tiene sus raíces en la enseñanza antitrinitaria de los socinianos, pero sus raíces en Europa se limitan a la parte húngara de Transilvania. El unitarismo americano nace en Boston en 1786, cuando una congregación deja la Iglesia Episcopal (anglicana), pero está en las bases de la misma Universidad de Harvard.
Cuando hablamos de las raíces cristianas de Estados Unidos, a menudo olvidamos que los Padres Fundadores no eran sólo puritanos. Muchos de ellos eran deístas y unitarios. Los primeros cinco presidentes –John Adams, Thomas Jefferson, Quincy Adams, Millard Fillmore y William Howard Taft– son reivindicados como unitarios por esta tradición, que organiza en 1825 un pastor congregacional. Este unitarismo sin embargo, todavía estaba basado en la Biblia.
El unitarismo universalista del siglo pasado, ya no afirma la autoridad de la Biblia. Desde 1918 a 1937 hay un debate interno en el unitarismo sobre la idea de Dios. De hecho, la mitad de los firmantes del
Manifiesto Humanista de 1933, eran ministros unitarios. La iglesia a la que pertenecía Newman, se forma en 1961 por la fusión de la
Iglesia Universalista de América con la
Asociación Unitaria Universalista. Tiene más de doscientos mil miembros en Estados Unidos, que no suscriben ninguna confesión doctrinal, manteniendo el derecho de cada uno a buscar la verdad por su cuenta.
LA ÚNICA VERDAD
Los cristianos creemos sin embargo que la única verdad está en Jesucristo. Él es el único camino de salvación. Confesamos por lo tanto que Él es el Señor y Salvador (
Romanos 10:9-10). El unitarismo universalista busca la verdad en la razón; los cristianos la encuentran en la Revelación (
Ro. 1:18-20). Dios ha revelado la verdad sobre quién es Él, su creación y redención, en la Biblia y la Persona de Cristo (
2 Timoteo 3:15-17;
Hebreos 1-3;
2 Pedro 1:19-21).
Dios nos muestra su naturaleza como el Creador del universo, que existe eternamente en tres Personas, como Padre, Hijo y Espíritu Santo (
Mateo 28:19;
1 Corintios 8:6; 12:4-6;
2 Co. 1:21-22; 13:14;
1 Pedro 1:2). Cristo es por lo tanto Alguien más que un gran maestro religioso. Es la encarnación única de Dios, que nos muestra verdaderamente quién es Él, en toda su plenitud (
Juan 1:1, 14; 5:17-18, 23; 8:56-59; 10:30-33;
1 Corintios 1:15-20; 2:9).
MÁS ALLÁ DE LA LEYENDA
Al final la película que Paul Newman hace con Stuart Rosenberg, que se llama en España La leyenda del indomable (1967), el convicto Luke se ha escapado y entrado en una iglesia vacía. Habla a Dios y se refiere a Él como un hombre viejo. Pero aparentemente el Anciano no le escucha. El personaje de Newman se ve abandonado. Mira desde la ventana de la iglesia, pensando en rendirse, cuando es disparado y llevado al hospital. La película no acaba ahí, si no que de vuelta a la prisión, sus amigos cuentan una y otra vez la historia de su muerte. Su imagen llena la pantalla, creando una leyenda, que se mantiene viva desde entonces.
La cruz de Cristo no es el final, si no el comienzo de una vida, que va más allá de la leyenda. Jesús no es el mito del antihéroe perdedor, que perdura en nuestra memoria. Es el Cristo vivo que se muestra como Aquel que tiene el control de la Historia. Su muerte y resurrección nos dan la vida, que ha vencido a la muerte.
Esa vida no está en un universalismo unitario, en el que no importa lo que uno crea. Ya que la verdad no está en nuestra búsqueda, si no en la de Aquel que dejó todo, para encontrarnos y llevarnos a su fiesta eterna. ¡Esa es la Verdad que nos hace libres!
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