Lumet es uno de los últimos exponentes de un cine crítico, nacido del teatro y la televisión, que transformó Hollywood en los años sesenta. Hijo de actores judíos, nació en Filadelfia en 1924. Tras estudiar en la Universidad de Columbia, dirige en los escenarios de Nueva York, hasta entrar en la televisión, como otros muchos directores de la época. Lumet pertenece a la generación de realizadores como los fallecidos Frankenheimer, Ritt, Hill, Schaffner, Rosenberg, Mann, o recientemente Sidney Pollack. Todos ellos con una clara conciencia liberal, que hizo del
thriller de los setenta uno de los cuadros más corrosivos de la sociedad norteamericana, pero también una de las visiones más desesperanzadas de la condición humana…
HOMBRES SIN PIEDAD
Su primer largometraje es todavía hoy una de sus más famosas películas.
Doce hombres sin piedad (1957) está íntimamente unida a una generación de españoles que conoció esta obra, no sólo por la versión cinematográfica interpretada por Henry Fonda, si no por la adaptación de
Estudio 1 de
TVE (recientemente publicada en DVD)
, que popularizó toda una serie de actores como José María Rodero, en una línea muy parecida a la de Lumet. Aunque parezca increíble, esta película no está basada en una obra de teatro, si no que es un guión para televisión. Obvia decir que en aquella época la televisión era otra cosa… ¡Nada que ver con el deplorable espectáculo de nuestros días!
Toda esta historia se desarrolla dentro de una habitación. La sensación claustrofóbica que eso produce, hace que el espacio parezca cada vez más pequeño. Esa sensación de ahogo eleva la tensión a límites inimaginables. La maquinaria de administración de justicia, es puesta así en tela de juicio, cuando los doce miembros de un jurado tienen que juzgar a un muchacho, supuestamente culpable de un asesinato. Un solo jurado discrepa de la mayoría, no porque crea que sea inocente, sino por la base de una duda razonable, que está en la base misma del sistema norteamericano.
El juicio se convierte así en un proceso mismo de la condición humana….
CORRUPCIÓN TOTAL
El tema de la corrupción de la justicia, va unido desde los años setenta, en la filmografía de Lumet, a su reiterado cuadro de la corrupción policial. La
película
Serpico (1973), recientemente publicada en DVD, es una de sus más famosas colaboraciones con Al Pacino. Basada en la historia real de un agente de policía de Nueva York, nos presenta a un hijo de emigrantes italianos que se hace detective de paisano. Su barba y su melena, le hacen irreconocibles en un mundo del crimen, que conoce a píe de calle. Solitario, pero sensible, tiene relación con dos mujeres que rompen con él, ante su negativa a casarse. Su progresivo aislamiento le deja solo con un perro y unos ratones blancos, ante el desprecio de unos compañeros, que se sienten acusados por su resistencia a la corrupción. Lejos de convertirse en un héroe, Serpico acaba en una auténtica desolación…
Tarde de perros (1975) es el robo más extraño de un banco, que hayamos visto en la historia del cine. El personaje patético del homosexual que representa Al Pacino, da lugar a un cuadro satírico de la sociedad, que no deja títere con cabeza. En él adelanta el creciente papel manipulador de la televisión, que denuncia en
Network, un mundo implacable (1976). El presentador de noticias de una cadena es despedido a causa de su baja audiencia. Para evitarlo, aprovecha su penúltima aparición para anunciar que se volara la tapa de los sesos en directo. La jefa de programación interpretada por Faye Danaway, le propone al director de la cadena (Robert Duvall) darle a este hombre un programa, donde descargar su locura, para alcanzar los mayores índices de audiencia… ¡Un claro anuncio de lo que luego vendría!
CATÁLOGO DE INJUSTICIAS
A principios de los ochenta Lumet conserva todavía gran parte de su vitalidad. Tras la tristemente olvidada
El príncipe de la ciudad (1981), un extraordinario cuadro sobre la corrupción policial, muy difícil de encontrar ahora en Europa en DVD, hace otra obra maestra con
Veredicto final (1982). La increíble actuación de Paul Newman produce una de las películas más sobrecogedoras sobre la falta de justicia. La degradación del sistema abarca aquí también al individuo, que es un abogado alcoholizado que se aprovecha de las viudas en sus momentos de dolor. Su fracaso matrimonial le lleva a una soledad, solo interrumpida por un amor, que finalmente le traiciona. Las injusticias claman al Cielo en esta historia de las manipulaciones de la archidiócesis católica por ocultar un caso de negligencia médica en un hospital religioso. Todo es desolación en esta historia, con un final devastador...
La corrupción policial continúa llenando los mejores momentos de su cine en los años noventa con
Distrito 34: Corrupción total (1990) y
La noche cae sobre Manhattan (1996). El oscuro papel de Nick Nolte en la primera, es sustituido por la sorpresa de la decepción de Andy García en la segunda, en un relato sombrío y pesimista, que sustituye la agresividad de la primera por una desilusión final, que nos deja con poca esperanza ante el género humano. ¡Qué derecho podemos invocar, cuando los propios agentes del orden trastornan el más elemental sentido de justicia! Las recientes noticias sobre Coslada nos muestran las contradicciones de un sistema, que supuestamente sostiene la ley y el orden, cuando subvierte el derecho más fundamental…
HORRORES FAMILIARES
Ante un cuadro tan devastador, uno pensaría que la familia es el único reducto, donde poder refugiarse. Antes que el diablo sepa que has muerto (2007) nos demuestra todo lo contrario. El tono de la última película de Lumet es tan sombrío y duro, como el resto de su filmografía. La historia nos sorprende con un arranque nada habitual en su ya larga carrera cinematográfica. Es una escena de sexo, carente de todo erotismo, que resultará ofensiva a muchos, por la visión humillante que nos da de Marisa Tomei, frente al inquietante y despreciable papel que representa Philip Seymour Hoffman. Esta mujer poseída por dos hermanos, se nos presenta poco más que como un trozo de carne con el que copular. En el caso del personaje de Hoffman por vanidad, y en el Ethan Hawke por desesperación…
Como siempre en Lumet, nada es lo que parece a simple vista.
Las máscaras de la hipocresía no tardan aquí en desplomarse con facilidad. Puestos bajo presión, cada personaje desvela lo peor de sí mismo. El próspero hombre de negocios es en realidad un drogadicto, que dilapida los fondos de la empresa para la que trabaja. Tras el desamparo de su hermano, se esconde la cobardía... Todos ocultan oscuros matices. Hasta las victimas reaccionan con una ira cruel y primitiva, que no conoce límites ni fronteras. En esta violencia ancestral, no se repara ni en aquellos que son de tu propia sangre. Esta no es película para estómagos delicados, pero su crudeza nos desvela una radiografía moral, cuya verdad es tan real como la vida misma…
NO HAY JUSTO, NI AUN UNO
El aparente pesimismo de la obra de Lumet, nos muestra en realidad un realismo bien informado. La lucidez de sus historias desvela una corrupción tal, que no hay aspecto de la vida humana que se vea libre de ese proceso de degradación y miseria. Difícilmente podríamos encontrar un cuadro mejor en el cine de lo que representa el diagnostico moral de
Romanos 3:
No hay justo, ni aun uno (
v. 10)
. Para el apóstol Pablo,
todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (
v. 12). ¿Es esto una exageración?
Frente al idealismo franciscano que buscaba el autor de
Antes que el diablo sepa que has muerto, se encuentra el realismo que descubre ese mismo guionista, cuando acaba sus estudios de teología y cuelga los hábitos, para empezar a escribir teatro en Broadway. Semejante religión no era más que una evasión de la realidad. ¡Qué contraste con el pensamiento de Pablo! No son sin embargo sus prejuicios los que se expresan en estas palabras, sino la revelación de Aquel que nos conoce a nosotros, mejor que nosotros a nosotros mismos…
¿CÓMO PODEMOS ENTONCES SER JUSTOS?
La Palabra de Dios tiene esa extraña capacidad para revelar todo aquellos que ocultamos en la oscuridad de nuestra vida. Nos trae en ese sentido malas noticias. No hay justo, ni aún uno. Todos estamos bajo el juicio de Aquel que considera la realidad de nuestros actos, palabras y pensamientos, que sabe incluso lo que hemos dejado de hacer… Pero hay otra justicia que se revela desde el Cielo:
La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él (
v. 22).
Todos hemos fallado. Nadie es inocente, como demuestran todos los personajes al final de la última película de Lumet. Sus imperfecciones son puestas de tal modo en evidencia, que parece que finalmente todos reciben lo que merecen. La verdadera justicia va más allá sin embargo de los infortunios que podamos sufrir en esta vida. Ya que el Juez todavía no la manifestado, más que por medio de una cruz. Lo extraño es que quien allí derrama su sangre es el Justo, sufriendo en el lugar de los injustos…
Es así como Dios ha hecho
propiciación, para manifestar su justicia (
v. 25). Y
sólo por medio de la fe en la sangre del Justo, nosotros los injustos, podemos ser justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús (v. 24). ¡Esa es la sorpresa del Evangelio! Por la justicia de Otro, nosotros siendo injustos, podemos ser declarados justos, como un regalo de su Gracia, que triunfa finalmente sobre el poder de la oscuridad y el mal, que reina sobre nuestra vida.
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