Los sonidos pueden variar, desde un zumbido similar al que emitiría un enjambre de abejas hasta algo mucho más melódico, como el sonido de una orquesta. Sin embargo, el descubrimiento no fue agradable para los primeros científicos que lo escucharon: '
Es algo como sacado de una película de terror', aseguró Vera Schlindwein, un geofísico del Instituto Alfred Wegener para la investigación polar y marina en Alemania. […]
Los científicos grabaron el sonido cuando investigaban las señales sísmicas para prevenir y medir terremotos en la costa de la Antártida. '
Una vez que el iceberg se incrustó en el hielo submarino, el agua comenzó a circular entre las grietas y recovecos del iceberg, lo que motivó que empezara a cantar […]. El sonido tiene altos y bajos, diferentes tonos, como si fuera una nana –aseguró–.
Las señales de un terremoto son distintas'.
(1)Pues sí. Me ha sorprendido saber que un iceberg canta, que durante horas este bloque de hielo ha escarchado el aire con nanas melódicas como si se tratase de la orquesta de un crucero por los fiordos noruegos.
Pero, a pesar de todo, estoy seguro de que aún más sorprendidos se hubiesen quedado nuestros abuelos si hace veinte años les hubiesen contado que a través de los
unos y
ceros que codifican la información digital accederíamos desde un ordenador a noticias actualizadas al minuto , a contenidos de cualquier tipo y formato, o a charlas simultáneas desde distintos continentes a través de una cosa llamada
Internet . Seguro que se habrían quedado helados.
Y es que la red de redes emite melodías sorprendentes, destructoras, increíbles y también sanadoras . Los areópagos donde los filósofos o el mismo apóstol Pablo predicaron hace milenios hoy podrían sustituirse por recovecos del ciberespacio, lugares cableados llenos de incontables formas de ver y compartir el mundo. Como lo fue la imprenta de Gutenberg, Internet es una herramienta que ofrece la posibilidad de que la esperanza del Cristo resucitado pueda viajar y colarse en muchos hogares, universidades o diferentes cafeterías del planeta. Es el efusivo beso de la tecnología y de la teología, principios llamados a entenderse, pues por algo se escriben casi igual.
Quien les escribe estas líneas trabaja en un ministerio que, entre sus objetivos, está el llevar un mensaje de salvación a través de la World Wide Web. Miles de visitantes y docenas de correos electrónicos recibidos cada mes en el sitio
www.delirante.org testifican que la red puede ser un arma de construcción masiva. También a través de otros medios de Red IMIR, como nuestro
Protestante Digital, hemos conocido acerca de conversiones y de miles de personas que han sido bendecidas por los diferentes contenidos que aquí han encontrado. Hay muchos más ejemplos, pero sólo cito algunos de los que conozco desde dentro y que me permiten aseverar que este esfuerzo multimedia no es un esfuerzo superfluo. Realmente se contagia el Reino de Dios en medio de la vida. Y no sólo eso, sino que estos sitios
on line levantados por creyentes consiguen que las personas puedan unirse, conocerse y amarse también fuera de la red. Doy fe.
El cifrado de Internet se compone de
ceros y
unos desde los que se ofrecen a todo cibernauta diferentes sendas para encauzar su destino. Aunque algunos de los caminos del mundo Internet más bien parecieran estar codificados sólo por
ceros, pues sin complejo alguno se presentan a sí mismos como vacíos y sin más contenido que la desesperación y la falta de sentido vital. Como dijo el científico acerca de los primeros sonidos que escucharon del iceberg, Internet también entona mensajes "
como sacados de una película de terror", alaridos que flotan como cadáveres en miles de sitios web y que denotan esa desesperanza, ese pánico que ni siquiera demanda respuesta.
Los que hemos decidido seguir al Jesús de los Evangelios andamos por el ciberespacio emitiendo ecos en tierra extraña. Sabemos que el poder de la Gracia es tan contundente que nos otorga la extraña concesión de que el poder del Reino de los Cielos habite ya en nosotros. Ahora andamos junto al Espíritu Santo y representamos al Cristo. Por lo tanto, la soledad y la necesidad de vida del que navega en la web es también nuestro lugar de acampada luminosa. Ahí estamos.
Con la intención de seguir trasformando, lanzamos ahora Suburbios, una revista con esencia de visión transgresora, un enfoque diferente respecto a las artes, las ciencias, la cultura, el ocio y todo aquello que pulula en nuestro entorno, en la ciudad. Lo hemos llamado
Suburbios porque nuestra visión, la del Evangelio, es tan real como socialmente marginada. Los suburbios no son lugares donde van los acomodados turistas que visitan las grandes ciudades. Los suburbios son rincones ansiosos de justicia, lugares conocidos sólo por quienes temen detenerse en la estación de lo superficial. Suburbios pretende ser un iceberg cantarín, una resonancia de ese Evangelio transformador que la multitud arrincona, pero que transporta vida en medio de las arterias oscuras y frías de nuestras calles. Ese es nuestro vagón.
Deseamos compartir con el mundo la experiencia de que Dios habla hoy y que existen resonancias de Su majestad por doquier. Si Internet tiene sus
ceros, quienes nos hemos subido al tren del perdón de Cristo debemos ser los
unos, los embajadores de aquel que es lo primero, el Principio y el Fin de la existencia, y que rompe todo mito urbano. Si tú quieres, creo que puedes escucharlo. Está ahora caminando por tu calle. Sí.
(1) elmundo.es 29/11/2005
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