No por ser una minoría religiosa, el protestantismo español, ha dejado de tener una significativa importancia. En el siglo XVI la Reforma en España, estuvo a la altura de la alemana, pero la Inquisición abortó su desarrollo con crueles hogueras. En el siglo XIX aparece la llamada segunda Reforma, donde por casi dos tercios de siglo estuvo perseguida y vigilada hasta que en 1868 la revolución de la Gloriosa trajo vientos de libertad o al menos tolerancia. Pero siempre ha habido protestantes en España, hombres con capacidad de pensar libremente y poner su confianza en Dios.
Algunos también los encontramos por todo el mundo proclamando su fe desde la evangelización o desde la ciencia o la literatura, pero casi todos han dejado su huella y su genio. Muchos fueron pioneros en algunas misiones y otros como Juan Bautista Canut de Bon, que dejaron su apellido valenciano “canuto” como sinónimo del protestantismo en Chile.
Quizás el primer protestante español misionero, conocido fuera de nuestro país sea
Vicente Joaquín Soleri, valenciano del siglo XVII. Considerado
“El padre de las misiones Reformadas”, por su actividad en Brasil especialmente, es llamado también el
“De las Casas protestante” que a la manera del fraile dominico supo imprimir a la acción colonizadora un sentido moral y evangélico. No conocemos bien si Soler había sido clérigo agustino o jesuita español convertido al protestantismo, pero si es conocida su formación en la fe reformada en Francia donde fue preparado y estimulado para grandes servicios en el Evangelio. Comenzó a catequizar a los indígenas de Paraíba y Rio Grande del Norte de Brasil, imponiendo su propio ritmo y estilo de misión en su iglesia. Escribió un
Catecismo simplificado en tres lenguas, el tupi, holandés y portugués, y antes, en 1637 un
Catecismo pequeño y resumido en lengua española con algunas oraciones y publicó algunos tratados. Joaquín Soler, se relacionaba y mantenía una sólida correspondencia con un representante del puritanismo holandés, André Rivet, pastor en Haia, frecuentado por la Corte Orange-Nassau, que también era profesor de teología en la Universidad de Leiden.
En Brasil también se encontraba otro español por 1641 que se hacía llamar Dionisius Biscareto. Según Soler era un buen hombre. Trabajaba como maestro y predicador en un poblado llamado Carasse enclavada en los Fastos Pernambucanos. Hombre con muchos hijos se acopló bien al mestizaje con los indios formando una tribu con ellos. También estaba bien capacitado intelectualmente, y ante las siempre repetidas dudas teológicas sobre el protestantismo español, tuvo que hacer un examen ante un tribunal sobre los tres fundamentos de la Reforma Protestante : Sólo Dios, sólo las Escrituras , solo la fe (Solo Dei , la sola Scriptura , sola fide ). Los textos bíblicos elegidos apuntaban a los tres principios de la profesión de fe de la Reforma , a saber, Cristo único mediador entre Dios y el hombre, la autoridad soberana de las Escrituras en asuntos de fe y la justicia pasiva o justificación por la fe.
Por lo tanto,
parece que los predicadores en el Brasil Holandés eran en su mayoría hombres preparados teológicamente, guardianes de la doctrina reformada, ejemplos de vida y práctica pastoral, hombres que, guiados por la idea de servicio e imbuidos de un profundo sentido de misión de salvación espiritual, trabajaron sin descanso, llegando a desplegar veintidós iglesias a lo largo de la costa de Sergipe hasta Ceará. Durante los años de la ocupación , estas iglesias fueron servidas por un total de 54 predicadores y evangelistas alrededor de noventa, los llamados consoladores de enfermos
ii.
A principios del siglo XIX, (1805) nos encontramos con alguna persona sobresaliente con doctrinas protestantes y fe evangélica. Dirá M’Crie: “El rebusco en la viña, de vez en cuando daba algún fruto, hasta el siglo XIX, que fue condenado
Don Miguel Juan Antonio Solano, natural de Verdum, en Aragón, Vicario de Esco en Jaca. Educado en el sistema aristotélico y teología escolástica, había hecho también grandes progresos en matemáticas y la mecánica. Su forma de ser bondadosa y su ingenio en favor de los feligreses, había logrado fertilizar tierras y mejorar utensilios domésticos, hasta que una enfermedad le dejó paralítico.
Ante esta tesitura el buen vicario, decide dedicarse a los estudios teológicos con más asiduidad. Poco a poco se forma un sistema propio de doctrina, concordante en lo esencial con las doctrinas de las iglesias protestantes. Redactó, en su inocencia, una declaración de sus nuevas opiniones y las envió al obispo para su examen.
El resultado fue, que la Inquisición de Zaragoza lo encerró en prisión que en su estado, era como llevarlo al sepulcro.
Aunque con ayuda de algunos amigos, logró huir a Francia, resolvió volver de nuevo y someterse al Tribunal. Al parecer,
reconoció las opiniones, alegando que sin más ayuda que la Biblia y el deseo de descubrir la verdad había llegado a tales conclusiones. Expresó su convicción de ser la Biblia suficiente para conocer la verdad salvadora. No quisieron llegar a la máxima pena e intentaban que se retractase. Todo inútil. Unas fiebres le llevaron a la tumba evitando al Consejo Supremo quemarle vivo, haciéndolo en efigie.(M’Crie, 1942)
Algunos detalles más los encontramos en J.C. M’Coan(M’Coan, 2008) como que Antonio Solano, con la ayuda de algunos amigos dentro de la Inquisición, pudo alcanzar Olerón, en la frontera francesa, pero un presuntuoso sentido del deber lo llevó a volver y entregarse a la Inquisición. Haría una larga descripción de sus nuevas doctrinas y las sometió a la misericordia del Tribunal. Pero el inquisidor Arce estaba poco dispuesto a dejar escapar a esta víctima y fallaron su muerte. Ni los testigos que aportó, ni el recurso a la locura tuvieron efecto para liberar al preso. Solo unas fiebres, que cogió en su confinamiento, le ahorraron el castigo y la vergüenza ante el Santo Oficio. Sin embargo nunca se retractó de sus creencias, a pesar de las constantes y clásicas torturas de los frailes aconsejándole salvar su alma y volver a la Iglesia. Su palabras finales fueron estas: “Estoy en las manos de Dios”. . Separándose los inquisidores de la costumbre, ni procedieron contra su memoria como hereje contumaz ni le quemaron en efigie.(Heterodoxos. Menéndez Pelayo, 2007, pág. 1181)
RAMÓN MONSALVATGE
La vida del
ex capuchino catalán Ramón de Monsalvatge podría ser novelada y figurar entre las narrativas de los grandes misioneros. El vibrante relato que hace en su autobiografía, relata las aventuras como soldado en el ejército de don Carlos, su conversión y su estancia en Francia y Ginebra, embarcándose para América dpmde realizará un gran trabajo evangelístico. “La Sociedad Evangélica de Ginebra empleó a Monsalvatge en diversas comisiones de empeño, a las órdenes de Juan Calderón y de Borrow. En 1842 se le encuentra en Madrid proyectando una misión en Mallorca.
Pero los tiempos cambiaron y Monsalvatge tuvo que embarcarse para América, donde ya perdemos su huella -dice Menéndez Pelayo-. El guerrero convertido al cristianismo soportaría los reproches y golpes de sus antiguos compañeros, al tiempo que trataba de llevarlos a un conocimiento de las Sagradas Escrituras. El Dr. Baird en la introducción del libro “La vida de Ramón Monsalvatge”, no solo ha certificado la veracidad de la narración, sino que además apunta algunos temas para alcanzar la mentalidad española con al Evangelio.
Sabemos que llega Monsalvatge a Cartagena - Colombia- en 1855. Llama Carlos Arboleda
iii a Monsalvatge, ex fraile naufrago, que a pesar de haber perdido todos sus libros y pertenencias, comienza una labor evangelizadora original apoyado por la Sociedad Bíblica Americana. Dice también que llegó a tanto su trabajo que unos 6.000 fieles de Barranquilla, aprovechando un disgusto con el obispo de Cartagena, querían establecer un templo protestante bajo la guía del ex fraile. Viendo la situación, el obispo cedió a las peticiones de los fieles y no prosperó la idea. Pero -continua Arboleda- es muy interesante profundizar en su trabajo, pues generó una amplia discusión al interior de la república y fue como el inicio de una presencia protestante más profunda.
El periódico
El Catolicismo en sus ediciones, se dedica a criticar sus sermones examinándolos minuciosamente y a desacreditar al periódico
El Tribuno de Cartagena, que publicaba los sermones del capuchino. Pero la originalidad de su ministerio pastoral también residía en su forma de anunciarse. El 9 de Agosto de 1855 anuncia el principio de sus actividades con el siguiente programa:
“El reverendo Ramón Monsalvatge, ministro protestante y Agente de la Sociedad Bíblica de Norte América, anuncia a los extranjeros y masones, residentes en Cartagena, que cree deber permanecer algunos meses en esta ciudad, y que se ofrece a ellos en todo lo relativo a su ministerio; por consiguiente se le podrá· llamar a todas horas para bautizar, casar, enterrar, etc., en el Hotel Calamar. Así mismo suplica la asistencia de todos los amantes del culto cristiano reformado, para la lectura, oración y predicación evangélica en castellano, que tendrá lugar los domingos a las ocho en punto de la mañana, en la sala alta del edificio de la Merced. El próximo domingo 12, principiará el culto a la hora ya indicada”.
Los clericales católicos instigaron para que no prosperasen aquellas reuniones novedosas y el periódico el
Tribuno, más dialogante, dirá: “Confesamos sinceramente que nos es imposible describir todas las emociones que experimentamos durante la ceremonia. Especialmente la que nos produjo el orden y la circunspección del auditorio, aunque todos éramos católicos con excepción de unos pocos... En otro tiempo no hubiera podido ser así y prueba de una manera indudable que el pueblo de Cartagena ha adelantado en cultura, tolerancia y en desvanecer toda clase de preocupación.
Monsalvatge había traído de Nueva York un armonio y colocado bancos y libros de la Sociedad Bíblica con el propósito de establecer la primera iglesia en Cartagena en vista de la buena disposición de los legisladores nacionales. Sin embargo no pudiendo pagar más el arriendo del edificio de la Merced, tuvo que marcharse con la alegría del clero católico. No se sintió derrotado por sus circunstancias y unos meses más tarde, el primer misionero americano que vino a Colombia, Henry Barrington Pratt de Princeton, encontraría a Monsalvatge en Cartagena y lo alistaría a sus servicios en la distribución de Biblias para la Sociedad. Prepararía Pratt la primera impresión del Nuevo Testamento en Colombia en 1857 y en 1874 instalaría una prensa moderna para producir literatura evangélica en Bucaramanga.
En 1861 un miembro del Tribunal Supremo escribiría al presbiteriano McLaren, en nombre del Presidente, para que viniesen más misioneros a Colombia y eran tales los deseos que ofrecieron hasta las instalaciones católicas. Ese mismo año se fundaría en Bogotá· la primera iglesia presbiteriana fruto, entre otros misioneros, del buen trabajo de Monsalvatge. Trabajos que le llevarían a Nueva Granada, según notifica la Sociedad Bíblica, con grandes deseos de predicar y repartir las Escrituras y también de reparar el cementerio protestante con el apoyo de la Board. Se mostrará también Monsalvatge como traductor de la “
Historia de la Reformación en el siglo dieciséis de D’Augbigne en 2 tomos y publicada en Nueva York en 1850. También sería enviado a Venezuela según una crónica de Nueva York publicada en el
The Primitive Church Magazine y aparece entre las minutas de la iglesia Presbiteriana de Estados Unidos según su asamblea general. Ciertamente Monsalvatge no es persona ficticia, como dirá Menéndez Pelayo, sino una persona real que recorrió Europa y América predicando el Evangelio.
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i Folleto publicado en Amsterdam en 1639: Um ministro da igreja calvinista no Recife holandés: o espanhol Vicente Soler, 1636-1643. In: Rev.Univ. Coimbra, v.30, p.305-318, 1983, p. 311
ii Lema espiritual de una nave mercante: la misión calvinista en el Brasil holandés (1630-1645) María Aparecida DE ARAÚJO BARRETO RIBAS. Tesis de Historia Social aprobada en agosto de 2007
iii Pluralismo tolerancia y religión en Colombia Escrito por Carlos Arboleda Mora. 2011
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