Han pasado ya a la Historia, los tiempos en que las ideas que la gente tenía sobre Jesús se basaban en la enseñanza de la Iglesia o en gruesos tomos de erudición crítica sobre la base histórica de los Evangelios. Ahora la visión popular que se tiene sobre Jesús está basada en novelas o películas, que no tienen mucho que ver con la Historia, pero que reflejan sobre todo una tradición esotérica, que cada vez se presenta más como alternativa al conocimiento tradicional que hasta ahora nos ha dado la Iglesia sobre los orígenes del cristianismo. Debemos por lo tanto prestar atención a esa visión popular de Jesús, para saber lo que piensa la gente, que ya no conoce los Evangelios, pero sigue fascinada por el personaje que se ha ido creando con ese nombre…
EL TRIÁNGULO SECRETO
La historia de Didier Convard (París, 1950) nos presenta a dos profesores, Didier Mosèle y Francis Marlane, que se convierten en “hermanos gemelos” al entrar juntos en una logia masónica de París. Los dos trabajan en una fundación que está bajo la tutela de la Escuela Bíblica de Jerusalén, en la restauración de un rollo de la cueva 4 de Qumrán, que podría haber sido redactado 50 años después de la muerte de Cristo, cuando Marlane muere aparentemente suicidado. Se acababa de separar de su mujer y andaba solo, buscando la estatua de un cátaro, que habrían colocado los templarios en el bosque de Oriente de Larivour en 1427, después de la caída de Montségur. La figura conocida como “el hombre verde” se encontraría entre Courterange y Lusigny, en Champagne-Ardannes, en torno a un triángulo en la región de Hugo de Payns y Hugo de Champagne, fundadores del Temple.
El autor nos introduce así a sus dos grandes obsesiones, la masonería y el Temple. La masonería nacida en el siglo XVIII, pretende mantener una interpretación del universo basada en un conocimiento oculto, mantenido secretamente durante siglos. La asociación de los templarios con el ocultismo se produjo cuatro siglos después de la disolución de la orden, que había sido fundada en el siglo XII para proteger a los peregrinos que viajaban a Tierra Santa. El mito templario nace de hecho con la masonería, que buscaba una apoyatura histórica para su simbología y origen legendario en la antigüedad, por una áurea cadena que arrancaba de los gnósticos, los cultos mistéricos egipcios y griegos, hasta los canteros del templos de Salomón o los misteriosos esenios, pero como dice el personaje de la novela de Umberto Eco,
El péndulo de Foucault, “¡sobre todo que aparezcan los templarios!”…
LA OBSESIÓN TEMPLARIA
Esta obsesión por el Temple aparece en varios autores masones alemanes del siglo XVIII, pero sobre todo en un inglés llamado Johnson, que tuvo la idea de basar en los templarios los ritos de la masonería. Las logias se multiplicaban aquellos días, en un ambiente de rivalidad y competencia, con todo tipo de jerarquías y grados, ideando rituales cada vez más espectaculares y complejos. Las implicaciones revolucionarias de ciertas logias masónicas no tardan en ver en la tragedia de Molay y el fin del Temple, las consecuencias del despotismo y la arbitrariedad de un poder que entonces representaba la Iglesia. Su maldición desde la hoguera alcanzaría al papa Clemente V y el rey Felipe el Hermoso, fallecidos poco después de la disolución de los templarios.
Un alemán llamado Starck inventa un nuevo rito templario, a partir de la imagen del
Bafomet, un nombre que se menciona en las acusaciones del proceso, probablemente referido a Mahoma, pero en la mitología ocultista centro de todo tipo de especulaciones. Se produce entonces una agria polémica entre los diferentes sectores de esta masonería neo-templaria alemana, que hace que los franceses tomen el relevo en el siglo XIX. El problema viene cuando se publican los documentos del proceso templario, que permanecían inéditos. Decepcionados por los aburridos interrogatorios y reglas de una orden, que nada tiene que ver con la tradición esotérica que le venían atribuyendo desde hace un siglo, los neo-templarios franceses, no se dejan desanimar por esta contrariedad: si los documentos no existen, se inventan…
NUEVO EVANGELIO
Esta mitología esotérica francesa del siglo XIX relaciona entonces el Temple con los orígenes del cristianismo. Lo hace por medio de varias falsificaciones, entre las que destaca un supuesto manuscrito templario llamado el Levitikon, obra de un podólogo y antiguo seminarista llamado Fabré-Palaprat, que pretende que la orden habría sido fundada por el propio Jesucristo. Su verdadera enseñanza se habría mantenido oculta desde los días de Juan en una red de sociedades ocultas que lleva hasta la masonería con la que Convard se identifica, hasta el punto de dedicar su obra a “los hermanos de la logia
La Ley de Acción”.
El
Levitikon se presenta como el nuevo evangelio de una religión basada en el progreso y la ciencia. Su base iniciática tiene unos fundamentos claros: Dios había estructurado su creación según una jerarquía de inteligencias. El hombre asciende a la posesión de lo divino mediante la iniciación. Y Jesús ha confiado a Juan las claves de un conocimiento oculto, que por vía secreta alcanza a los templarios. ¿Cómo? Ledru resuelve el problema por un falso documento medieval, que fecha en 1324, escrito por un tal Larmenius, presunto sucesor de Molay, que hace sobrevivir la orden, que debe mantenerse ocultamente hasta el inicio de las logias masónicas en 1717.
LA TUMBA DE JESÚS
Los personajes de la novela de Convard buscan la tumba de Jesús en el lago de Umbra del bosque de Oriente. ¿Cómo es eso posible? Según un manuscrito, supuestamente destruido por Felipe el Hermoso, después del proceso contra Molay, llamado
El Testamento del Loco, no es a Jesús a quien crucificaron. Es a su hermano mellizo, Tomás, llamado Dídimo, quien le traiciona en su odio fratricida, apuñalándole. No muere finalmente, sino que es auxiliado por José de Arimatea, que le recoge junto a su esposa y su hijo, hasta que el propio Jesús restaurado, da “una muerte dulce” a su hermano, envenándole cuando está colgado en la cruz...
Este texto habría sido traducido e ilustrado por Nicolás y Agnan de Padua, dos frailes que se presentan como hermanos, para ocultar que son amantes. Su titulo viene del Evangelio de Marcos, donde según la Vulgata de Jerónimo, se habla de
In Furorem Versus, al referirse a cómo sus padres toman a Jesús como un loco.
La sorpresa final de este libro, es que nos dice que al ser Jesús perseguido por los romanos, se esconde en la tumba de su hermano, para aparecer después como resucitado. Y se vuelve a reunir con su familia en Qumrán, donde los esenios le han enseñado el arte del ayuno y las máximas masónicas, según el libro de Norman Golb,
¿Quién escribió los Manuscritos del Mar Muerto?, en el que se basa el autor de
El triángulo secreto.
EL ESCÁNDALO DE LA CRUZ
Todo esto lo contaría el propio Jesús, a su paso por Qumrán, al escribir este manuscrito que iba a ser curiosamente quemado por los templarios en la abadía de Orbigny, pero es llevado en realidad a Montségur, siendo salvado la víspera de la rendición -como el tesoro de los cátaros-, volviendo a manos de los templarios. Lo que está claro es que el Vaticano encubre el secreto de la verdad del cristianismo, hasta el punto de protegerlo con violencia por una cofradía de
Guardianes de la Sangre. La historia
muestra por eso las habituales intrigas del Vaticano, que hacen que los obispos pugnen entre sí por la sucesión del papado y se provoque la muerte del propio Pontífice, aunque se le mantenga con vida artificialmente.
Es evidente que la Iglesia de Roma ha distorsionado el cristianismo, pero la enseñanza de que Jesús murió en una cruz está en el corazón mismo del Evangelio, frente a toda religión falsa como el Corán, o las múltiples sectas y libros que lo han negado desde entonces. Es más, hay pocos hechos tan corroborados en la Historia, como que Jesús murió colgado de una cruz, en tiempos de Poncio Pilato. Aunque la Cruz sigue siendo un obstáculo para muchos, que no pueden comprender el cristianismo y ven como una locura el escándalo de la humillación de un Dios encarnado, que se sacrifica hasta la muerte.
Esa locura es sin embargo “la sabiduría y el poder de Dios”, según Pablo (
1 Corintios 1:18-24). Por eso
“predicamos a Cristo crucificado”, porque
“lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. No entendemos cómo alguien se puede creer semejantes historias, pero es evidente que algunos prefieren la ficción a la verdad. ¿Por qué? El problema está en el escándalo de la cruz,
“locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, poder de Dios”…
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