Aunque el propósito de estos artículos sea fijarnos más exhaustivamente en la “propaganda” urdida desde los medios escritos, prensa y libros fundamentalmente, no dejaremos de fijarnos en otros medios poderosos que usó el catolicismo español como arma antiprotestante.
En realidad el catolicismo español poseía todas las armas a su servicio para combatir al protestantismo y las usó sin miramientos ni prevenciones. Usó el terror donde quiso y cuanto pudo, con leyes y sin leyes, sintiéndose la Iglesia de Roma poseedora de la verdad aunque fuesen, muchas de sus manifestaciones religiosas y su teología, supersticiones sin fundamento cristiano alguno. Véase el poder político y social que rezuma el artículo 12 de la Constitución liberal de 1812:
“La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra”.
La osadía de otorgarse todos los derechos y usar a la Nación española como rehén protector de sus privilegios, no era nuevo para la iglesia católicaque desde las falsas Decretales había usado para el Papa el título de Vicario de Cristo, Soberano de reyes y príncipes y Soberano supremo del mundo. Resulta sorprendente la falta de respeto a Dios viendo que hombres religiosos tomaran el Evangelio de Cristo para convertirlo en una inescrupulosa máquina política mediante la cual escalar el poder mundano.
Sin embargo
lo más degradante fue la forma de persecución que a manera de inquisición, torturas y condenas inhumanas dejaron un rastro de impiedad bajo capa de religión.
Una carta de José Alhama en 1861 que se publicó en el Morning Post describe la violencia y padecimientos de tal acoso.
»Muy SEÑOR MIO Y ESTIMADO HERMANO EN CRISTO.
»Con la mayor alegría y gratitud cordial, tomo la pluma para escribirle estas pocas líneas. He leído las cartas que Vd. ha dirigido al digno soldado y animoso campeón del Evangelio, D. M. Matamoros. También leí en su última carta el párrafo en que tan cariñosamente habla de mí. A la verdad que el comportamiento de los cristianos del Papa y el de los cristianos de Cristo, es diametralmente opuesto. Los cristianos del Papa nos atormentan en cuerpo y alma; murmuran de nosotros; nos anatematizan; nos igualan a los mas abyectos criminales, a quienes el pueblo maldice; nos sepultan en terribles calabozos, separándonos de nuestras queridas familias y de nuestros hermanos en Cristo, condenando a las primeras al abandono, y llenando el corazón de los segundos de espanto y luto; y todo esto lo hacen por honra y gracia de Dios.
»Pues qué, ¿el amor del Evangelio impone a los hombres el arruinar a una familia honrada y virtuosa? ¿Glorifica a Dios el arrebatar los inocentes hijos a un padre, privándoles al mismo tiempo del afecto paterno y de los medios de subsistencia? ¿Ordena el Espíritu del Señor Jesús, que perdonó a la mujer adúltera y oró por sus verdugos, sumir en espantosas cárceles, confundidos con los mas viles malhechores, a aquellos cuyo solo delito es haber predicado el Evangelio y aconsejar a los hombres a amarse como hermanos y dedicarse a instruirlos en aquellas verdades divinas que por mediación de su Hijo Jesucristo dio para que las aprendiésemos el mismo Dios; verdades que son las únicas que pueden hacer felices a los pueblos, librando a la humanidad de su destino fatal?
»Y los hijos del Evangelio, ¿cómo cumplen su misión? Fortifican nuestra fe; enjugan nuestras lágrimas; nos consuelan en las aflicciones; nuestros hijos son los suyos; oran por nosotros; oran por nuestros enemigos; y nosotros desde nuestra penosa cárcel, diariamente hacemos otro tanto. Gloria eterna a Jesucristo; gloria a su Santo Evangelio; gloria a aquellos cristianos que enseñan y practican la Palabra de Dios, y que unen la fe con la caridad.
»Doy gracias a Dios por mi conversión; le doy gracias por haberme permitido leer su santa Palabra, por haberme enseñado a convertir el odio en amor; a perdonar y compadecer a aquellos que me injurian, y a sufrir con resignación y fe las tribulaciones de este valle de lágrimas.
»Hasta hoy confié que el estimado M. Matamoros podría contestar por si a su atenta carta; pero el estado de su salud me hace temer que por algunos días aun no pueda efectuarlo.
»Los primeros quince días que pasamos aquí juntos, llegué a creer que recobraría completamente su salud; pero por desgracia esta esperanza no se ha realizado.
»Las condiciones insalubres de nuestra cárcel, hacen su restablecimiento bastante dudoso. Sin embargo, confío en Dios que nos le conservará.
»Envía a usted y a su querida familia sus afectos. Pido en mis oraciones que la gracia del Señor Jesús sea con ustedes todos.
»Su hermano en el Señor, »José Alhama.
Cuando hablamos de prensa diaria o semanal, nos referimos a aquella prensa crítica, atenta a todo lo nuevo e ilustrado y que el protestantismo hizo despertar como prensa católicao “buena prensa” a la manera de la Maison de la Bonne Presse, que bostezando en la noche de la indolencia, comenzaría a vivir su época dorada desde estos años 80 del s. XVIII. Solo El Censor publicado de 1781 a 1787, El Corresponsal de El Censor de Manuel Rubín de Celis, El Apologista universal del padre Centeno y Joaquín Ezquerra o el Observador de José Marchena, parecían querer despertar a la aurora de las letras y a la preocupación religiosa.
En el siglo XIX, serían tantas las nuevas publicaciones católicas que no podríamos ni siquiera nombrarlas, por lo que la propaganda frente al protestantismo sería abrumadora, puntualmente apologética y continuadamente feroz.
[i] Solo en el año de 1891 tenía la prensa católica 259 publicaciones periódicas.
[ii] En 1910 se contabilizaban 400, en 1911 unas 550 publicaciones periódicas y en 1913 se reseñaban 750 publicaciones católicas. El total de publicaciones en España podría estar en las siguientes estadísticas :
ESTADÍSTICA DEL TOTAL DE PUBLICACIONES PERIÓDICAS
1887 | 1.128 |
1892 | 1136 |
1900 | 1347 |
1913 | 1980 |
1920 | 2289 |
1927 | 2.210 |
A las publicaciones periódicas han de añadirse los libros, los tratados y folletos, además de las Hojas dominicales y volantes. Pero el arma más rápida y poderosa de propaganda eran los sermones dominicales que podían ser predicados en 20.000 iglesias a la vez.
¿Qué podía hacer la propaganda protestante ante ese poder tan aplastante? Cuando en un año una Sociedad Bíblica había vendido 20.000 tratados o Biblias, los 20.000 sermones a familias enteras, en un solo día, habrían contrarrestado toda eficacia propagadora si Dios no usase su Palabra como espada de dos filos que penetra hasta partir el alma y el espíritu
....
Ciertamente la prensa extranjera sería usada por los protestantes españoles en momentos de grave persecución, provocando agrios debates en el Parlamento inglés y en el Español.
Así lo expresa William Greene en su vida de Matamoros:
Los ingleses no estaban ociosos mientras dominaba en España el reino del terror contra los protestantes. Se presentaron varias comisiones al conde Russell, ministro de Negocios Extranjeros. Los periódicos vinieron en su auxilio, y de día en día la voz de la pública simpatía se escuchó mas vibrante. Se enviaron peticiones a las Cámaras. Se hicieron rogativas, pero el día del Señor para la libertad, no había llegado. No vemos las cosas como Él. Una de las peticiones enviadas a las Cámaras de los Comunes, después de referir muchos de los padecimientos y persecuciones de nuestros hermanos, terminaba con las siguientes palabras:
«Que los peticionarios saben que por las leyes de España, no se profesa mas religión en ella que la católica romana, y no se tolera ninguna otra forma de culto; y que si alguien se separa de la Iglesia católica romana, queda sujeto por este solo hecho a varios años de presidio.
»Que los peticionarios temen que la persecución actual, tan tiránica contra los protestantes en España por el clero romano, es con el fin de exterminar si posible fuera la religión protestante en aquel suelo.
»Que así como los católicos romanos tienen en este país amplia libertad de culto, los peticionarios encarecidamente ruegan a la digna Cámara adopte medidas convenientes para alcanzar del Gobierno de S. M. que solicite la cooperación de otras potencias protestantes, o de otro modo, para hacer una representación con la que se pueda obtener del Gobierno español, por negociación pacifica y amistosa, la seguridad de que se suspenderán semejantes persecuciones. Y los peticionarios orarán siempre por vos.
»El periódico
Moming-Post publicó algunos artículos notables: a continuación trascribimos el extracto de uno de ellos:
«Puedo añadir que la salud de Matamoros, siempre delicada, está hoy muy decaída a consecuencia del rigor de su prisión.
»Como la cuestión se va a tratar pronto en el Parlamento, anhelo, por mediación de su periódico, fijar la atención de los miembros de ambas Cámaras en los hechos. Inútil es que diga que es un principio preciso de derecho internacional que las naciones pueden intervenir en auxilio de sus correligionarios cuando se les persigue tiránicamente. Nadie piensa en una intervención armada; pero ¿no podría el Gobierno inglés (si sus reclamaciones eran desatendidas), influir con otros Gobiernos, el de Prusia, Holanda, Suecia, Bélgica, y probablemente Francia, para que se uniesen a él y procurar recabar del Gobierno español que anule la ley que castiga el protestantismo como un crimen? ¿Y no podría pasarse una nota a nuestros cónsules y vice-cónsules en España para que demuestren cuanta simpatía puedan a todos los perseguidos por protestantes en aquel país, como se hizo con nuestros cónsules en Siria y Turquía cuando ocurrieron iguales persecuciones? Supongamos que en nuestro país publicásemos una ley condenando a presidio por cuatro años a cuantos profesasen el catolicismo romano, ¿no reclamarían los católicos romanos? Existe un convenio con España con respecto a la trata de esclavos; ¿es imposible hacer otro convenio con ella para que abandone lo que virtualmente es la Inquisición? (El celo, la vehemencia y obstinación en reiterar las demandas y reclamaciones frecuentemente consiguen grandes cosas.)
»Es muy probable que Matamoros y Alhama padezcan tan prolongados tormentos, que al fin mueran; pero no es de suponer que la cuestión termine con ellos. Revivirá en otros cien casos, y debemos estar preparados para remediarlo.
»Se ha dicho, y lo creemos muy bien, que el Gobierno español se desentendería muy contento de estas persecuciones, pero sufre en la actualidad la presión del clero y de las Cortes. Si esto es cierto, es una razón mas para redoblar nuestros esfuerzos. Incluyo mi tarjeta, y me ofrezco como su mas atento servidor,
Angucanus.
Los métodos tradicionales de control de las mentalidades por parte del catolicismo español comienzan a cuestionar su validez a partir del Sexenio democrático, es decir desde 1868 a 1874. Desde esa fecha de la Gloriosa en que el general Juan Prim comentó al pastor Juan B. Cabrera
[iii] que ya podían pasar a España con la Biblia bajo el brazo y donde muchos cristianos evangélicos escondidos salieron a predicar por todos los rincones, el frente católico no tardó en reaccionar. A partir de 1868, abundan sermones, pastorales, folletos que explican la importancia de la prensa católica para la defensa de los intereses religiosos:
Aunque sabemos que la salvación de los pueblos debe venir con la palabra evangélica [...] tampoco desconocemos que allí donde no puede llegar la palabra del sacerdote, bien sea porque unos cierren los oídos para no escucharla rehuyéndose acudir al templo santo, o bien sea porque el frío de la indiferencia y de la incredulidad se vaya apoderando progresivamente de otros, es de todo punto necesario lo hagamos llegar por medio de la imprenta para que ésta trasmita en alas del vapor la verdad hasta el último rincón donde el error tiene sus guaridas
[iv].
Sin embargo la iglesia católica no gastó demasiada munición antiprotestante en el primer tercio del XIX, preocupada en otros menesteres más provechosos como era la recaudación de los diezmos y en defender que los bienes de la iglesia fueran intocables. Estos eran algunos de los títulos :
El dominio sagrado de la Iglesia en sus bienes temporales. Cartas contra los impugnadores de esta propiedad, especialmente en ciertos libelos de estos tiempos. Y contra otros críticos modernos, los cuales, aunque la reconocen, impugnaron la libre adquisición a pretexto de daños de amortización y economía política. Escribíalas D. Pedro de Inguanzo y Rivero, diputado en las Cortes extraordinarias de Cádiz, año de 1813, hoy Obispo de Zamora. Salamanca: en la Imprenta de D. Vicente Blanco. Año de 1820 y 1823. Mi opinión sobre el diezmo, por D. P. J. Pidal, diputado por Asturias. Madrid: 1838. Imp. de D. E. F. de Angulo. 4.º, 14 más V páginas.
Reflexiones sobre la continuación, supresión o modificación del diezmo, por D. J. J. B. Madrid, 1838. Imp. de D. Miguel de Burgos. 4.º, 51 páginas.
De la naturaleza y efectos del diezmo, por D. Wenceslao Toral. Madrid, 1838. Imp. de D. Miguel de Burgos. 4.º, 64 páginas. (Es en favor del diezmo.)
Voto particular sobre dotación del culto y clero, y discurso en sustentación del mismo voto, pronunciado en el Congreso de los diputados en la sesión del día 10 de junio de 1840, por el brigadier de infantería D. Luis Armero y Millares, consejero de la Clase Militar en el extinguido Supremo Consejo de la Guerra, y diputado por la provincia de Pontevedra. Madrid, julio de 1840:imp. de D. Miguel de Burgos.
Exposición que dirigen a las Cortes varios partícites legos en diezmos, en reclamación del proyecto de ley presentado a las mismas por el Excmo. señor Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda, sobre el modo de ocurrir a la dotación del culto y del clero, e indemnizar a los partícipes legos y al Estado, del importe de sus percepciones en diezmos. Madrid, imp. de D. Norberto Llorenci, 1839. 4.º, 20 páginas.
Memoria leída en la sección de Ciencias Políticas y Morales del Ateneo de Madrid el 15 de febrero de 1837, sobre si conviene o no abolir los diezmos en España, por D. Manuel Alonso de Viado.Madrid, imp. de D. Tomás Jordán, 1837. (En favor del diezmo.) 4.º, 16 páginas.
Memoria sobre el diezmo, por D. Félix José Reinoso (en el tomo II de sus Obras, publicadas por los Bibliófilos de Sevilla).
Como documentos oficiales véanse:
-Proyecto del Gobierno de S. M. para sufragar los gastos del culto y la manutención del clero, y sobre la subrogación de las rentas decimales, supuesta la abolición del diezmo. Madrid, en la Imprenta Nacional, 1837. 4.º, 51 páginas. (Memoria presentada por Mendizábal.)
-Proyecto de ley para la subrogación del diezmo y primicia, suprimidos, que presentó el Ministro de Hacienda en el Congreso de los señores diputados el día 14 de septiembre de 1839. Madrid, en la Imprenta Nacional, 1839. 4.º, 18 páginas.
-Dictamen sobre la reforma y arreglo del clero, leído a las Cortes en la sesión de 21 de mayo de 1837. 4.º, 17 páginas.
[i]Podemos encontrar reflejada la prensa católica en los libros siguientes:
Prensa y propaganda católica: (1832-1965) José-Leonardo Ruiz Sánchez. Universidad de Sevilla, 2002; Iglesia, prensa y sociedad en España: (1868-1904) Solange Hibbs-Lissorgues Editor Instituto de Cultura "Juan Gil-Albert" y Diputación de Alicante, 1995;
La prensa católica catalana de 1868 a 1900
de S Hibbs-Lissorgues; Dos siglos de prensa católica escrita en España, en la revista de historia contemporánea Aportes, de Editorial Actas, 2003
[ii]Clericalismo y asociacionismo católico en España: de la restauración a la transición : un siglo entre el palio y el consiliario. Alfonso Botti, Julio de la Cueva Merino, Ángel Luis López Villaverde. Universidad de Castilla la Mancha 2005
[iii]Esta es la anécdota del General Prim: “¿Son Vds. de aquellos que fueron condenados en Granada porque se decía que no eran buenos cristianos? Sean Vds. bienvenidos. Desde hoy en adelante habrá libertad en nuestra patria, verdadera libertad, y concluyó la tiranía. Cada hombre será dueño de su conciencia, y podrá profesar la fe que mejor le parezca. Ustedes pueden volver a su país en el primer vapor que salga, y están en libertad de entrar en España con la Biblia bajo el brazo, y predicar las doctrinas en ella contenidas ". (Palabras del General Prim, según las anotó Juan Bautista Cabrera en 1868 en su Diario).
[iv]Ó el catolicismo, ó nada, ó sea, Examen de todas las religiones hoy dominantes ante el tribunal de la razón Autor Pedro de la Torre y del Pozo Editor Magriña y Subirana, 1869. Pág., 6
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