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2ª reforma protestante en España (19)
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2R: protestantismo español, 1869 ¿éxito o fracaso?

Una visión del progreso del Evangelio en España desde las mismas primeras congregaciones puede reflejarse en una carta de Manuel Matamoros en 1861.
ORBAYU AUTOR Manuel de León 17 DE JUNIO DE 2012 22:00 h

Se dice que el escaso éxito del proselitismo protestante no es imputable al clero católico y a un ambiente popular hostil, como queriendo quitar importancia a este hecho de violencia continuada por parte de la sociedad católica contra el protestantismo. Rebatir intelectualmente la hostilidad clerical, en estos tiempos parece improcedente porque la iglesia católica ya no se muestra de aquella manera y por tanto se considera casi una falta de respeto porque para los autores católicos no les parece un juicio objetivo. Sin embargo mantenemos que el clero usó la violencia hasta usar las pistolas[1], manipuló al pueblo que estaba ignorante de religión y lo llenó de superstición.

Se dice que parte del trabajo de los misioneros extranjeros fue realizado con poco tacto, desconociendo el medio y la psicología de los españoles. Que faltó colaboración, que hubo rivalidad entre las Sociedades que operaban en España, que no hubo líderes carismáticos, que la devoción de los españoles basada en una religiosidad exterior se cambió por una más intimista y por tanto menos visible. Que ni Usoz, ni Ruet, ni Matamoros eran líderes carismáticos y que Rule y Borrow que si poseían esas cualidades eran extranjeros. Que como mucho se puede reconocer que estimularon al clero sacándolo de su sopor y reavivaron el nivel intelectual y la labor pastoral del catolicismo español.

Sinceramente sigo creyendo, y lo iremos demostrando, que no se le puede achacar al protestantismo su mucha o poca extensión e influencia en estos inicios de la Segunda Reforma por el trabajo descoordinado o bisoño de los misioneros y las Sociedades que los apoyaban. No hemos de olvidar que estos misioneros extranjeros eran muy bien vistos por los españoles, respetados por su honradez y su virtud.

Que hubiese algún caso concreto de malentendido entre algunos de los componentes del equipo de cada Sociedad misionera, ya se encargaban los católicos de divulgarlo. No olvidamos los libros de Ramón Bon: Líos protestantes: noticias verdes, coloradas, escandalosas, verdaderas, de varias capillas protestantes en España, de sus pastores misioneros y feligreses …;y otro por el mismo estilo Examen de los principios, doctrina y religión teórica y práctica de las sectas protestantes que se conocen en España" por Ramón Bon Rodríguez ex-pastor protestante.

Sin embargo el problema concreto y material de Bon no pasaba de un dolor de muelas y un mal estado de la boca cuyo arreglo no podía sufragar pues las Sociedades bíblicas y otras de ayuda no tenían el dinero en abundancia como insidiosamente señalaban las fuerzas católicas[2]y no pudieron socorrerlo. Sin embargo si pudieron sufragar los gastos de Bon el obispo de León y su tío el canónigo que le manipularon sicológicamente para conseguir su retractación o abjuración y usarlo para el desprestigio de los protestantes.

Decir pues que no es imputable al clero católico y al ambiente popular hostil el crecimiento del protestantismo es una de esas mentiras que terminan creyéndose verdad. Es lo mismo que otra expresión que sigue repitiéndose constantemente: “La propaganda protestante se dirigió a ambientes populares y marginados. Solo en los pueblos las misiones de los jesuitas encontraron propaganda protestante. En las ciudades apenas se notaron sus efectos”[3]. Era normal que las ciudades estuviesen menos controladas por el clero y por tanto los convertidos estaban más disueltos en la sociedad. No era lo mismo en un pueblo que un solo protestante era suficientemente visible como para que el cura y los misioneros jesuitas apareciesen con todas sus malas mañas para convertirlos. Lo de malas mañas casi es un eufemismo, pues se empezaba coaccionando al converso con la familia, visitando el cura a cada miembro para que le hiciese ver la vergüenza que le ocasionaba a estos y al pueblo, siempre tan devoto de su santo patrón o patrona. Si este permanecía fiel al Evangelio, se le hacía la vida imposible. Se le negaba la escuela a sus hijos, se les negaban hasta los derechos más elementales como podían ser el enterrar a sus muertos o casarse, se les echaba de los puestos de trabajo y un largo etcétera de palabras y de hechos que iremos relatando.

Hemos de reseñar también que hubo pueblos en los que fue más fácil la penetración del protestantismo al ser simpatizante o converso el alcalde o alguna persona influyente. Algunos pueblos, cansados del cura por abusos de autoridad manifiestos, pidieron “curas protestantes” que les viniesen a explicar la Palabra de Dios. Casos como el de Noreña y Besullo en Asturias, Toral de los Guzmanes en León, Camuñas (Toledo)y otros como Villaescusa en Zamora, etc., reflejan que el protestantismo impactó en los pueblos y por tanto no había un ambiente popular hostil como se dice. Solo cuando los pueblos eran manipulados por el clero, que se creía con todos los derechos adquiridos, era cuando fueron vapuleados y expulsados colportores y evangelistas.

El protestante Ángel Herreros de Mora, ex jesuita, en una especie de Biografía[4]describía la situación de España de manera desoladora por causa de los sacerdotes de la Compañía de Jesús. El tema era fácil y recurrente en aquellos días desde que en 1767 habían sido expulsados de España, pero con idas y venidas en las que muchos de ellos fueron asesinados. Sin embargo Herreros de Mora se fija en el modus operandi[5]y en los resultados que los jesuitas habían traído a las naciones católicas como España. “Al igual que todos los demás países donde la influencia de los seguidores de Loyola es la predominante, España está ahora, sin crédito, sin influencia, y casi reducida a la insignificancia absoluta. Como la infeliz Italia, enterrada en la indolencia, como Portugal, en peligro de extinción en el mapa de Europa, como Polonia, cubierta con desprecio, como América del Sur, entregada a la anarquía, hasta que casi podría parecer que Dios la había abandonado”.

“A veces, este Instituto ha sido perverso, aparentemente reprimido, pero aún vive, y en este día se come por fuera, como un cáncer, la vida misma de la una vez gloriosa España. Es el escándalo de la cristiandad y la civilización, que ahora más que nunca, domina sobre todo en el poder, e incluso sobre el mismo trono. No solo tiene la posesión de la sociedad, sino que tiene las riendas del Estado, mantiene en sumisión vil del Soberano los sucesivos gobiernos y al mismo pueblo, y a la vez se hizo rica y poderosa por el poder de la Propaganda, por sus propias imposturas de aparentar piedad, y por su política astuta. Desde el momento en que el jesuitismo entró en España, no ha habido una verdadera religión. El Evangelio está prohibido hoy nada menos que en los Estados del Papa de Roma, y las Sagradas Escrituras, que se encuentran cubiertas de polvo en las estanterías de algunas librerías antiguas, son desplazadas, en otras partes, por una religión oficial, que excita el entusiasmo sólo por su extravagancia, y no por la sencillez, sino por lo grotesco que degrada la comprensión de los más ignorantes: una religión mecánica y material, a veces impía, porque incluso el Ser divino ahora se representa como el ministerio de impostura mediante la emisión de cartas autógrafas para engañar y corromper a la multitud. Esta religión puramente sensual, se las ingenió para hacer que la gente se olvide de sus sufrimientos y opresión continua, alternando las Lamentaciones de Jeremías con los espectáculos de teatro de Rossini, y ahora con el devotos Santa Clara, una y otra vez con la hermana Patrocinio y sus llagas o el famoso crucifijo que guiña el ojo y sangra, o con el baile en las iglesias, más interesante por las piruetas del famoso petit-pas”.

La persecución sobre él y su familia que describe Herreros es un cúmulo de intrigas e intimidaciones que no solo se plasma en este libro, sino en otros como La inquisición resucitada[6] y también La iglesia de Jesucristo en Españaimpresa por la Sociedad de Tratados de Nueva York, 1869, obra un tanto polémica frente al catolicismo, que describe la historia de la iglesia en España como prolongación de la iglesia primitiva y su continuidad con el protestantismo español.

La tolerancia religiosa surgió y se desarrolló por la Ilustración y el Liberalismo que abrieron el pensamiento a la idea de libertad y a la relativización de los dogmas religiosos. Sin embargo la reacción de la iglesia católico-romana en España fue de enfrentamiento sin paliativos en todo el siglo XIX a pesar de las cinco encíclicas de León XIII. Los momentos en los que apuntó una cierta libertad religiosa teórica como en el Sexenio Revolucionario (1868-1874) y la Segunda República (1931-1936), la libertad religiosa en términos de igualdad individual no se ha conseguido nunca en España.

Hoy en día, con la ley actual de libertad religiosa en la mano, los protestantes siguen discriminados colectivamentey sus derechos no se consideran como algo personal e inherente al individuo y ajeno a los derechos históricos o de tradición. Los católicos del XIX consideraban que los evangélicos provenientes de Gran Bretaña, Francia o Alemania pretendían introducir su fe cristiana y por tanto ellos estaban dispuestos a defenderse del “veneno” del protestantismo.

Raymond Carr subraya cuán violenta fue la reacción de la Iglesia católica frente a los propagandistas protestantes. La jerarquía eclesiástica contó con el apoyo incondicional de los gobernantes para sofocarla. Eso explica que la implantación protestante en España fuera larga y lenta, como le ocurrió a la Reforma alemana en el siglo XVI aunque hubiese príncipes que obligaron a sus súbditos a abrazar el protestantismo. No hubo en España tiempo para la libertad de pensamiento. Para Castelar esto suponía la raíz de la decadencia que hacía de esta país “un cadáver inmenso en el laboratorio de la historia, enseñanza para las naciones de los peligros de entregar la Constitución a una Iglesia intolerante”.[7]Carr también sostiene que el resultado fue escaso sin aportar un baremo o unas percepciones de los protagonistas. Cita sin embargo al representante de la Sociedad bíblica Británica y Extranjera que en 1884 informaba que “la Palabra de Dios ha sido difundida tan ampliamente en el país que le parecía imposible que se pudiera desarraigar”.

¿Estarían pensando en el siglo XIX con lo ocurrido con la Inquisición en el siglo XVI que lo extinguió todo y no dejó ningún pábilo que humease?

Raymond Carr repite las ideas de Castelar sobre un protestantismo “demasiado frío”, prefiriendo los españoles el ateísmo o las ideas krausistas que no parecían tan protestantes. No se daban cuenta Castelar ni Raymond Carr que los hombres que vinieron a España procedían de los avivamientos europeos y del gran Despertar y eran hombres de fuego, empujados por ideales que anhelaban transformar corazones de piedra en corazones de carne, con vidas tan cambiadas que ya no vivían para si, sino para realizar cambios y progreso en la cultura, en la economía, en las ciencias, resultando ser una fuerza de cambio social y espiritual sin precedentes. El representante de la Sociedad Bíblica se daba cuenta de que, a pesar de todos los inconvenientes, el arraigo del protestantismo estaba conseguido en España. ¿Era un informe optimista? ¿Cómo lo veían los jesuitas en sus misiones contra el protestantismo?

Según Revuelta[8]“la presencia protestante que aparece en la documentación de los misioneros jesuitas se manifiesta en tres grados o intensidades: 1º la existencia de Biblias y Escritos (tratados), que demuestran la intensa labor de los colportores protestantes en su labor de siembra hasta en los pueblos más retirados. 2º la existencia de pequeños grupos de protestantes aislados que mantenían sus creencias sin contar con un lugar de reunión ni con la presencia estable de un pastor. Y 3º la existencia de comunidades organizadas con escuela y capilla bajo la dirección de un pastor.

El hallazgo de biblias y libros protestantes no era raro y se consideraba normal en el expurgo que solía hacerse de los malos libros de todo género, cuya recogida o destrucción era uno de los frutos de la misión. A veces, sin embargo, los libros protestantes son mencionados expresamente. Se encontraban escritos protestantes en los lugares más insospechados, como en algunos pueblos del Cerrato palentino o del partido de Peñafiel (en Baltanás, Cevico de la Torre y en Vertavillo, así como también en Canalejas y Fombellida de Esgueva donde se quemaron montones de ellos). En Miguelturra (Ciudad Real) en Malpartida (Cáceres) también hubo recogida de biblias protestantes. En este último se las quemó en la hoguera mezcladas con novelas inmorales y la gente cogió tal aborrecimiento a los malos libros que, temiendo ser engañados llevaban los mejores devocionarios al misionero (jesuita) para que los revisase”.

Estas misiones católicas o jesuíticas fueron más abundantes a partir de 1869 pero para estas fechas, como hemos podido ver, España estaba inundada de la Palabra de Dios hasta en los pueblos más apartados, como en Mosende (Pontevedra) que quemaron biblias y al saltar las chispas gritaban “ei va o demo”. Los misioneros -dice Revuelta- sentían horror y desprecio ante la propaganda protestante, como si las bienaventuranzas y las parábolas de Jesús, los Salmos o el Cantar de los cantares que estaban en la Biblia fuesen anticristianas o de otra religión. ¡Que ignorancia! ¡Que poco amor por la Palabra de Dios!

Uno de los personajes que fue azote de los protestantes, era el entonces obispo y despuéscardenal Monescillo[9] que encarna aquel espíritu violento y mal intencionado que combatió los primeros pasos del protestantismo del XIX. Su lenguaje no solo es peyorativo sino envuelto en falsedades y calumnias e identifica al protestantismo con el liberalismo. Lo considera el “padre de las revoluciones” “cizaña de la raza satánica” “egoísta y rebelde” y el origen de todos los males. Su visón de la teología protestante es muy poco exacta, superficial y por consiguiente negativa -dice Sanz de Diego-. Sin embargo hemos de reconocer que su oratoria era demoledora sabiendo usar los elementos de duda o desconocimiento como sabias respuestas. Así dice que el protestantismo “deja a las almas sin el consuelo de la reconciliación, sin la dulce alegría de adorar a la Majestad Divina y sin el placer de gustar el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Predicando, además, contra el Purgatorio, incomunica a los vivos con los muertos” Con tales barbaridades así expresadas y otras que añadiremos seguidamente ¿alguien puede dudar que tales palabras creasen confusión y preparasen a los indecisos o ayunos de religión para el ateísmo y la increencia?¿Quien podía creer en un cristianismo con personajes de tal especie?

Al intentar desprestigiar a las misiones protestantes se desprestigiaban a sí mismos y de manera indirecta daban prestigio a la predicación evangélica, porque si su actividad era infructuosa ¿porqué no ser compasivos con ellos? Dice: “Las misiones protestantes llevan en si mismas el sello de la infecundidad y el genio de la discordia. Suponen al hombre sordo-mudo, alelado...(...) Dejan a los pueblos sin credo y a las almas en la deplorable oscuridad de la duda. En vez de fe y religión llevan a las gentes el espíritu de emancipación y de independencia. No fue la Reforma otra cosa que un atrevimiento, una negación intolerable. Sus templos son como el vestíbulo que da paso libre a la incredulidad y al ateísmo. De ahí es que los países protestantes fueron la cuna del racionalismo socialista, de suyo insociable.”

Otra de las Sociedades que intervino en España fue la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera[10] de Londres en 1836. Con Jorge Borrow se imprime el Nuevo Testamento (1837) pero sin notas, aunque todavía era de Scio de San Miguel que junto a Torres Amat eran las únicas traducciones católicas de la Biblia, pues la Sociedad desconocía las versiones de Reina –Valera. Sabemos por su libro La Biblia en España que repartió folletos, prospectos y opúsculos como lo hizo Graydon en la zona de Levante, para que fuesen instrumento para la salvación–dice- “¡Cuánto libro abandonado a las olas aborda a remotas playas y allí sirve de bendición y consuelo a millones de gentes que ignoran su procedencia!”

Una visión del progreso del Evangelio en España desde las mismas primeras congregaciones puede reflejarse en una carta de Manuel Matamoros en 1861:

· Me pregunta Vd. si los principios cristianos progresan rápidamente en España. En este desventurado país, donde la voz de la prensa está ahogada, la publicación de todo lo que no es católico está prohibido; la distribución de la Palabra de Dios, la señal para la persecución, como también de cada libro que tiende a enseñar la verdadera religión predicada por Jesús: la encarcelación de tantos cristianos como sea posible, como recientemente ha sucedido; la quema en las plazas públicas de Barcelona y Córdoba de infinito número de libros, por la sola causa de no estar conformes con la corte eclesiástica de Roma y con los principios que ella sostiene y defiende, dando interpretaciones forzadas a las elásticas leyes de España para perjudicar a los cristianos españoles; y por último, recurriendo a los mas innobles manejos del crimen para conseguir oscurecer la verdad, no puede avanzar la obra rápida.
· »Sin embargo, contra estas barreras que la tiranía presenta y sostiene con el celo infatigable, Vds. nobles y decididos soldados de Jesús, han presentado una vanguardia numerosa, digna y magnánima del cristianismo como sonoros ecos del espíritu cristiano, representando sus aspiraciones, y haciendo ver a nuestro Gobierno que el cristianismo establecido en la tierra, pide para todos la mas amplia libertad de conciencia.
»A pesar de todo, querido hermano, si la civilización no ha abierto, cual debiera haberlo hecho, las puertas de esta desgraciada y atrasadísima nación; si aun ha sido impotente para difundir su luz en esta tierra, en escala tal que si no era completa fuese al menos proporcionada; su espíritu, con todo, no es extraño en este suelo, y gracias a eso y al siglo en que vivimos, rompe sus cadenas, vengan de donde quieran.
»La opinión pública se ha ocupado mucho de esta cuestión, hasta aquí latente en España, y su fallo ha sido en lo general que hay un futuro para España. Sí, amado hermano; lucirá un día brillante sobre la obra evangélica en España. Si no temiese, porque es muy posible, que interceptaran esta carta, diría a Vd. los nombres de aquellas personas que me han pedido tomar una parte activa en la obra de evangelización; le diría que su influencia es como su posición, y seguramente se regocijaría infinitamente, como lo he hecho, al ver los frutos de sus esfuerzos bendecidos por nuestro Padre celestial. Podría darle un largo catálogo de los frutos de su afición cristiana que ha llegado a noticia de todos y producido su efecto en todas las almas. No pasa un día sin que reciba cartas de diferentes puntos de la Península, en que se me manifiestan iguales deseos.
»En… tengo seguridad positiva que la obra de evangelización se desarrollará por sí misma rápida y sólidamente, así bien como en una manera consoladora y cristiana, y que será como una chispa eléctrica…para toda la provincia de …, y será de un grandeefecto en España, por medio de la gran influencia moral que la opinión de aquella parte del país, sin duda la mas civilizada de España, ejerce en toda la Península. Hubiera deseado que mi prisión se hubiera efectuado un año mas tarde, ¡oh, solo un año! y 14 ó 15.000 españoles, declarándose protestantes, hubieran pedido a las Cortes la libertad de cultos y la tolerancia que necesitamos. No dude Vd. que este paso gigantesco hubiese causado la admiración de Europa y el oprobio de los tiranos. Aun se dará ese paso, no hay duda, pero hoy seria prematuro. España no es un país estéril para sembrar la semilla del Evangelio; he ido a las moradas mas humildes, y he entrado en las casas de la aristocracia; he alternado con los humildes y con los orgullosos; he explorado, por último, cuanto he podido, y la evidencia me ha demostrado lo suficiente para conocer lo que se puede esperar de esta desventurada nación. Sin embargo, hoy mas que nunca confío mucho en el porvenir. No dude Vd., amado hermano, que el porvenir será lisonjero para la obra del Señor en esta clásica tierra de la tiranía; sus esfuerzos, hechos patentes al mundo, prometen mucha prosperidad a la santa causa del Evangelio. Cuando llegue esa época haremos mas progresos en un mes que ahora en un año. No dude Vd , por fin, que tendrá el consuelo de regocijarse en el progreso rápido, y acaso en el triunfo completo, de la gran obra preparada para esta pobre nación, en la cual tan gran parte ha tomado Vd., y este regocijo pronto lo sentirá Vd. con la protección de Dios.




[1]Así narra George Laurence un incidente:“Hoy tuve otro susto, y también mi esposa. Un supuesto vendedor de las Escrituras, un ex sacerdote a quien yo rehusé emplear en Madrid, pero que ha sido enviado hasta aquí por otros, me desafió a luchar con él con espada o pistolas, o me escupiría como a un asno protestante. Como no me indicó ninguna dirección, y desde entonces ha dejado la ciudad, no he podido contestarle, si no le habría invitado a disparar sobre su sombra…”
[2]Decía el obispo de Jaén: “hay impiedad y más que impiedad ignorancia. No hay capillas protestantes, ni siquiera un disidente. Los pocos que tal cosa afectaron, era por tomar libros gratis y darlos por un vaso de vino o por recibir unas pesetas”
[3]La Compañía de Jesús en la España Contemporánea. Manuel Revuelta González. Este autor sostiene las mismas ideas de Juan B. Vilar pero no las documenta.
[4]A narrative by Dn. Angel Herreros de Mora of his imprisonment by the "Tribunal of the Faith" and escape from Spaintranslated by W.H. Rule, with an introduction by the translator. Published 1856 by A. Heylin in London .
[5]La “Monita secreta” o Instrucciones reservadas de los jesuitas” eran indicaciones “con el fin de sacarlestoda la mayor cantidad de dineroposible”. Vease ¡Pobres jesuitas! de Fernando Garrido
[6]The inquisition revived AutorAngel Herreros de Mora Editor A.D.F. Randolph, 1857
[7]España (1808-1975) Raymond Carr. Editorial Ariel, 2000. Pág. 340
[8]La Compañía de Jesús en la España contemporánea V. 2. Manuel Revuelta González pág. 281
[9]Medio siglo de relaciones Iglesia-Estado: el cardenal Antolín Monescillo y ... Escrito por Rafael Sanz de Diego
[10]Se estableció en Madrid en el primer tercio del XIX como Depósito de Libros Religiosos y Librería en calle Leganitos 4
 

 


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