La República también había creado un ambiente de libertad, pero es evidente que un sector de la población española anticlerical y resentido comienza a quemar iglesias católicas y alguna protestante, provocando una reacción en cadena de violencia callejera donde son asesinados un significativo número de eclesiásticos y también algún pastor.
No hemos de olvidar que los evangélicos siempre hemos sido perseguidos por los bandos en contienda, republicanos, monárquicos o franquistas, como también por los católicos.
Los años de 1936 a 1939 son de declarada persecución religiosa. Desde esa fecha hasta el año 1978 la libertad religiosa desapareció y en el bando de los triunfadores de la Guerra Civil del 36 estaban los católicos. En julio de 1937 los obispos españoles habían expresado sus ideas apoyando el nacional-catolicismo en una
Carta Colectiva[i] y dejaban ver que “la Constitución y las leyes laicas que desarrollaron su espíritu fueron un ataque violento y continuado a la conciencia nacional. Anulando los derechos de Dios y vejada la Iglesia, quedaba nuestra sociedad enervada, en el orden legal, en lo que tiene de más sustantivo la vida social, que es la religión”. Los obispos proyectaron lo que llevaban dentro cuando decían: “El pueblo español que, en su mayor parte, mantenía viva la fe de sus mayores, recibió con paciencia invicta los reiterados agravios hechos a su conciencia por leyes inicuas; pero la temeridad de sus gobernantes había puesto en el alma nacional, junto con el agravio, un factor de repudio y de protesta contra un poder social que había faltado a la justicia más fundamental, que es la que se debe a Dios y a la conciencia de los ciudadanos”. Era evidente que
entre las "leyes inicuas” estaba la referida a la libertad religiosa.
Detrás de estos datos se esconde una realidad que expresa sin disimulos este informe vaticano y que no es otro que el atrincheramiento eclesiástico y de los obispos.
En
Cincuenta años de vida germano-evangélica en Madrid (Fünfzig Jahre Evangelisches Deutschtum in Madrid) de Vilhelm Albrecht (1864-1914) narra las primeras peripecias de los protestantes alemanes en diversas partes de España
[ii], donde, por ejemplo en Málaga en 1904 ya existían unos 250 miembros pero que diez años después la congregación fue disuelta.
Algo parecido narra en una carta el pastor de Valladolid, Manuel Carrasco
[iii], que estudió teología en Ginebra, quien después de haber tenido una congregación de cerca de 1000 creyentes, fue reduciéndose paulatinamente debido a dos causas fundamentales: las revoluciones republicanas y el catolicismo beligerante. Afirma Delpech
[iv] en “
Les Protestants en Espagne” que la masa obrera, en su mayoría, ha desertado de la casa de Dios, siendo los extramuros de las grandes ciudades como islotes de irreligiosos. Las zonas mineras e industriales les ha ocurrido lo mismo, pudiendo percibir que la clase media e incluso en la aristocracia el mismo fenómeno de deserción y de grave crisis religiosa.
Los medios que usó el catolicismo español contra el protestantismo en Madrid para contrarrestar la predicación y la influencia social fueron además de la “Obra de la preservación de la fe” donde estos seguían todos los pasos de los protestantes para enfrentarlos y perseguirlos, también la “Asociación de Señoras Católicas de Madrid”que se fundó precisamente en la época revolucionaria del 1869 para propagar la enseñanza católica. En el informe se explicaba la labor de la Asociación: “Sostiene actualmente 54 escuelas, de las que 23 son de niños y 31 de niñas. De estas escuelas, 33 están confiadas a religiosos y religiosas de diversos institutos y en ellos reciben una educación cristiana 10.600 niños. Existen además otras escuelas confiadas a Institutos Religiosos en las que se educan 20.983 pequeños. Faltan todavía muchas escuelas católicas en las que miles de niños abandonados pueden educarse cristianamente y se hallan alejados de la enseñanza herética protestante”.
Como podemos ver esta Asociación promovía las escuelas católicas a la manera de las escuelas evangélicas, aunque dentro del espíritu de “salvar el hogar, la patria y la religión
[v]” no importando tanto la gran necesidad social y educativa existente. Por el mismo motivo se crearon Escuelas dominicales católicas en Madrid en 1878 para contrarrestar el éxito que tenían las Escuelas dominicales evangélicas. Dice Manuel Revuelta
[vi] en tono de sinceridad: “Es el tiempo de las grandes iniciativas: colegios católicos, escuelas nocturnas y dominicales, asociaciones culturales, benéficas y asistenciales de carácter confesional, eclosión de la presa católica, fundación de congregaciones religiosas femeninas. Todo un bullir de vida religiosa católica,
en un movimiento de defensiva, si se quiere, frete a las amenazas de protestantes o internacionalistas, pero también de afirmación fecunda de los valores propios”
[i]Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo el mundo con motivo de la guerra en España. Pamplona – Gráficas Descansa 1º de Julio de 1937
[iii]Publicó Manuel Carrasco en Ginebra (1880)
“Alfonso y Juan de Valdés” [iv]The oppression of Protestants in SpainAutor Jacques Delpech EditorBeacon Press, 1955;
Los protestantes oprimidos en EspañaAutor Jacques DelpechEditorCasa Unida de Publicaciones, 1960
[v]Dios, patria y hogar: la construcción social de la mujer española por el catolicismo y las derechas en el primer tercio del siglo XX. Escrito por Rebeca Arce Pinedo. 2008
[vi]La Compañíade Jesús en la España contemporánea: Supresión y reinstalación (1868-1883)Manuel Revuelta González. Sal Terrae 1984. Pág. 283