Se dice que dentro de la espiritualidad del siglo XVI la sensibilidad religiosa conservaba aún la conciencia de pecado, porque en los jubileos se vendían indulgencias. Sin embargo esto conducirá a un abuso tan clamoroso, que la religiosidad popular se convertirá en mera curiosidad de la muerte, del satanismo y de la brujería. Las predicaciones populares degeneran en superstición por fomentar la devoción de los santos y las reliquias.
Pero el siglo XVI, además de ser tumultuoso y provocador de reformas, es un siglo rico espiritualmente y ajeno a muchas de las supersticiones. Con Jiménez de Cisneros y la Universidad de Alcalá, la renovación teológica da pasos positivos hacia la reforma deseada aunque nunca alcanzada. La conquista de los moros y las reformas de los Reyes Católicos buscan unificar la fe difuminada por el efecto de las tres culturas: moros-judíos-cristianos.
Pero, sobre todo, España se apasiona por la vida interior y la oración. Dice Dumeige: “Contemplativos o apostólicos, reformadores o fundadores, hombres o mujeres, sacerdotes o seglares, individuos o grupos, todo el mundo manifiesta una vitalidad espiritual de rara intensidad. El gusto por la Sagrada Escritura sirve de alimento a la piedad. La comunión frecuente se intensifica a lo largo de este siglo. El celo misionero empuja a los religiosos a nuevas tierras, adonde llevaran la doctrina y la espiritualidad cristiana.”
Sin embargo serán los nuevos vientos de la Reforma protestante los que provocaran un seísmo de tal magnitud que conmoverá los cimientos de Roma, con doctrinas como la salvación por gracia mediante la fe o el sacerdocio universal de los creyentes, que se alejarían de la vía del ascetismo como forma de salvación.
Entre 1520 -1540 las convulsiones espirituales tienen su asiento en personajes concretos:
la beata Francisca Hernández procesada en 1519;
fray Francisco Ortiz encarcelado en Toledo el año 1529 por un sermón predicado con demasiadas proposiciones luteranas;
don Fadrique Enríquez de Medina de Rioseco, quien se había propuesto evangelizar todo su señorío en 1525 con “Doce apóstoles”; el círculo vallisoletano de alumbrados-erasmistas-luteranos con nombres como
Juan López de Celaín,
los Cazalla, Vergara y Tovar.
Dice
Carmen Clausel (
[i]) que “
las diferentes aproximaciones modernas nos han enseñado a contemplar lo que hoy llamamos cisma protestante como el efecto, y no la causa, de ese hervidero espiritual que era la Europa de finales del siglo XV.”
En Castilla ya habían aparecido algunos signos de idénticas inquietudes que las europeas durante todo el siglo XV. Reformas como la
de Pedro de Villareces de la Orden franciscana, se plasma en las “
Satisfacciones” que junto con las de su discípulo
fray Lope de Salazar y Salinas formaran la punta del icebergs de una espiritualidad que considerara Melquiades Andrés, más fervorosa e íntima, más del corazón que dé la razón y alejada de los centros universitarios y de la ciencia bíblica. Señalará Andrés: “El desprecio inicial por la ciencia puramente académica es característico de muchos movimientos reformistas. Ellos son herederos y a la vez portadores cualificados de la oposición entre teología escolástica y mística, entre acción y contemplación [ ... ]. Villareces parte de ese desprecio inicial por la ciencia para el estado franciscano de vida”.(
[ii])
Sin embargo a principios del siglo XVI se insistirá más en la preparación intelectual y la teología bíblica que en los libros de espiritualidad mística que inundan España a partir de 1560.Las traducciones erasmistas inundan la Península y desde 1525 aparecerán libros como el de Luis Vives “
Instrucción de la mujer christiana” o la de Alejo Venegas publicada en 1537“
Agonía del tránsito a la muerte con los avisos y consuelos que cerca d´lla son provechosos” sobre la que Soraya Almansa
[iii] dice: “La conclusión final es que Venegas fue un autor cultivado, con un claro afán pedagógico como se demuestra en todos los datos que expone para apoyar la explicación. Es también clara la lección moral que se deduce en el glosario; no en vano se refiere a una finalidad espiritual como es la
Praeparatioad mortem. La noble empresa de acercar las doctrinas espirituales al pueblo llano, le otorga, sin discusión alguna, el distintivo de humanista cristiano: un hombre cultivado que contribuyó a la expansión del Romance y a una reciente disciplina lexicográfica.”
Serán también los erasmistas que, en numerosa representación, aportarán a la espiritualidad el elemento intelectual que la mística y las “betas revelanderas” le negó. Pero además de los humanistas biblistas, se entremezclaban los espirituales de tendencias múltiples, que unas veces rozaban la ortodoxia y otras la traspasaban rotundamente. Un ejemplo podía ser el de
Francisco de los Ángeles Quiñones, que por los años 1523- al 1528 será Ministro General de la orden franciscana, que era un amante de las letras a diferencia de los años anteriores en los que había un desprecio inicial por la ciencia para el estado de la vida espiritual francisca, pero que según Vázquez Janeiro ya los frailes reformados por Quiñones “consideraban que para ser perfectos religiosos y servir de edificación al clero y al pueblo se necesitaba sí una vida santa, pero hermanada con una competente formación intelectual, como prescribían las leyes de la Orden”.
Pese a su interés intelectual aparecerá mezclado Quiñones con la beata y visionaria Francisca Hernández, hospedada en Valladolid en casa de los Cazalla, Pedro y su esposa Leonor de Vivero, en cuyo círculo espiritual estaban los iluminados erasmizantes y luteranos, Tobar, Juan del Castillo, Miguel Eguía, Diego López Husillos o fray Gil.
Según Selke también recibía visitas Francisca del duque de Albuquerque, el marqués de Pliego (hijo del marqués de Villena), Bernardino Pimentel y según el testimonio de Leonor de Vivero también Quiñones: “e muchas vezes conversava e veya a el el de los Ángeles, que agora es cardenal [es decir, Quiñones, el general de los franciscanos, que luego fue cardenal de la Santa Cruz], y otras vezes por no yr el a do la dicha Francisca Hernández, la llevaron a San Francisco de Valladolid, y estava en el confesionario ... desde la mañana fasta medio día ... e yva atapada porque no la conosciesen los frayles del monasterio”, [ ... ] “desta villa de Valladolid de todas las ordenes veya entrar e comunicar con la dicha ... , muchos frayles; especialmente se acuerda de fray Fernando de Pantoja ... , fray Francisco Muñotello e fray Francisco de Gomarra, e otro que llaman Paradines, e otros muchos frayles de sant Francisco”. Pero aún hay más sobre las paradojas del intelectual Quiñones. Según se relata en el proceso de fray Francisco Ortiz, nos dice A. Selke que “Fray Ortiz se defiende, en su proceso, contra el cargo de insubordinación alegando que el padre de los Ángeles [Francisco Quiñones], gran admirador de la beata [ ... ] no sólo le había dado licencia para visitarla, sino que le exhortó “a veda todos los días” “cuando fuera posible”.
El convento de San Francisco de Valladolid refleja las profundas convulsiones espirituales del XVI. Por un lado algunos frailes fueron castigados con reclusión y cadenas por mantener relaciones con la beata como fray Diego, muy devoto de ella y a la que consideraba una santa. Por otro Quiñones (en 1529 ya era cardenal), que empeñado en espiritualidades más sólidas y trascendentes, también tenía veneración a una beata, embaucadora y peligrosa.
[i]Carro de las Donas (Valladolid, 1542): Estudio preliminar y edición anotada. Carmen Clausell Nácher
[ii]La teología española en el siglo XVI. Volumen I.- Melquiades Andrés Martín. BAC. 1976 426 páginas Pág. 91
[iii]Aportación de Alejo Venegas a la lexicografía áurea. Soraya Almansa Ibáñez. Universidad De Jaén
Si quieres comentar o