Unas veces en los castillos de los nobles, otras en los conventos y también en las casas. Iniciamos en los trece artículos anteriores de esta serie un somero repaso de algunos de estos cenáculos, que continuamos en el presente artículo.
CENÁCULO DE ZARAGOZA POR 1565
En el auto de fe de 1566 aparecen 69 condenados. Este grupo numeroso parece haber sido prendido por la Inquisición como consecuencia de haber encontrado en 1565 a
Andrés Miró que venía de París con un baúl lleno de libros “heréticos”. Miró había estudiado en Alcalá y se había trasladado a Lovaina donde se había convertido al calvinismo.
CONGREGACIÓN DE SAN SEBASTIÁN EN 1567
San Sebastián era el lugar ideal para la entrada del protestantismo en España. En numerosas ocasiones se habían establecido misiones de los franceses y los del Bearn, pero también en 1564 se intentó infiltrar una red de contrabando de libros y conocer quiénes eran los compradores y los caminos por donde se introducirían en la Península. En 1566 la gobernadora de los Países Bajos advertía a Felipe II de la llegada de una remesa de libros heréticos enviados desde Flandes. Durante el trascurso de 1567 el inquisidor Moral que visitaba San Sebastián y Fuenterrabía, escribió a Madrid: “me alarma que los luteranos de la Rochella dicen que tienen en San Sebastián ministros y que predican todas las noches, pero yo no los puedo descubrir”.
CONVENTÍCULO EN VALENCIA EN 1567
Aparece en 1567 un grupo protestante, en el que predominaban los hugonotes franceses, entre los que destacaban el teólogo francés
Jusepe Petripolli “gran luterano” y
Juan de Caudas “que hizo e fixo cosas tan enormes y feas que por ser de tal calidad no conviene que se pongan aquí”. Sin duda la Inquisición sabía callar lo que le convenía, pero también las penas impuestas en el auto de fe de 1568 serían muy duras al condenarlos a las galeras del rey a perpetuidad.
CONVENTÍCULOS EN MÁLAGA POR 1567
Si en el auto de fe de 19 de abril 1564
el sacerdote de Guillena, bachiller Alonso Rodríguez, abjuró de vehementi con graves penas, en 1565 sería quemado
Hernando de Santa Cruz, nacido en Málaga y condenado en Málaga. Pero además los conventículos siguieron apareciendo en Málaga por 1567 lo cual seguía alarmando a los inquisidores.
CONVENTÍCULO DE TERUEL EN 1568
Una vez eliminado el grupo de Pedralba los inquisidores se dirigieron al grupo de Teruel, concretamente al vicario de la iglesia de San Miguel y donde se detuvieron a seis vecinos y fue relajado uno de ellos en el auto de fe de 7 de junio de 1568.
Juan Hernández aglutinaba en su entorno un grupo de franceses y españoles, que como vicario general escondía con facilidad. Entre ellos estaba
Pedro Viella, bastante anticlerical, al que por la edad no lo mandaron a galeras,
Esteban Pueyo, reconciliado, y
Bartolomé Ferrer que pereció en la hoguera “por gran luterano, negativo en los errores”. Juan Hernández sería reconciliado en 1571.
CONGREGACIÓN EN BILBAO POR 1569
Es el caso de
María Martínez de Artache, vasca casada con el inglés
Joan Cortún, mujer a la que el Santo Oficio acusa de alojar y reunir en su casa de Bilbao a luteranos, tanto en vida de su marido como tras su muerte, a fin de realizar
graves delitos de herejía.
MÁSSENET DE LA SELVA (GERONA) EN 1571
Los inquisidores de Barcelona a finales del año 1571 hicieron detener a cinco catalanes y seis franceses hugonotes quienes se reunían para orar y participar en los cultos según se hacía en Francia. Ellos formaban el núcleo de un grupo mucho más amplio que no pudo detener la Inquisición. En la relación de este auto se dice que el joven de dieciséis años, Bartolomé Laporta “denunció a mucha gente de Mássenet y del Pi ... que dezian las gracias de los hugenaos”.
En el centro del círculo o congregación de Mássenet estaba
Guillén Juglar quien confesó en el tormento que había aprendido las oraciones y el modo de conducir el culto de un reconciliado y que las había enseñado a otros que se reunían habitualmente en casa de
Bartolomé Llobet. Uno de los participantes a las reuniones,
Joan Coll, fue acusado de conocer todas las casas de Mássenet donde se celebraban las reuniones y aunque fue torturado con doce vueltas de potro, no confesaría y por tanto no abriría el camino a más detenciones. Dice Werner que tampoco los hubieran encontrado ya que con toda probabilidad habrían huido a Francia con facilidad. (Werner, 2001) pág. 252.
CÍRCULO DE PORTA CELI (VALENCIA) EN 1571/80
Llama la atención que por 1571, después de los grandes autos de fe tanto en número de penitenciados como por la saña y ferocidad empleadas, aparezcan núcleos de creyentes regularmente establecidos en lugares dispersos por todo el territorio español, cuando se suponía no había quedado ninguno vivo. Al menos eso es lo que los historiadores nos han trasmitido hasta el día de hoy.
La situación no parece clara a la vista de la existencia de estos cenáculos del último tercio del siglo XVI. Las posiciones luteranas habían dividido la cartuja en dos partes, donde
Miguel de Verá defendió la consubstanciación, la justificación por la fe y la libertad moral de cada cristiano frente a los mandamientos del Papa. Prohibió a los monjes que adorasen la hostia consagrada ya que bastaba “adorarla en espíritu”. Denunciado por dos monjes de la cartuja en 1571, siendo desterrado a la cartuja de Jerez de la Frontera por diez años, aunque ya en el año de 1580 estaba de vuelta en la cartuja de Valencia solicitado por los monjes a la Inquisición.
OTRAS “JUNTAS” EN VALENCIA
Por estos mismos años de 1571 a 1580 habían aparecido otras “juntas” o congregaciones en Valencia, donde al menos cinco franceses se reunían en casa del tejedor de lana Antonio Pueyo donde hablaban de las imágenes y de la confesión. Uno de ellos Juan Martín había impedido que una persona fuese a la Inquisición a denunciarlos. Los detenidos fueron torturados y desterrados del Reino después de haber cumplido varios años de trabajos forzados en galeras.
CENÁCULO DE TOLEDO EN 1565
El caso de
Rogier Miguel quemado en 1565 pertenece a unos de los que formaban el conventículo de Toledo por estas fechas.
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