Iniciamos en los ocho artículos anteriores del pasado año 2010 y comienzo del 2011 un somero repaso de algunos de estos cenáculos, que continuamos en el presente artículo.
CONGREGACIÓN EN CASA DE MARÍA CORNEJO
La “beata” María Cornejo reunía en su casa algunos creyentes, aunque lo hacían con cierto secretismo conscientes de los tiempos recios que obligaban a la clandestinidad. Considera Boeglin, abalado por los datos de Robert C. Spach, que estos círculos de religiosidad estaban muy diferenciados del humanismo erasmiano y la religión romana, siendo absolutamente protestantes.
CONGREGACIÓN DE CATALINA DE VILLALOBOS.
Catalina de Villalobos reunía en su casa unos doce “luteranos” según sus propias palabras, para debatir sobre los puntos más esenciales de la doctrina evangélica. Todas estas congregaciones sevillanas se consideraban como fuera del orbe de la iglesia romana y reconocían afiliarse a un movimiento considerado como herético. Sin embargo fundamentalmente se sentían simplemente cristianos.
OTROS JERÓNIMOS QUE ABRAZARON LA REFORMA
De San Isidoro dependían Santa Ana de Tendilla; Santa María de Barrameda, junto a Medinasidonia; San Miguel de los Ángeles, junto al Pedrín (Sevilla); Santa Quiteria de Jaén (una ermita); Nuestra Señora de Gracia, de Carmona; y Nuestra Señora del Valle, de Écija. Nada se sabe de lo que pudo ocurrir en esos lugares en cuanto a los cambios experimentados en San Isidoro del Campo, a excepción del último mencionado.
También en el Monasterio de Nuestra Señora del Valle, de la misma Orden, situado en las afueras de Écija (Sevilla), en la margen occidental del Genil, se aceptó la Reforma. El Prior huyó a Ginebra y el Vicario fue condenado por los Inquisidores de Sevilla a ser quemado vivo. Del segundo de ellos nos ha llegado el autógrafo en documentos que firmó en Santiponce (Sevilla) cuando estaba en el Monasterio de San Isidoro del Campo. Y por la relación oficial del Auto Público de Fe en Sevilla, el 28 de octubre de 1562, aparece como Fray Cristóbal de Arellano, natural de Arnedo, Vicario del Monasterio de Nuestra Sra. del Valle (Écija), predicador, relajado en persona y confiscación de bienes, por «luterano». ¿Fue él quien introdujo la Reforma allí? Ningún historiador del Monasterio Ecijano se ha ocupado de este episodio. Ni siquiera Fray Rodrigo de Yepes, jerónimo que moró en él y escribió poco después de estos hechos (en 1570).
En un informe inquisitorial de “Penitenciados fuera de Auto” se dice que “Leonor de San Cristóbal, profesa del Monasterio de Santa Paula de Sevilla”, tenía que privarse de muchas funciones conventuales y de no salir del “dicho monasterio, sin licencia y mandado de los señores Inquisidores”, “por cosas de la secta luterana”(1).
Y dentro de la otra Rama de los Jerónimos, la más numerosa, que terminaría absorbiendo a los “isidros” y continúa en nuestros días en las pequeñas comunidades de Santa María del Parral, Segovia; y San Jerónimo de Yuste; dos destacados miembros, que habían asistido al Concilio de Trento, están relacionados con nuestro asunto: Juan de Regla, y Francisco Villalba, procesados por luteranismo por los Tribunales de Zaragoza y Toledo, respectivamente. Limitándonos a Santiponce, las sentencias se resumen así: 3 Quemados vivos. 3 Quemados vivos y confiscación de bienes. 11 Quemados en estatua. 2 Hábito y cárcel perpetua. 1 Hábito y cárcel parcial. 2 Abjuración de vehementi y reclusión en un monasterio.
En la correspondencia de la Inquisición de Sevilla al Consejo de la Suprema se menciona a otro Jerónimo de San Isidoro del Campo, Fray Andrés de Málaga, igualmente acusado de luteranismo, pero no sabemos si el Tribunal de Sevilla sentenció contra él. Así mismo encarcelaron al sacristán de la catedral de Sevilla, a otros beneficiados de las iglesias de San Vicente y San Miguel, al capellán de la capilla de los reyes, al de la capilla de Santa Ana en el barrio de Triana y varias monjas del convento de jerónimas de San Pablo. Dice Werner Thomas que sus declaraciones hicieron que se prendiesen y encarcelasen a más de 180 personas que vivían en Sevilla, Cádiz, Jerez de la Frontera, Guillena y otros pueblos de Andalucía. Cipriano Valera dirá que fueron prendidas más de ochocientas personas que llenaron todas las cárceles de Sevilla.
1) “Santiponce y el monasterio de San Isidoro del Campo, por Antonio Domínguez Ortiz. del historiador sevillano Antonio Domínguez Ortiz. Archivo Hispalense 1977 nº 183
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