“Bejarano escribió, como Bartolomé de las Casas, en defensa de los indios .Lo cierto es que lo condenaron a “abjurar tres proposiciones que hacían sentido herético, sin otras escandalosas y malsonantes”. A aquel censor de la predicación vulgar, amigo de leer libros prohibidos, le intiman “que no reprehenda a los predicadores ni lea libros por toda su vida si no fuere la Biblia, multándolo con ciento cincuenta pesos de oro para obras pías.”
“En 1558 se le acusó de herejía, en complicidad con el escritor mercedario Fray Diego Ramírez; la sentencia fue benigna: se le hizo abjurar de tres proposiciones erróneas y se le condenó a no leer otro libro que la Biblia, regla que de seguro no cumplió. Condenaba “la teología escolástica, haciendo burla della y de sus doctores”; censuraba los malos sermones y las practicas supersticiosas. Hay poesías de Lázaro Bejarano en el manuscrito sevillano que se conserva en la Biblioteca Provincial de Toledo, con versos de Cetina y de sus amigos Juan de Vadillo, homónimo del oidor de Santo Domingo, y Juan de Iranza. En el soneto que dedica a Bejarano, Iranza le habla de “nuestra Sevilla”.
Bejarano concurrió a certámenes hispalenses para festividades religiosas: figura en la
Justa literaria en alabanza del bienaventurado San Juan apóstol y evangelista, impreso de Sevilla, 1531; en las
Justas literarias hechas en loor del bienaventurado San Pedro, príncipe de los apóstoles y de la bienaventurada Santa María Magdalena, en 1532 y 1533, impreso de Sevilla, 1533; en las
Justas literarias en loor del glorioso apóstol San Pablo y de la bienaventurada Santa Catalina, en 1533 y 1534, impreso de Sevilla, 1534 (y. Gallardo,
Ensayo, IV, núms. 1153, 1155 y 1156, y Lucas de Torre,
Algunas notas para la biografía de Gutierre de Cetina, en el Boletín de la Academia Española, 1924, XI, 401). Las composiciones dedicadas a San Pablo y a la Magdalena se incluyeron además en el
Cancionero general, de Sevilla, 1535; se han reproducido en los apéndices al
Cancionero general de Hernando del Castillo en la edición de la Sociedad de Bibliófilos Españoles, Madrid, 1882, Bejarano, como se ve, estaba en Sevilla todavía en 1534; debió de trasladarse poco después a Santo Domingo; hacia 1540, según Juan de Castellanos, estaba en Curazao como gobernador, con su mujer
(Elegías, 184); en 1541 estaba de regreso en Santo Domingo y allí permaneció muchos años; sabemos que en 1565 estaba en Curazao; pero en Santo Domingo lo encontramos en 1558 y 1559, cuando el Cabildo eclesiástico lo procesa por herejía (y. Toribio Medina,
La primitiva Inquisición americana, I, 219-222, y II, 42-50, donde se reproduce la parte sustancial del Proceso)(1): entre 1559 y 1567 lo trató allí Méndez Nieto; Echagoyan lo menciona en su
Relación de 1568 como gobernador de Curazao, pero residiendo en Santo Domingo; López de Velasco, en su
Geografía..., de las Indias, escrita entre l571 y 1574, lo menciona todavía como vivo (pág. 146). Sobre el suegro de Bejarano, y el trabajo del escritor venezolano Arístides Rojas,
El regidor Juan Martínez de Ampíes, en sus
Obras escogidas, París. 1907, págs. 636-649. Por error se le llama Ampúes o Ampiés. Hay una interesante carta suya, de hacia 1521, en la
Colección de documentos... del Archivo de Indias, 1, 431436, y otra, de 7 de septiembre de 1528, en el tomo XXXVII, 401403 (y. ademas tomo XXII, 184-201, y XXXII, 148-1 50 y 408413).
La esposa de Bejarano se llamaba Beatriz, según Méndez Nieto; María, según Castellanos; Ana, según dato que aparece en el trabajo de Monseñor Nicolás E. Navarro sobre
Rodrigo de Bastidas, primer obispo de Venezuela, Caracas, 1931, folleto reproducido en la revista
Clio, de Santo Domingo, 1935, págs. 3642 (donde se menciona el ingenio de azúcar que heredó; lo menciona también Arístides Rojas). Una de las acusaciones que se le hicieron a Bejarano en el proceso de herejía fue “que estuvo tres años en la isla de Curazao, de donde es gobernador, que no oyó misa, ni se confesó él ni su mujer ni gente”. Sin embargo, Juan de Castellanos
(Elegías, 184), elogiando el buen gobierno de Curazao, dice que a los indios se les daban cristianos documentos, primero por Juan de Ampiés, después por Bejarano, y cada cual con celo de cristiano deseaba poner buenos cimientos; mas no siempre tenían a la mano quien les administrara sacramentos; mas éste si faltaba se suplía con algún lego que los instruía.
En las Elegías de Castellanos se lee:
Por Juan de Ampiés, después por Bejarano
Se les daban cristianos documentos,
y cada cual con celo de cristiano
deseaba poner buenos cimientos;
mas no siempre tenían a la mano
quien les administrase los sacramentos;
mas este si faltaba, se suplía
con algún lego que los instruía.
En 1524 Lazaro Bejarano, el poeta yerno de Juan de Ampíes, localizó en la isla de Curazao una cantera de piedra caliza y construyó un horno para quemarla y otro para ladrillo; edificó la primera iglesia de piedra, cal y ladrillo, antes que en Coro, Riohacha y Cartagena (NECTARIO MARÍA, 1959, 92). Pero la fortaleza de Santa Marta se hizo en 1529 de ladrillo, barro y piedra (SERRANO Y SANZ, 1913, I, 24, 26).
Estuvo propuesto para obispo el P. Diego Ramírez, el fraile mercedario a quien se hizo proceso inquisitorial junto con Lázaro Bejarano, sacerdote exclaustrado después y catedrático de la Universidad de Gorjón, era predicador y escritor: después de su proceso, dice el P. Utrera, “recibió por devolución notarial... varios fajos de cuadernos escritos de su mano, todos de índole moral, que contenían tratados sobre varios libros de la Biblia “109
1) La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo. A. Américo Lugo. Pág. 17
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