En el
2º Concilio Provincial (1565) se prohibió que los indios tuvieran biblias y sermonarios. En el 3er. Concilio (1585), el capítulo dedicado a la impresión y elección de libros, se sancionaba con la excomunión a los infractores que imprimieran o comerciaran con libros que antes no hubieran sido examinados. Se prohíbe imprimir, circular, comprar, vender, y tener libros si antes no han sido examinados o aprobados por el ordinario.
El
Index Librorum Prohibitorum suministró el más completo catálogo de libros heréticos, de versiones no autorizadas de la Biblia, de libros de ciencia heterodoxos y de obras de adivinaciones, sortilegios y magia.
El
Manual Qualificatorum Sanctae lnquisitionis enumeraba los libros sujetos a expurgación o bien que debían ser quemados. Ambas obras rigieron la censura libresca inquisitorial novohispana hasta principios del siglo XIX y dieron origen desde fines del siglo XVI a multitud de edictos, emitidos por dicho tribunal con el fin de evitar la difusión de los libros heterodoxos que, pese a todo, continuaban en circulación.” (Vargas Martínez)(1) “Desde un principio habían tenido los inquisidores especial cuidado de vigilar por el cumplimiento de esa orden. No contentos con las advertencias generales que sobre materias de libros se hacía en los edictos generales de la fe que por los días de Semana Santa se leían con aparatoso ceremonial en todas las iglesias catedrales o donde quiera que hubiera delegados del Tribunal, luego de haber entrado en funciones publicaron un edicto especial en que se daban a los comisarios advertencias detalladas sobre la manera de vigilar la internación de libros, que ellos, por su parte, ejecutaban en Lima con todo rigor.
En el
Consejo de Inquisición en Madrid se vivía con todo cuidado respecto de los libros que se publicaban y que, a su juicio, pudiesen contener algo contra la fe, apresurándose a comunicar en el acto el hecho a sus delegados de Lima, y por conducto de éstos, a los comisarios, para que en caso de haber llegado ya a las Indias, se procediese en el acto a recogerlos. Los desvelos inquisitoriales eran todavía más considerables tratándose de las traducciones de la biblia. La que el morisco granadino Casiodoro de Reina imprimió en 1569 en la ciudad de Basilea, llamada comúnmente
del «Oso» por la alegoría de la portada, motivó de parte del Consejo la siguiente comunicación, dictada en Madrid a 19 de enero de 1572: «Reverendos Señores: -Por la copia del capítulo de carta que aquí va, entenderéis cómo se ha impreso una biblia en romance, a contemplación y costa de algunos herejes españoles, con intención de meterla secretamente en estos reinos; y porque sería cosa muy perniciosa que esta biblia entrase en ellos, converná que luego como recibáis ésta, deis, señores, orden se tenga particular cuidado en prevenir que no entre la dicha biblia, y si algunas hobieren entrado y se hallaren, las mandaréis recoger todas, procediendo contra las personas que las hubiesen metido; y de lo que se hiciere daréis aviso al Consejo. -Guarde Nuestro Señor vuestras reverendas personas».
Los procesados que más se aproximan al luteranismo, palabra esta cuya sola mención causaba miedo a los defensores de la fe, parecen disimular y haber aprendido las respuestas adecuadas, aunque no parecen encajar en la espiritualidad evangélica, excepto los protestantes que hemos seleccionado y que nos parecen más cercanos al luteranismo. Según leemos en Historia del tribunal de la Inquisición en Lima (1569-1680) de José Toribio Medina “De entre estos asuntos, ninguno había, y con razón, preocupado tanto al Tribunal como el relativo a Francisco de Aguirre, conquistador de Chile, que se hallaba en el Tucumán, y a quien se trataba de prender para que viniese a Lima a dar cuenta de ciertas palabras descompuestas que había dejado escapar, después de haber sido condenado a abjurar otras, por las cuales le habían procesado en Charcas; pero había ya constancia de que la diligencia estaba realizada y que Pedro de Arana le traía a buen recaudo.” (Toribio Aguirre, 2000)
1) Los Libros Prohibidos por la Inquisición de Celia Vargas Martínez
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