Había nacido Grajal en 1530 en Villalón de Campos, en el mismo lugar que el protestante Cristobal de Villalón. Amigo de Luis de León, teólogo, biblista, hebraísta; profesor de estudios bíblicos en Salamanca (1560-hasta su arresto en 1572); abad de Santiago de Peñalbo, resulta una figura sorprendente, pero desapercibida dentro del contexto protestante y converso. La obra de más resonancia de Grajal fue el
Comentario a Miqueas que ya había publicado en Salamanca en 1557
“En el curso 1567-1568 de la universidad de Salamanca los profesores como Fray Luis de León, Gaspar Grajal y Martínez Cantalapiedra apoyaban la idea de los estudiantes de profundizar en el estudio del hebreo como clave de acceso a los libros sagrados. Frente a la corriente tradicional, representada por rígidos defensores de la Vulgata, como Juan Gallo, Bartolomé de Medina y León de Castro, que defendían la necesidad de profundos conocimientos escolásticos y rechazaban las herramientas lingüísticas y filológicas consideradas insuficientes para explicar los textos bíblicos. Fueron testigos de la liquidación del Humanismo. El teólogo y profesor salmantino León de Castro, aunque apreciable en algunos aspectos de su obra, tuvo una amplia trayectoria en este terreno, pues fue su denuncia la que motivó el procesamiento de sus compañeros de universidad fray Luis de León y Martín Martínez de Cantalapiedra, presos en 1572 y liberados con una amonestación en 1576 y 1577, respectivamente. Peor suerte corrieron los otros dos colegas, Gaspar de Grajal y Alonso Gudiel, también denunciados por Castro en 1572 y que murieron en la cárcel sin llegar a ser juzgados.
OBRAS:
Expositio in Oseam (fragm.: cap. 1), Vatican BAV, Ms. Ottob. lat. 359, f. 148r-151v.
Expositio in Amos (cap. 1-9), Vatican BAV, Ms. Ottob. lat. 359, f. 151v-159v.
Expositio in Hieremiam (fragm.: cap. 1-8), Vatican BAV, Ms. Ottob. lat. 359, f. 160r-171v.
In Sententias Durandi, dist. 24-25, Vatican BAV, Ms. Ottob. lat. 1001, f. 286v-294v.
In Michaeam prophetam commentaria (Salmanticae, 1570).”(1)
Ángel Alcalá también nos confirma las sospechas de luteranismo. Dice “Respecto a Grajal, según documentos poco conocidos, ya ese mismo año, 59, antes de su oposición frente a fray Luis se sospecha de los contactos que Grajal estableció con libreros de Lovaina y París cuando allí estudió tras graduarse en Salamanca y Sigu¨enza.
Dos años más tarde, el 61, el comisario Sancho informa al tribunal de Valladolid sobre cierta discusión de Grajal con unos comensales, varios de ellos dominicos, en el convento de San Benito de Salamanca. Se le denuncia haber dicho que los padres griegos, especialmente Orígenes, “no avían bien entendido o no bastantemente el sentido literal del Testamento Viejo” y que “el Papa no podía condenar a uno por hereje”. Uno de esos comensales testigos menciona haberle oído discutir en otra ocasión con León de Castro, especialmente sobre las notas puestas a la edición de la Biblia por Vatablo, por lo cual Sancho llama también a León a declarar. Se atisba ya la actitud cerril del entonces cincuentón catedrático de prima de Gramática. Grajal, que salía para su tierra, Villalón de Campos, había llevado a casa de Castro algunos libros que acababan de ser prohibidos para que se los entregara a Sancho y, si procedía, fueran quemados; así se hizo. Cuando Castro vio un libro “de un judío”, le preguntó para qué lo quería, a lo que Grajal respondió: “Porque no está vedado e tiene cosas buenas”. En cuanto a su doctrina, León confiesa haberles dicho “a algunos amigos suyos que se lo dixiesen, que no fuese tan literal, porque por allí herraron los que agora herran, e los judíos; y que después le parecía a este testigo questava alegado a lo bueno, e que no avía hierro en el, mas de que no hera amigo de muchas alegorías”.
El tribunal inquisitorial de Valladolid tardó en suspender este primer intento de proceso contra Grajal hasta 1564.
Hubo otro en 1566, determinado por una serie de denuncias y acusaciones por haber dicho en la cátedra que el Evangelio de Juan no es, propiamente hablando, evangelio. Testifican alumnos suyos, y Grajal envía una detallada explicación de su doctrina. La Inquisición vuelve a suspender el procedimiento, convencida de la debilidad de las acusaciones. “No obstante”, concluye el benemérito R Miguel de la Pinta Llórente, quien publicó estos documentos al año siguiente a su edición del proceso entero de Grajal, “en estos episodios se adivina la marejada sorda que se preparaba contra el maestro universitario”. A la hora del proceso, fray Luis, brillante profesor cuya cátedra se veía cada día repleta de estudiantes, había dictado cursos sobre varios temas, por ser varias las que había ocupado, y a tenor de los textos del Maestro de las Sentencias, de Durando o de Santo Tomás que tenía que comentar.
Su pasión era la Biblia, y no dejó de aprovechar la ocasión brindada en la cátedra de Durando que a la sazón ostentaba, para tratar con absoluta originalidad temas entonces tan delicados como la transmisión del texto bíblico, la “autenticidad” de la traducción latina vulgata -que el Concilio de Trento no había aclarado como hubiera sido de rigor, y el valor o utilidad que para la comprensión del sentido literal del Antiguo Testamento pueden tener los comentaristas judíos.
Los prejuicios contra los comentarios de rabinos se debían a dos motivos: primero, el hecho de que, como es natural, los judíos sólo leen el Antiguo Testamento en sentido literal, a excepción del Cantar de los Cantares. Admitir una dimensión alegórica no exclusivamente moral en los sucesos narrados en la Escritura o interpretar los textos llamados proféticos con referencia mesiánica a Cristo implicaría abandonar el judaismo. Mantener los judíos el sentido literal exclusivo del Antiguo Testamento, y entender los cristianos una gran parte de sus hechos y personalidades como “tipos” o “alegorías” del Nuevo es condición esencial de la subsistencia separada y dialécticamente opuesta de ambas religiones. Como dice Henri de Lubac, “bajo la oposición de letra y espíritu, o de sombra y verdad, en sus varias expresiones -a veces, para nosotros, paradójicas- se afirma siempre la oposición de dos pueblos, dos eras, dos regímenes, dos estados de la fe, dos economías”. Por eso, el manejo y adopción de los comentarios rabínicos por un católico tenía que hacer despertar la sospecha de heterodoxia.
Se une en los tres maestros salmantinos otro factor común: su casta judeoconversa. El voto de prisión firmado por el nefasto inquisidor Diego González, preso ya Grajal, no puede ser más explícito: “Por ser Grajal y fray Luis notorios conversos pienso que no deven querer mas de escurecer nuestra fe Catholica e bolberse a su ley, y por esto es mi boto y parecer que el dicho frai Luis de León sea preso y traído a las cárceles del santo officio para que con el fiscal se siga su causa”. No hay lugar a duda de que las sospechas de heterodoxia de los tres (y las de otro escriturista, fray Alonso Gudiel, quien coincidió en la cárcel con ellos por las mismas razones) estaban motivadas por el hecho de su procedencia étnica al menos parcialmente hebrea. Varios pasos de los tres procesos recogen docenas de afirmaciones en este sentido.(2)
1) Tomado de Villalón digital.com
2) Proceso inquisitorial de Fray Luis de León: edición paleográfica, anotada y crítica Escrito por Luis de León, Ángel Alcalá Galve Publicado por Consejería de Cultura y Turismo, 1991 Procedente de la Universidad de Michigan Digitalizado el 9 Abr 2008 737 páginas
Si quieres comentar o