Fox Morcillo sigue el modelo ciceriano en la trama de los diálogos, presentando a Aurelio en el papel de maestro absoluto, a Antonio como defensor de las tesis opuestas “in utramque parre”, y a Lucio como un mero espectador. Como es bien sabido, el esquema formal de Cicerón ~in utramque parre” se caracteriza por el enfrentamiento entre dos posturas opuestas, desarrolladas en largos parlamentos. Es el mismo esquema que su compañero de estudios y amigo, Frederic Furió Ceriol, adopta para su
Bononia (1556). Y aunque Fox da a entender en el prólogo que respeta el modelo ciceroniano, lo cierto es que la oposición entre las tesis de Aurelio y de Antonio no se desarrolla en dos discursos paralelos, sino que una de las opiniones en litigio (la de Aurelio) se impone sobre la otra, más reducida.También elogia la política irenista que Carlos V y su hijo habían adoptado para resolver el problema religioso, y diseña un modelo educativo, considerando como uno de los deberes de los reyes la fundación de academias y de estudios públicos.
En el último y tercer libro de su diálogo, se exponen las diferencias entre los reyes y los tiranos (un tema típico del modelo erasmiano del príncipe cristiano), las características de las oligarquias, las democracias y las monarquías, y, lógicamente, recomienda ésta última como la forma de gobierno más apropiada, que constituye, en suma, el motivo principal de toda la obra, que Fox concluye con un elogio a España. No es de extrañar que en su
Instinunicion de un rey chrisniano, Felipe de la Torre, otro miembro del cenáculo de Lovaina, recomendara a Felipe lila lectura del
De Regni:”Muchos libros se han escrito assi en nuestros tiempos, como en los passados, de Instituciones de Reyes y de republicas: y postreramente escriuió muy bien Morzillo criado de y. M. cuya lecion tambien sera vIi], teniendo cuenta que se ha de coger de todo lo bueno y huir lo malo: y conocer tambien de las mismas historias las causas y ocasiones donde nació el mal y las dissensiones en las Republicas, y huirías”.
Tan impresionante obra le valió en 1556 ser nombrado por Felipe II maestro de los pajes de su Corte, en sustitución de Calvete de Estrella. Éste todavía cobró los gajes de su oficio hasta abril de 1556. A partir de mayo Fox Morcillo figura como maestro de los pajes en los libros de cuentas de la Casa Real. Calvete de Estrella, con quien es muy probable que trabara amistad en Amberes, pudo proponerle como su sustituto. Sin embargo, leyendo la declaración de fray Baltasar Pérez ante el Santo Oficio, y en particular lo que confiesa sobre Fox Morcillo, resulta muy difícil explicar cómo Felipe pudo confiarle no sólo la educación de sus pajes, sino incluso ofrecerle la de su propio hijo. De este humanista sevillano declara Pérez que estaba en comunicación con el grupo de Jiménez desde tiempo atrás, en cuya casa se criticaba a los prelados de la Iglesia, a los frailes y al Santo Oficio, y se defendían las obras de Furió Ceriol y de Constantino Ponce de la Fuente.
El fraile Baltasar Pérez recuerda a los inquisidores que hacía poco un hermano de aquel, fray Francisco Morcillo, había sido relajado por hereje. Y es que Sebastián no estuvo libre de sospechas, sobre todo desde que estalló el escándalo de Furió Ceriol y su
Bononia. Narra el fraile acusador:”De este Sebastián Morcillo que reside aquí en esta ciudad (Sevillal, por la comunycación que tenya con éstos, se tubo allá gran sospecha; porque abiéndole hecho el Rey maestro de sus pajes, estando ya en su oficio, salió aquel libro que he dicho de aquel Ceñolario. Por amor de aquel comenzaron a recatarse en la Corte de todos los que estubieron en lobayna, y enbió don Antonio de Toledo, cavalleriqo mayor de Su magestad, un capellán de los pajes para que preguntase y se ynformase de la doctrina del dicho Morillo. Y truxo señaladas ciertas personas a quienes avía de preguntar. Y díxome a mí un doctor Javerio, a quien él benía endereqado, que me avía de hablar y ynformarse de lo que yo sabía dél. Yo le dixe a aquel doctor que dixese al capellán que no me hablase a mí, porque negocios de aquella calidad, no se avían de dezir a don Antonio ni a otro clérigo particular; que si querían algo, que enbiasen allí un inquisidor y entonces cada uno descargaría su conciencia. Así se fué con esto. Yo no sé si otros le ynformaron de algo; que dentro de brebe tiempo se bino el dicho Sebastián Morcillo a España con nombre de que tray cinco meses de licencia y nunca más a buelto allá”.
Malicioso, Pérez supone que Morcillo fue devuelto a España para que se purgara de sus ideas heréticas ¿Fue así realmente? Pérez se presenta ante el tribunal del Santo Oficio sevillano el 26 de mayo de 1558. Afirma que a Morcillo se le había concedido una licencia de cinco meses. Esto da a entender que si todavía permanecía en Sevilla por entonces, había regresado a finales de 1557. Pineda sugiere que el humanista abandonó Sevilla huyendo de la inquisición, y que quizá entonces se produjera su muerte en un naufragio. Fox debió fallecer a fines del año siguiente, pues Arias Montano, estudiante entonces en la capital andaluza, compró a 7 de diciembre de 1558 una colección de libros a los albaceas del humanista.
El grupo de Lovaina, tan bien acogido inicialmente en la corte de Felipe II, fue objeto a partir de 1557 de una reacción contraria, paralela a la sufrida por Carranza. Resulta muy significativo el contraste entre los elogios de Felipe de la Torre en 1556, cuando Morcillo era ya maestro de los pajes, y las acusaciones vertidas por fray Baltasar Pérez en 1558. Signo evidente de que el brusco giro de 1555 estaba produciendo en España y en la corte real una reacción ortodoxa de profundas consecuencias.” (Gonzalo Sánchez-Molero, 1997, págs. 778-783)
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