En 1535 publicó su traslado de la
Praeparatio ad mortem y, en 1533,
La Lengua de Erasmo nuevamente romanzada por muy elegante estilo, de la que hubo otras dos ediciones cercanas, en 1544 y en 1550. También dio a la luz la
Exposición al Pater Noster y los
Silenos de Alcibíades, que se incorporaron al Índice de Valdés de 1559, además de algún otro texto erasmiano. Con el tiempo, evolucionó en su espiritualidad y compuso un
Espejo de la vida humana, con eco a fines de siglo e incluso en el XVII, siendo definida esta obra por Marcel Bataillon como «libro nada erasmista». Pronto también contribuyó a la tratadística antialcoránica, dentro de su interés por la presencia islamista en el Levante peninsular, y redactó un Libro llamado
Antialcorano, impreso en Valencia por Juan Jofre en 1532.
Tres años después, en 1535, aparecieron sus
Diálogos christianos contra la secta mahometica..., asimismo en Valencia, en la imprenta de Francisco Díaz Romano. Han aparecido entre los Papeles varios del Conde Gondomar varios documentos sobre códices arábigos y en la serie de manuscritos un
Coloquio entre un cristiano y un judío, que procede igualmente de la librería de don Diego Sarmiento de Acuña y que ha merecido diversas aproximaciones de estudiosos. Asimismo, don Diego poseyó libros impresos sobre el Islam y el Imperio Otomano, como no era raro en las grandes bibliotecas, caso del Machvmetis Saracenorum principis (Basilea, 1550), con varias confutaciones antialcoránicas –una de ellas de Melanchton– que se encuentra en la Real Biblioteca.
Bernardo Pérez tendría origen converso y sería preceptor de los hijos del Duque de Gandía y canónigo de la colegiata de Gandía durante bastantes años, siendo el maestreescuela de dicha colegiata. Preocupado por los asuntos de los “nuevos convertidos” en este caso “moriscos” y su evangelización trasmitiría al obispo de Calahorra y a Felipe II sus inquietudes, aportando un libro de los
Cuatro Evangelios en árabe.
Escribió Bernardo Pérez “Historia de las cosas que han pasado en Italia” en el cual, además de relatar el saco de Roma, añadió algunas anotaciones marginales, en las que manifiesta estar de acuerdo con Alfonso de Valdés y Vives en asuntos tan delicados como el saqueo de Roma por Carlos V.
Bernardo Pérez entra en el grupo de los verdaderos evangélicos sin religión, espirituales sin credo aunque militen por sobrevivir aprovechándose de una prebenda. “Mucho le pesaba a San Pablo – traducirá Pérez o copiará de Erasmo- de oír que los Corintios decían, unos ”yo soy de Sant Pablo” “yo de Apolos”, “yo de Cefas”, “yo de Jesucristo”. Que hiciera si en este tiempo oyera la confusión de lenguas de los hombres que dicen “yo soy teólogo de París” “yo de Colonia” “yo soy escotista”, “yo tomista”, “yo canonista”, “yo real”, “yo nominal”, “yo luterano”, “yo carolstadiano”, “yo evangélico”, “yo papista” y vergüenza he de decir lo demás. (Bataillon, 1995, pág. 311) Esta obra estaba dedicada por seguridad y temor a ser calumniado, al Vicario e inquisidor Guillén Desparts. Sin embargo en la Dedicatoria hablaba de que las lenguas habían roto la unidad y veía como ese mundo antes unido en lo intelectual y en la vida social se había roto en mil pedazos, de manera “que era preciso que Dos enviase a la tierra un nuevo Verbo divino: el Evangelio” (Bataillon, 1995, pág. 312)
Bernardo Pérez no es mero traductor de Erasmo o repetidor de las ideas del roterdano. En la dedicatoria al libro titulado “Preparación y aparejo del bien morir” y que brinda a la joven duquesa de Gandía Francisca de Castro, expone que la vida terrestre es “una preñez de naturaleza”. En realidad pretende demostrar que hemos de prepararnos para la muerte con ropajes espirituales, despojándonos del viejo Adán y bañarnos en lágrimas de arrepentimiento. Pero se adelantará Pérez en una idea significativa en ese tiempo; en el subrayar que la fe viva es don de Dios. “Muchos ay que trabajan de quitar o de mitigar el miedo del purgatorio con algunos fríos remedios” y en esta envoltura tan ortodoxa, añade “como que estuviese en mano de cualquiera creer cuando quiere” “la fe viva es don de Dios”.(1)
1) La imprenta y la difusión de la espiritualidad erasmista.- Jacobo Sanz Hermida. Erasmo en España, pág 137 y Bernat Pérez (de Chinchón): un erasmista en la Cort dels Borja a Gandia. Francisco Pons Fuster Localización: Afers: fulls de recerca i pensament, Vol. 11, Nº. 23-24, 1996 (Ejemplar dedicado a: Política i societat (segles XVI-XVIII)), pags. 153-176
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