Por ejemplo en el año de noviciado no se permite estudiar, porque se pretende que el mundo que puede entrar al alma por el estudio, perturbe con vanas agitaciones la mente y el corazón del novicio. Se le arranca la vida del mundo al novicio, que enfrascado en oración y meditación no verá otra luz que la de su propia superación, la del orgullo de ser mejor que los demás porque ha arrancado de su vida los vicios, las ambiciones, la vanagloria de la vida.
Lo dirá mejor Ravignan: “Es una especie de creación, una transformación poderosa que debe desprender la libertad religiosa, de las trabas sin cuento con que la embarazaban los intereses, las miras, los afectos y pasiones de la naturaleza. Es la fragua donde el hierro se ablanda para tomar un nuevo ser; es la lima que desgasta, que quita el orín, que prepara el instrumento, y torna a ponerle útil en manos del artífice. Entonces se imprime una dirección que reemplaza en el hombre todas las direcciones puramente humanas, por la única ambición de la gloria divina y de la salud eterna de todos”. Nada pues encaja con la espiritualidad evangélica que no rehúye al mundo, que acepta la poquedad del ser humano, que busca y recibe a Dios desde cualquier estado, pidiendo a Dios aumente su fe: “Creo, ayuda mi incredulidad”(Mr.9:24).
Insistiendo en esta espiritualidad medieval que nos muestra la misma biografía de Loyola, parece evidente un cierto deseo de una espiritualidad mas experiencial a la manera del autor de Eclesiastés que buscó a Dios en los avatares de la vida aún los más extremos.
En algunas ocasiones parece infantil y en otras demasiado visionaria. Dice uno de los biógrafos que tenía mucha devoción a la santísima Trinidad y hacía oración a las tres personas indistintamente y “estando un día rezando a las gradas del mismo monasterio, las Horas de nuestra Señora, se le empezó a elevar el entendimiento como que veía a la santísima Trinidad en figura de tres teclas y esto con tantas lágrimas y tantos sollozos, que no se podía valer. Y yendo aquella mañana en una procesión, que de allí salía, nunca pudo retener las lágrimas hasta el comer; ni después de comer podía dejar de hablar en la santísima Trinidad” “Otra vez se le representó en el entendimiento con gran alegría espiritual el modo con que Dios había criado el mundo, que le parecía ver una cosa blanca, de la cual salían rayos y que de ella hacía Dios lumbre.” Nos parecen temas que tratados con la simplicidad visionaria desmerecen la personalidad de Loyola pero son importantes para entender su espiritualidad mística y la rigurosidad psicológica de los
Ejercicios Espirituales y de las
Constitutiones, tan alejadas de la espiritualidad evangélica
.
En el Ejercicio de las tres potencias del alma, memoria, entendimiento y voluntad, ambas tienen un deber que desempeñar y no es otro que reformar y reponer al ser espiritual y moral del hombre. Sin embargo se vuelve a expresar la espiritualidad desde la emoción como experiencia fundamental, rechazando la razón como incapaz de comprender y descubrir a Dios; esto es “que la religión no es asunto que deba entenderse intelectualmente, sino un misterio que debe celebrarse en alabanza y con devoción; las paradojas que el intelecto encuentra en la verdad religiosa son superadas asertivamente por el sentimiento, que las afirma como verdades”.
La piedad Contrarreformista con procesiones, representaciones teatrales de autos sacramentales, de oratoria florida y condenatoria, de música sagrada más lúgubre que atractiva, convierte la espiritualidad en espectáculo, no más alegre, como dicen los panegiristas católicos sino más cerrado a la libertad y sumiso a la iglesia de Roma.
Los jesuitas serán un extraordinario instrumento de la propaganda católica en contra de la Reforma, para centrar y supeditar toda la vida del hombre a la religión, además de aceptar las visiones religiosas como realidades y acontecimientos reales en la vida de los hombres.
De todos es conocida la historia de Lucrecia de León que en la Corte de Felipe II y Felipe III, mujer analfabeta pero muy intuitiva, a la que consultaban la mayoría de los personajes más importantes de la Corte. En una de las visiones y adivinaciones decía: “los herejes protestantes entrarían en España por el norte; los turcos por el sur y los ingleses por Portugal. A todo esto, los moriscos, quinta columna de los invasores, se sublevarían desde dentro, facilitando las invasiones. El resultado sería la ruina total, entre sangre y fuego, de toda España. El rey, tras varias batallas en las que sería derrotado, huiría a Toledo y en la Imperial Ciudad moriría. La rama española de los Habsburgo desaparecería y sería sustituida por otra nueva, encabezada por Miguel de Piedrola, descendiente de los antiguos reyes de Navarra.” Intuiciones psicológicas que en la mayoría de los casos eran instrumentalizadas políticamente por alguno de los sectores cortesanos.
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