Pero sucede lo mismo con la Historia de la Reforma en España de Manuel Gutiérrez Marín y otras aproximaciones al protestantismo español hechas por autores protestantes españoles en las que Servet, el heterodoxo protestante español más original, más intuitivo y cristiano de lo que se cree, ni se le nombra. Si lo hace Nieto donde reconoce la importancia de Juan de Valdés, Ignacio de Loyola y Miguel Servet en la Reforma de Italia y España, y reconoce que el apocaliptismo de Servet es netamente bíblico.
Lo cierto es que la doctrina servetiana está poco estudiada, ya porque los índices expurgatorios habían casi exterminado la mayoría de los libros, porque no había suficientes estudiosos protestantes entusiasmados en estos libros, o porque acabadas las disputas doctrinales del XVI, se había caído en la indiferencia. Sin embargo de Servet se habían escrito en alemán y en latín sendas biografías por el historiador luterano Mosheim y Henricus Ab. Allwoerden, “Historia Michaelis Serveti quam Praeside Io. Lavr. Moshemio Abbate Mariaevallensi et Confirmato Michaelsteinensi Sereniss. DVC Brunsvic. et Luneburg. A Consiliis Sanctior. Theol. Parece claro que muchos autores han considerado que Servet se salía del grupo general de protestantes, tanto por su personalidad como por su doctrina de la que había sido víctima de Calvino. Sin embargo, dirá Menéndez y Pelayo “la obra capital de Tollin, Das Lehrsystem Michael Servets, ocupa no menos que tres volúmenes. Y ya sueltas, ya en revistas, había estampado antes las siguientes memorias y alguna más: Lutero y Servet, Melanchton y Servet, Infancia y juventud de Servet, Servet y la Biblia, Servet y la Dieta de Ausburgo, Servet y Bucero, Miguel Servet como geógrafo, Miguel Servet como médico, Panteísmo de Servet, y anuncia la de Servet, descubridor de la circulación de la sangre. No se puede pedir más: tenemos una verdadera biblioteca servetista.” (Menéndez y Pelayo, 2007, pág. 25)
Desde el punto de vista literario, siempre seguiremos en sus opiniones a Menéndez y Pelayo(*), pero nos interesará más el punto de vista teológico y de la espiritualidad que emana de la vida y obra de Servet. Ángel Alcalá ha publicado ya varios trabajos sobre Servet y publicado varios tomos de las obras completas de Servet.
Otros autores especialistas en Servet, nos ilustrarán desde la teología de sus obras, por lo que podemos presentar equilibradamente a un Servet menos antitrinitario y menos blasfemo y herético de lo que se ha pintado. Pero despejemos enseguida el gran enigma del antitrinitarismo o unitarismo de Servet.
Josefina Bas (Bas, 2004, pág. 40) en su
Exposición bíblico-histórica del dogma de la Trinidad nos deja los primeros compases de la sinfonía teológica servetiana de la Trinidad: “
A Dios se le conocía por sus obras, pero nadie lo había visto y nadie sabía nada de su vida íntima. Jesús fue el primero que se atrevió a decir que Él había visto a Dios y el primero que nos habló de la intimidad de Dios y cómo es Dios por dentro, ya que Él mismo era también Dios y forma parte de la comunidad trinitaria. A los primeros cristianos se les plantea un problema teológico. Los iniciadores del movimiento de Jesús son judíos y como tales indiscutiblemente monoteístas. Dios es uno y no hay discusión posible al respecto. Pero Jesús vence a la muerte y demuestra con eso que es el dueño de la vida y, por tanto, el Señor, Dios, “sentado a la derecha del Padre” (Mt 26,64). Por otra parte, el Padre y el Hijo envían al Espíritu para continuar en el mundo la obra de Cristo hasta que éste se manifieste plenamente al final de los tiempos. La existencia de la Trinidad es el mayor hecho teológico provocado por el cristianismo. De ahí que los Santos Padres subrayen constantemente el carácter misterioso del dogma de la Santísima Trinidad y afirmen expresamente la necesidad de la fe. Por tanto, las razones necesarias que pudieran presentarse no son verdaderos argumentos, sino razones de congruencia, que presuponen ya la fe en la Trinidad.”
Esto era lo más aceptado por todos, pero con cada palabra teológicamente aceptada, Servet recurre a la Biblia y contrasta desde la literalidad de los sagrados textos, los términos teológico-filosóficos de la Patrística. Desde “Elojim” “el-o-heem” en el que entiende un “Dios en el que hay varios” hasta sus matizaciones en las que perfila un concepto de Trinidad desde términos menos filosóficos y mas bíblicos, no identificando palabra, sabiduría y espíritu como personas sino como potencias o actividades divinas.
*) Para Menéndez y Pelayo, Servet es un personaje al que le tiene simpatía porque cree que desde su humanismo y desde la “máquina de guerra” que fue la Christianismi Restitutio podía enfrentarse a la Reforma y destruirla. Sin embargo no termina por definirse Menéndez y Pelayo con Servet: “Tal es el libro de Servet: enorme congerie, especie de orgia teológica, torbellino cristocéntrico, donde no se sabe qué admirar más, si la pujanza de los delirios o la ausencia casi completa de buen juicio, y donde al autor parece sucesivamente pensador profundo, hermano de Platón y de Hegel, místico cristiano de los más arrebatados y fervorosos, paciente fisiólogo, escritor varonil y elocuente y fanático escapado de un manicomio, dominando sobre todo esto el vigor sintético y unitario de las concepciones y la índole terca, aragonesa e indomable del autor. Verdadero laberinto, además, en que cuesta sacar en claro si el Cristo que Servet defiende es Dios u hombre, ideal o histórico, corpóreo o espiritual, temporal o eterno, y si vive en este mundo o en el otro.”
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