En la Dieta de Ratisbona no se habló de otra cosa que del libro De Trinitatis erroribus que acababa de publicar un tal Miguel Serveto natural de Aragón. “El error – se decía- toma formas tan nuevas, que se creería estar en el fin del mundo” (Bataillon, 1995, pág. 427). El mismo Erasmo se apresura a notificar que este nuevo hereje no tenía nada en común con él. Quien sí lo había aceptado en su círculo, era el erudito reformador alemán Ecolampadio en Basilea, quizás colaborando en temas teológicos con Servet.
“El hecho de que Servet haya buscado la aprobación de Erasmo es sumamente curioso… Y en cuanto al pensamiento religioso del aragonés en esta época, se expresa, más completamente que en sus discusiones sobre la Trinidad, en el tratadito consagrado a la justificación, al reinado de Cristo, a la relación entre Ley y Evangelio y a la caridad. Pues bien, allí se ve un cuidado de conciliar a Lutero con el catolicismo, de salvar las obras en la justificación por la fe, que se relaciona de modo extraño con la concepción valdesiana de la unidad de las virtudes teologales y de la fe viva, engendradora de obras. Pero Servet no hace más que pasar como un meteoro en el horizonte de los españoles que acompañan a Carlos V. La inquisición de Zaragoza, a quien ellos dan aviso, no se apoderará jamás de este genio errante” (Bataillon, 1995, pág. 427).
No comenzaría la correspondencia de Servet con Calvino hasta 1546 y los encuentros epistolares serían ásperos en vista de las opiniones diferentes sobre la salvación. Calvino llegó a estar tan fastidiado con las “imprudentes palabras” de Servet que el mismo Calvino revelaría a las autoridades católicas de Vienne que Servet era un hereje probado.
Iba a ser por ello detenido por la Inquisición y declarado culpable de herejía y ser condenado a la hoguera. Sin embargo el 7 de abril de 1553 huiría de la prisión de Vienne, permaneciendo varios meses escondido y planeando irse a Nápoles donde otros refugiados religiosos habían encontrado cierta paz.
- Que hacía casi treinta años que sus errores estaban por toda Alemania. Que tuvo que escapar de Alemania para evitar el castigo por las herejías del libro “Sobre los errores de la Trinidad” que había envenenado muchas mentes de fieles cristianos.
- Que niega la inmortalidad del alma, manteniendo que el alma del hombre es mortal como su cuerpo.
- Rechaza el bautismo infantil como una invención del diablo. El niño no nace en pecado y por tanto no tiene ninguna necesidad del bautismo. La gente no es pecadora hasta que tiene uso de razón y pone la edad de veinte años.
- Dice que para creer en tres Personas distintas de la Trinidad, es como creer en tres fantasmas o perro de tres cabezas. Además llama a los que creen en la Trinidad, trinitarianos y ateos.
- Dice que Jesucristo no era el Hijo de Dios por toda la eternidad, que Él no era la Palabra echa carne. Jesús, no se hizo el Hijo de Dios hasta que fue concebido en el vientre virginal. Los que mantienen que Jesucristo existió antes de aquel tiempo, no son más que creyentes de fantasías y brujerías.
- Que no solo mantiene sus blasfemias heréticas como verdad, sino que además insulta a los que no están de acuerdo con él. Llama al reformador alemán Melanchthon un hombre sin fe y un hijo del diablo. En cuanto a Calvino, ministro de la Palabra de Dios en Ginebra, Servet ha difamado sus doctrinas pronunciando anatemas y blasfemias.
Con estos cargos en manos del Consejo de Ginebra, Fontaine llamaría a Servet para un interrogatorio sobre sus escándalos en el mundo cristiano, las blasfemias pronunciadas contra Dios, las herejías con las que había infectado al mundo, las calumnias contra Juan Calvino y la deshonra sobre la iglesia de Ginebra con sus condenas de la santa doctrina.
Servet se defendería de los cargos y de los argumentos de Calvino sobre la ortodoxia cristiana. Diría que él nunca había sido condenado por ninguna iglesia de Alemania y nunca había tenido problemas allí: “Es verdad que he escrito muchos libros y comentarios, pero ellos no están llenos de veneno ni de blasfemias; más bien he procurado lo bueno en cada libro. Si mis acusadores pueden mostrarme cuáles son esas presuntas blasfemias, estaré dispuesto a corregirlas”
Si quieres comentar o