Alcaraz minó los cimientos del sistema sacramental y jerárquico de la Iglesia romana haciendo un estudio profundo de la Biblia. Aunque era un profano o con pocos estudios, Alcaraz tenía pasión por la Ley de Dios y era capaz de asombrar a los teólogos más cultos. En 1523 le invitaron a la ciudad de Escalona, a la casa del Marqués de Villena, Diego López Pacheco, quien tenía cierta inclinación a escoger gente diferente. Alcaraz predicaría los principios alumbrados del “dejamiento” a los miembros de esta casa e ilustró su significado con demostraciones reales durante la misa, no arrodillándose ni cruzar los brazos en los momentos litúrgicos, permanecer erguido con los brazos fijos a los lados, sin mover los labios, ojos cerrados en meditación profunda.
Pero quien tiene un claro perfil teológico de Alcaraz es Nieto: “Siguiendo el consejo de Isabel, Alcaraz leyó y estudió muy bien la Biblia. Consultaba continuamente las epístolas de Pablo, y sus conocimientos bíblicos eran tan bastos y completos que no había quien, incluidos los miembros del clero, no se maravillase a la vista del dominio de la Biblia y su capacidad de interpretación de los textos. No sabía latín ni había recibido una educación regular, pero era grande su talento y se hallaba dotado de una especial percepción en lo concerniente a la problemática religiosa; su mente reaccionaba con rapidez y agudeza ante las preguntas capciosas que le dirigían los inquisidores; su memoria era prodigiosa: le permitía recitar de memoria textos bíblicos escritos en latín y citas de libros que había leído. Su mente, o mejor dicho, su existencia, se centró completamente en la tarea de enseñar e interpretar la Biblia ante pequeños grupos de personas que con este propósito se reunían en casas privadas.” “Es interesante advertir - seguirá diciendo Nieto- que el término “justificación por la fe” o simplemente “justificación” nunca aparece en el incipiente sistema teológico de Alcaraz. Utiliza, en cambio, al igual que Isabel de la Cruz antes de él, la expresión “amor de Dios” como el concepto clave en torno al cual gira todo su pensamiento religioso. Además, las fechas más tempranas que hemos sido capaces de descubrir en el proceso de infiltración de la literatura luterana en España son todas posteriores a la del encarcelamiento de Alcaraz; de modo que los posibles cambios y profundizaciones que Alcaraz haya podido introducir en su doctrina no pueden ser –dado que vivía encarcelado- sino resultado de sus meditaciones en aquella forzosa soledad.” “El carácter doctrinal y casi sistemático, de la enseñanza religiosa de Alcaraz alarmó a los inquisidores, quienes, por otra parte, no se preocupaban en los más mínimo de las actividades de otros alumbrados, a pesar de que estos, públicamente, sin ningún temor e incluso dentro del recinto de los edificios religiosos, predicaban de modo fantástico e ingenuo una drástica e inminente reforma de la Iglesia”
Márquez nos dirá rotundamente: “
No nos engañemos. Una vuelta a la Escritura significa ante todo una ruptura con la Iglesia jerárquica. Con razón los censores califican esta proposición(1) tres veces de “herror lutherano”. Luterano, sin embargo, quiere decir en este contexto “reformado”- Los alumbrados del siglo XVI carecen de arrebatos místicos y visionarios, alejados de una espiritualidad carismática y centrados en la Sagrada Escritura. Dirá Américo Castro “El verdadero
dexamiento, pues, el de todos los días, creemos que no debe ser entendido como un estado místico, sino como actitud religiosa fundamental, la base misma sobre la cual debía desarrollarse toda la vida del cristiano”. A si pues debemos entender entre estas dos coordenadas la teología de Alcaraz: desde una posición luterana (base bíblica) y desde el alejamiento de todo estado místico para tener una actitud religiosa trascendente y fundamental.
EL AMOR DE DIOS EN ALCARAZ
Los inquisidores, en 1524, reciben una segunda carta de Alcaraz que expresa algunas conclusiones sobre lo que después Lutero desarrollaría como “Justificación por la fe”. Dice: “Lo que se de my es que por gracia de dios soy lo que todo, lo que tengo de bien es por santísima graçia y de mis muchas faltas. Mas he sentido que Vras. Mdes. quieren de my saber sy el que esta en amor de dios sy puede caer y pecar. Lo que de my en esto siento, que soy pecador y tengo tan malas inclinaciones naturales que muchas veces las obraría sy dios por su amor no me guardase…” La Biblia le había abierto un mundo donde Dios estaba presente en la vida de Alcaraz, aunque este hubiese estado siete años encarcelado. “El amor de Dios” será la clave de su pensamiento teológico y su terminología propia, pues lo de justificación por la fe o simplemente justificación que usa Ángela Selke, no son apropiados –dirá Nieto- por cuanto Alcaraz no conocía la terminología luterana, pero ella supone que podamos apreciar la originalidad y la novedad alcaraciana. “Solo el amor de Dios supone nuestra salvación – dirá Nieto- pues por medio de Su amor Él nos hace ingresar en una nueva vida, una vida de comunión con Él. El amor no es una aspiración humana a la unión divina ni la prenda más pura que el hombre pueda ofrecer a Dios. No, nuestro amor, incluso en sus más altos y puros estadios, es siempre amor egoísta: es un amor que conduce a realizar buenas obras o actos religiosos, ceremonias, sacrificios, oraciones, todo ello con la intención de hacer méritos y así ganarse el favor y la gracia de Dios.” Nuestro amor a Dios no es una aspiración natural, sino respuesta al mandamiento primero que exige que le amemos, legando a la consecuencia de no podemos amar a Dios a menos que Él nos dé el “manjar de la gracia”, que no es el sacramental, sino la manifestación del amor de Dios e nuestra vida. Dice Alcaraz: “el amor de dios como la ley de dios nos obliga que dice: amarás a dios de todo coraçon y de toda tu alma y de todas tus fuerzas (Mar 22:37) y de este amor naçe el amor del próximo que no puede obrar mal y de aquí proxede y pende la ley y los profetas (Mar 22:40) y este grand mandamiento y obligaçion no lo puede obrar el que está en su amor propio o pecador, sy primero no se dexaba el pecador a sy mesmo dexando las propiedades de las cosas, aunque no dexe las cosas; a de apartar el coraçon y no ponello en ellas, pues myre pata tan grand obra sy será menester lumbre y manjar de la gracia”.
DIOS EN EL CORAZÓN Y LA AUTÉNTICA LIBERTAD.
Para Alcaraz solo hay una forma de sentirse plenamente libre y esta es sometiéndose a la voluntad de Dios, obedeciendo su Palabra pues todo “don bueno viene del Padre de las lumbres”. El dexamiento es la única fórmula que compromete al hombre con Dios y es tan sencilla como aceptar lo que Dios da por gracia, dada la incapacidad del hombre para merecer. Pero para los entendidos como Bataillon y Nieto, la fórmula “grandiosa” de Alcaraz, en la que pretende explicar cómo Dios se hace presente en nuestro corazón, no como un morar místico, metafísico o psicológico, sino que Dios está presente allí donde su amor hace acto de presencia. La fórmula es que “el amor de Dios en el hombre es el mismo Dios”: “Enseñavan, syn dar ningún otro entendimeinto, quel coraçon del hombre era Dios, y de aquí inferían que nuestro coraçon hera mayor de Dios, teniendo a su coraçon por Dios e a Dios por su coraçon, y quel sentimiento interior que tenia de Dios o de su natural o lo que en si hallasen, que todo era Dios”. El origen de la exégesis de Alcaraz está en
1ª Juan 3:19-21 “Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”. Pero Alcaraz, aún siendo consciente de la profundidad del amor de Dios hacia el hombre, que cabe en el corazón del hombre y que le hace “impecable”, no por ello siente un estado de interna perfección sino que sigue sintiendo el pecado por todas partes y sigue sintiéndose un “pecador muy defectuoso”.
Aunque ya habíamos comentado que la teología de Alcaraz nombra a Cristo y es el Señor de nuestras vidas, dice Nieto que su teología no es cristocéntrica como lo será la de Juan de Valdés. El deja claro que
Dios ofreció su amor por la redención de todos nosotros, y este radical descubrimiento hace que Alcaraz rechace la presencia real de Cristo en la eucaristía, el culto a este sacramento, las obras de misericordia, el ayuno, las indulgencias y las bulas pontificias.
De este radical concepto del amor de Dios considerará mejor el estado del matrimonio que el celibato, la vida seglar en vez de hacerse cura o monje, rechazó la devoción mariana, las imágenes y a los santos; eran innecesarias el agua bendita, la confesión, el predicar sin el espíritu y solo con la letra y hasta el infierno, que no negó su existencia, lo cuestionaría por la forma en que exponía.
Rechazará esa práctica devota que, con deseo de piedad, convertía la contemplación de la muerte de Cristo en la cruz en mero espectáculo de los sufrimientos en vez de la apropiación de los méritos de Cristo por su muerte y resurrección. Se acudía de nuevo al sentimiento de ver sufrir a Cristo, como se hacía en la Vita Christi de la valenciana Isabel de Villena, y en meditaciones imaginativas se hacía aflorar la tristeza en la devoción popular, en vez de la alegría de la vida cristiana.
Estamos ante un movimiento, el de Alcaraz, el alumbrado, que nada tiene que ver con la mística visionaria y por eso fue arrancado de raíz. Dice Ángela Selke que a pesar de no haber atacado las inmoralidades de la Iglesia oficial, aparece como un movimiento peligroso, verdaderamente reformador a nivel popular, porque entraba dentro de los terrenos de la doctrina y no de los vicios eclesiásticos como lo harían los movimientos místicos en la línea de Osuna, Cisneros y Loyola, que aunque proponían una reforma drástica y fantástica de la Iglesia, nunca supusieron un verdadero peligro.
Los historiadores en su mayoría están de acuerdo en que el alumbradismo fue el verdadero movimiento reformador autóctono del siglo XVI. Las otras reformas serían místicas y visionarias y por tanto fuera del Renacimiento, que dejaron a España fuera del contexto cultural y espiritual de Europa y por eso muchos humanistas abandonarían España. Los intentos reformadores erasmistas y luteranos también serían erradicados ferozmente por la Inquisición por este mismo motivo fundamental de obedecer al Evangelio en vez de a la Iglesia oficial.
1) Se refiere Márquez a la a la proposición XXVI del Edicto de 1525: “Que que se le daba de lo de lo santos dezian y que hablando de la doctrina de los santos dio del brazo diciendo: esta doctrina de los santos con la sacra escriptura tengo que ver y que hacer… esta proposición es infiel y herética y herror Lutherano porque reprobar la doctrina de los santos es locura lutherana y herror muy soberbio contrario a la doctrina de los Sanctos y decir que los sacros canones no se an de guardar es herético herror impío y luterano porque aparta a los fieles de la observancia de los mandamientos de la iglesia.
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