Cierta historiografía ha acusado a estos autores de nicodemismo, de falta de valentía. Pero, en realidad, hay que considerar que para los miembros del
evangelismo era importante activar la reforma a través de la cultura y que además consideraban esencial para esto defender la Sagrada Escritura y anhelaban un cristianismo simplificado, adogmático, interior. Pero aún así mirado, todas estas características rompían con la Roma dogmática, exterior, imperial y majestuosa en su representación de la religión, alejada de la Escritura y amante de la Tradición y férrea dogmatizadora para cada circunstancia.
En este sentido las investigaciones sobre la Reforma en Italia de Delio Cantimori y Aldo Stella sobre las diásporas de Polonia, Transilvania, Moravia en aquellos reformados evangélicos que siempre estuvieron fuera de toda obediencia y estaban más en
contra que
con la Iglesia romana, teniendo que refugiarse en el exterior como Mattia Flacio Illirico, Pier Martire Vermigli, Celio Secondo Curione, Pier Paolo Vergerio. El coloquio nocturno de San Pablo
fuori le mura entre Pole y Carafa reveló que también en la vertiente opuesta se había advertido la presencia de hombres que no querían agruparse, pero que manifestaban simpatías por doctrinas consideradas “luteranas”.
Ya Ranke había intuido agudamente que personajes como Pole, Cortese, Morone, Contarini..., se habían acercado a posiciones protestantes, sin compartirlas totalmente. El evangelismo de estos personajes era, por tanto, “de frontera” —más de hecho—, en el interior del mundo católico, que intentaban renovar.” En un momento de crisis de las instituciones eclesiásticas la obra venía al encuentro de una necesidad concreta de salvación, y lo resolvía en un modo que un dominico austero y atento como Catarino lo juzgaba pelagiano. ¿Fue Flaminio el que introdujo amplios retoques inspirados en Calvino? ¿Mas, qué Calvino era? Flaminio (1498-1550), amigo de Giberti, con él dejó Roma en 1527 y lo siguió a Verona en 1538. Dos años habría sido molestado por tener libros luteranos. En 1540 va a Nápoles, donde conoce a Valdés y Carnesecchi. En la confesión que éste hará ante el tribunal de la Inquisición, estamos en conocimiento de una revisión hecha por Flaminio, que introdujo pasajes sobre la justificación por fe, como si fuera doctrina católica. Murió en Roma asistido por Carafa, en cuyas manos hizo una profesión de fe clara y explícita, mientras Carnesecchi preferirá la muerte a la abjuración.”(1)
Bataillón mantiene que solo estos contactos con los italianos “spirituali” son la contribución de Europa a la Reforma en España y que si se vieron incitados a romper con la Iglesia oficial para abrazar confesiones heréticas no fue por sus intercambios de opiniones con extranjeros. “Se convencieron de que la religión tal como ellos la concebían era también la religión de los mejores espíritus de todas las naciones, de que su triunfo era la meta de los esfuerzos del Emperador, y de que el Concilio tenía finalmente que hacerla suya si quería renovar la Iglesia”(Bataillon, 1995, pág. 517) Todos sabemos que el Concilio de Trento no siguió esta línea evangélica y reformadora. Estos espíritus buscadores del “Reino de Dios”, de la interioridad, de la conversión a un Dios verdadero y no de “madera”, entendieron mejor que ninguno lo que suponía la Reforma de Europa, revuelta y radical, pero con raíces en el Evangelio y en las fuentes primeras. Pero también creemos que aunque la Reforma en España tenga raíces iluministas y erasmistas, Lutero no era un ignorado en España precisamente por el intercambio cultural y religioso no solo del Concilio de Trento, sino de la influencia de la imprenta para introducir las doctrinas reformadas y el intercambio social y laboral con las naciones de Europa. Esto lo hemos ido demostrando.
La visión que tenían del Concilio de Trento los protestantes españoles era crítica.
Se esperaba en primer lugar un Concilio general, que fuera libre y cristiano, sin depender del papa. Que se buscara la verdad, para gloria de Dios y bien del prójimo. Que se tuviesen a los libros canónicos de la Sagrada Escritura como base, siendo la tradición, la opinión de los Padres de la iglesia y acuerdos de otros Concilios solo criterio válido si estaban de acuerdo a la Sagrada Escritura. Y que el Concilio se celebrara en un lugar donde no hubiera que temer ni traiciones ni asesinatos.
Pero
el más crítico era el reformador Francisco Enzinas que se había ocupado de publicar en latín documentos de las cinco primeras sesiones del Concilio tridentino. Bullinguer le había enviado algunos documentos para que los incluyera en su obra. Menéndez y Pelayo dice que la exposición de Enzinas “es una invectiva contra el Concilio de Trento, tan brutal y apasionada como vulgar en el fondo; libelo al cual solo da valor la rareza bibliográfica”; que tiene “notas burlescas” al comentar las cinco sesiones del Concilio, además de añadir Enzinas unos versos latinos titulados “
Antítesis entre Pablo, Apóstol de Tarso y el moderno Paulo III, pirata romano…”. Sin embargo esto no parece ser tan injurioso para los historiadores actuales que han tenido noticias de que Paulo III ordenó la muerte de su hermano Jaime Enzinas que fue quemado vivo. Para Jean de Savignac que fue el primer traductor de las “Memorias” de Francisco de Enzinas, considera que la crítica que hace en sus “Acta Conciliis Tridentini anno MDXLVI (1546)” publicada en la imprenta de Oporinus en Basilea “sea una de las más agudas”.(Gutiérrez Marín, 1978, págs. 74-75)
1 ) http://www.esteologia.com/newpage166.htm. Historia de la Iglesia: La Lucha por la unidad de la Iglesia.
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