Es incuestionable que la profundización en los estudios y la literatura bíblica que precedió a 1600 habían sido una meta perseguida por los intelectuales protestantes. El griego y el hebreo eran básicos en la educación de la era Isabelina y no solo servían para la controversia con los católicos, sino para acercarse a las fuentes de la primitiva era cristiana. Los niños aprendían el catecismo o los catecismos en griego, así como el Nuevo Testamento.
La Universidad protestante daba un salto cualitativo en el estudio de la teología, donde era preciso además del latín y el griego, el hebreo y en Westmister se añadían otros idiomas como el árabe. Adrián Saravia fue un gran teólogo y maestro, nombrado por el rey de profesor de hebreo y miembro de la comisión traductora de la famosa Biblia King James.
Saravia había nacido en Hesdin, Pas de Calais, de padre español -Cristóbal Saravia- y madre flamenca -Elisabet Boulanger- ambos protestantes. Se incorporó, a temprana edad, a la obra en Amberes y en especial a la congregación Valona en Bruselas.
Se sabe que paso una cierta temporada estudiando en París pero no se sabe que estudiaba. Lo que si sabemos es que estuvo antes de 1557 en una comunidad franciscana y después fue convertido apoyando la reforma calvinista. Emigraría a Inglaterra en el reinado isabelino, donde fue evangelista en Yersey y en St. Peter, Guernesey, bajo la disciplina presbiteriana. Volvería a Leiden siendo profesor oficial de divinidades en 1582 y ministro de la iglesia reformada episcopal. Aconsejaría a Guillermo Cecil la anexión de los Países Bajos por la reina Isabel y siendo descubierta su posición política tuvo que volver a Inglaterra por 1587 siendo director de una escuela de gramática en Southampton.
Después de escribir varios tratados en los que defendía el episcopado y en contra del presbiterio, sería nombrado rector de Tattenhall, Staffordshire. Su primer trabajo “De diversis gradibus ministrorum evangelli” era un ensayo a favor del episcopado, que trajo polémica con Teodoro de Deza, pero que le aportaría un reconocimiento eclesial episcopaliano, ofreciéndole en 1595 la canonjía de Cantorbery y en el mismo año la vicaría de Lewisham. Fue dedicado este libro a Juan Whitgift, arzobispo de Cantorbery, señor Burghley, señor High Treasurer, y sir Christopher Hatton, canciller. La versión original fue escrita en latín, pero una versión inglesa apareció en el año siguiente
Sobre 1604 presentó al rey Jaime I su tratado en latín “De sacra eucharistia” y
en 1607 sería el único traductor, de habla no inglesa, en la Biblia patrocinada por este rey, que traduciría desde Genesis hasta el final de 2ª de Reyes. Moriría en Cantorbery el el 15 de enero 1612, y sería enterrado en la catedral.
La crítica que hace Menéndez y Pelayo de su persona y obra la resumimos en estas frases: “Combatió éste con desigual fortuna a Belarmino, cayendo en las gárrulas y sabidas declamaciones contra el papismo, y publicó en defensa de Jacobo I un tratado político
(De imperandi authoritate et Christiana obedientia), en que, empezando por combatir la libertad natural del hombre, acaba por sostener la monarquía despótica al modo oriental y negar a los pueblos toda facultad de deponer o juzgar a los soberanos aunque éstos sean electivos, como en Polonia. Es obra curiosa y no mal escrita. Saravia se muestra templado en la disputa y docto en divinas y humanas letras.”
Gerald Carey aporta las últimas investigaciones a su biografía(1), como que Saravia comenzó a construir la Escuela Primaria Libre y de la que sería rector, con el dinero aportado por Thomas Russell. Que en 1558 estuvo en Ginebra y que en 1559 viajaría a Inglaterra con muchos exiliados ingleses que huían de los Países Bajos. Que en 1561 se casó con Catherine d’Allez y ambos atendieron a los refugiados de las iglesias francesa y holandesa en la calle Threadneedle de Londres. Que a su padre lo había ejecutado la Inquisición por herético de la iglesia reformada y todo esta experiencia hacía que la gente considerase a Saravia como “un joven estudioso, tenido en alta estima”. Trabajó por ampliar la iglesia reformada en los Países Bajos y publicaría la confesión de fe holandesa. Estas actividades eran consideradas subversivas por lo que tendría que marcharse ante tanta intolerancia. Llegaría a amar tanto a Inglaterra que solicitó a Guillermo Cecil la ciudadanía, la cual concedió en 1568. También nos informa Gerald Carey que estuvo como capellán en el ejército de Guillermo de Orange por 1568. Mientras él emprendía esta tarea, escribió algunos folletos que elogiaban al rey Felipe II de España, a la vez que condenaban las acciones brutales del duque de Alba, con la intención de intentar demostrar que el duque no actuaba de acuerdo con los deseos del rey. Esto era un acercamiento inteligente, pero desafortunadamente no alcanzó el resultado deseado.
También dio clases de francés que era la lengua hablada en casa, llegando ser un profesor de prestigio y sus alumnos ocuparon los altos lugares de la corte y en el servicio diplomático. En 1601 se hizo canónigo de la abadía de Westminster por lo que recibió la suma anual de más de 28 libras y en las actas oficiales de la abadía figura la asistencia a muchas reuniones del capítulo. También algunas fuentes indican que en ese mismo año era canónigo de Worcester y que en 1603 asistiría a la muerte de la reina Isabel y la subida el trono de Jaime I.
Moriría su esposa Catherine el 1 de febrero de 1605 y sería enterrada en la catedral de Catorbery. Ella había sido de gran ayuda en los últimos cuatro últimos y turbulentos años. Casaría de nuevo Saravia en 1606 con Margaret Wijts y hasta 1611 dedicaría sus mejores trabajos a la traducción de la Biblia inglesa. Fallecería a la edad de ochenta y dos años y su segunda esposa pondría una placa en latín en la que decía que ella, Margaret Wijts como segunda esposa de Saravia había vivido con él piadosamente y feliz por seis años y que esta placa era un monumento y símbolo de su sincero amor. Que mientras él vivió había sido distinguido doctor en teología, hombre excepcional en todas las ramas de letras, notable en piedad, sobrio y dulce en conducta, conocido por sus escritos y trabajos llenos de fe. Doctor en Leiden y luego incorporado en Oxford este hombre de Dios será por siempre recordado desde 1612.
Adrián Saravia expresaría sus últimas voluntades con estas palabras: “En primer lugar confieso que muero en la fe entregada a la iglesia por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo y los profetas que forman el contenido de los libros canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento, aceptados por la iglesia inglesa. Estos cincuenta años, después de haber renunciado a los errores de la tiranía y la idolatría que persisten en la iglesia romana, he enseñado y he profesado esta fe en privado y en público. Acepto y estimo grandemente el credo de los Apóstoles, el credo de Nicea y de los otros tres concilios ecuménicos con el de Atanasio, porque se basan en la Palabra de Dios. A estos agrego la confesión de la iglesia inglesa junto con la presentada por los príncipes alemanes al emperador en Augsburgo en el año de nuestro Señor 1530… Cuando Dios me llame a la otra vida, estoy seguro de la salvación que me ha sido dada por Cristo el Señor, dejo mi alma en sus manos y dejo mi cuerpo confiado a la tierra sin entierro ostentoso”. Isaac Casaubon, amigo de Saravia, lo describió como “hombre de buena reputación, de sabiduría muy grande y como el hombre más deseoso y serio en buscar la paz general y la concordia en la iglesia del Dios”.
1) Existe una buena aportación biográfica y contexto histórico en “Precedentes de la Iglesia Reformada española Reformada Episcopal” del Rev Carlos López Lozano.
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