El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Sabemos que hoy abundan personas tan necesitadas del mensaje de la Buenas Nuevas como en tiempos del Señor Jesús.
La vida eterna será, estar para siempre con el Señor y disfrutar permanentemente de su paternidad y de su bendita presencia trinitaria.
Sorprende que en este tiempo presente hayamos sustituido lo eterno de una religiosidad pasada por lo “interminable”.
Él y solamente El, es nuestra única esperanza de un mañana mejor, Jesús es el Único Camino a Dios el Padre, la Verdad suprema y la Vida verdadera.
Buenas Noticias TV realiza un recorrido por la obra evangélica en la ciudad gallega, en la historia y hasta el presente año en el que la iglesia El Camino celebra su 150º Aniversario.
Lo que sucede a lo largo de la Historia, y ciertas palabras proféticas que fueron pronunciadas en momentos puntuales, nos ayudan a entender tanto al Dios de la revelación divina como a la misma revelación.
Las alas no se heredan, se construyen con lágrimas, fe, tiempo, y coraje.
Me considero un hombre racional con una mediana capacidad intelectual, pero me niego a ser una especie de pasmarote inexpresivo o bíblicamente retórico.
Dios no se olvidó de Daniel en la parte que él más necesitaba: Sentirse amado por el Dios a quien servía, en medio de tanto rechazo y tensión que le creaban sus enemigos.
Ser pastor de almas, entiéndase de personas de todo tipo de trasfondos sociales y humanos es una auténtica aventura de fe y también una verdadera filantropía espiritual.
La primera consecuencia a la desobediencia es perder el favor de Dios, tanto en el terreno espiritual como en el natural.
Vi pasar la historia del pecado de David y la denuncia de Natán en un universo paralelo y distópico.
Gran parte de la felicidad de los humanos es saber poner en las manos del Señor nuestros tiempos.
Necesitamos una comprensión celestial que nos muestre la llave maestra, que abra las puertas de los corazones más indiferentes, porque Dios ama a todo el mundo.
Decía Bonhoeffer que quien ama su sueño de comunidad cristiana más que a la comunidad cristiana real se convierte en destructor de esa comunidad, por más sinceras, serias y abnegadas que sean sus intenciones personales.
Sobre la tierra se extiende una nube silenciosa que engloba un atronador silencio de muchos creyentes que siguen mirando solo al cielo en espera de recompensas.
Vivir por fe es una actitud contraria a todo lo que vemos y oímos hoy en día, que nos invita a cuantificarlo todo y a controlar nuestro propio destino.
Todavía podemos aferrarnos a aquello que desde las Escrituras nos parece suficientemente sólido, claro y por tanto, válido como para creerlo, practicarlo y defenderlo, ante cualquier foro.
Valoremos este maravilloso don de la vida terrenal que puede convertirse para muchos de nosotros en el preámbulo de la vida eterna.
A veces lo que es correcto se niega, se oculta, se combate y se persigue, mientras que a lo que no lo es se le da la bienvenida, se afirma, se acepta y se abraza por una gran mayoría.
Amar lo que Dios ama significa amar a la Iglesia de Jesús.
Algunos de esos ídolos abundan en el campo cristiano mucho más de lo que imaginamos. Podemos llegar a creer que están dentro de los parámetros espirituales “más elevados”. Pero son ídolos.
Sin convicción de pecado, no hay un verdadero arrepentimiento y sin un genuino arrepentimiento, no hay conversión posible.
Ni la teología ni el estudio de la teología tiene por qué secar la vida espiritual de nadie, sino todo lo contrario.
No podemos ser cristianos mediatizados por esas sucias gafas que nos muestran los valores antibíblicos que impiden el seguimiento del Maestro.
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