El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Porque mido el dolor de esos golpes, sé que es la hora de coger la vida con las dos manos, asumir la realidad sin temblar y descubrir que no tenemos derecho de acurrucarnos en ellos, entregándonos al diminuto placer de complacerlos.
Se pueden hacer las cosas por obligación y entonces son cansadas, aburridas y latosas; o por Amor, y entonces son ligeras, gozosas y fecundantes.
Texto escrito por Roberto Velert y publicado por primera vez el 11 de septiembre de 2016.
El hecho de que la gente coincida en las mismas recomendaciones, usos y costumbres, débiles valores y anoréxicas virtudes, podrá parecer que la vida sea más fácil, pero nada sorprendente, ni de éticas nobles y, en consecuencia, más aburrida.
En este mundo que vivimos ganan siempre los bribones: los que encuentran triquiñuelas para evadir la justicia.
Gracias Dios, por la multiforme riqueza de tu pueblo.
Creo que hay demasiados problemas realísimos y sangrantes en torno a nuestro mundo como para dedicarnos a sufrir por otros hipotéticos.
La compasión consiste en la perfección de la justicia. No viene la clemencia y luego la justicia, sino la justicia primero y la compasión después.
Cumplimos años, nos dan miedo los años, sobre todo cuando no tenemos clara visión de qué hacer con ellos.
La Navidad, o es la búsqueda del único Dios y su justicia, primeramente, o no es nada.
¿Qué horripilante comedia autocomplaciente e hipócrita de enseñar sólo por estas fechas niños dolientes y pueblos hambrientos?
La apologética cristiana ofrece evidencias y argumentos a favor del cristianismo y, a la vez, procura responder a todas aquellas objeciones contra la fe.
Meditando desde las guías de luz espiritual, se aprendería que la democracia es algo muy lejano de la zorrería, el descaro, la preferencia del propio bien o, a lo sumo, del propio partido, del negociado a espaldas del pueblo de intereses opuestos.
Con la globalización y el imperante espíritu laico, las fiestas han perdido su sentido original.
Caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante del otro, llevando unos las cargas de los otros, y cumpliendo así la ley de Cristo, máxime cuando experimentamos que nadie que haya aliviado el peso de sus semejantes habrá fracasado en este mundo.
Me planteo qué va a ser del hombre. No me preocupa tanto que no se sepa quien fue Homero u Ovidio, o Cervantes, o Goya: hoy pulsando una tecla obtendremos la respuesta.
Estamos asediados de irracionales dialécticas; no entendemos si no es a través de ellas.
Qué difícil para el ser humano es que entienda que lo más importante que puede ocurrirle es algo que no puede evitar.
Una palabra sazonada con gracia y con sal es una palabra sana, y una palabra sana hace una prensa sanadora.
Desintoxiquémonos. No nos limitemos a desarraigar tan virulentas hierbas, sino que plantemos buenas semillas.
La razón y la verdad están muy por encima de nosotros, simplemente debemos dejar que brillen sin preocuparnos de que los demás lo admitan.
Si no hubiese un más allá, y un tribunal que realmente aplique justicia, entonces el Epulón se lleva la mejor parte, el perverso termina siendo el más encomiado; y los comparecientes en sus exequias terminan diciendo “en el fondo no era tan malo”.
Se nos han colado muchos cambios que son para peor y que una sociedad seria debe impedir.
La ley del embudo: lo ancho para lo propio, lo estricto para los demás, se ve con excesiva frecuencia aplicada por la Iglesia Católica Romana.
¿Cómo hacer para recuperar el auténtico ideal del maestro?
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