El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las meras palabras, cuando lo que hace falta son hechos, solamente van a producir pobreza. Acabarán en indigencia.
Tres cosas ha de tener el orador a la vista: qué decir, en qué lugar y de qué modo ha de decirlo.
Olvidamos que cuando hablamos mal de otra persona, llenamos de amargura nuestro corazón y dejamos de ser nosotros mismos.
Es un reto salvaguardar el espacio en el que podamos estar expuestos y sin obstáculos al compromiso y la oración bíblicos. Pero la entrada determina la salida y dará forma a nuestros pensamientos y luego a nuestro discurso.
Me gusta hablar con Dios mientras conduzco. Últimamente, no sé por qué, nos faltan palabras en nuestras conversaciones.
Las palabras no deben ser banalizadas, tampoco usarse para vandalizar, sino puentes para ensanchar la vida comunitaria.
Entre conversación y quehacer teológico no debería existir tanta distancia.
- Alguien debe ser valiente y decirle lo que no quiere saber.
Si por algo se caracteriza la sociedad actual es por la profusión de palabras concebidas para hacer daño, ya sean orales o escritas.
Si no tienes nada mejor que decir…creo que es mejor que te calles.
Un estudio contextualizado en Estados Unidos muestra que, en la mayoría de casos, los cristianos no son considerados los mejores compañeros para hablar de las creencias.
La expresión con sanas palabras indica la calidad que tienen, porque lo sano es lo contrario de lo enfermo o infectado, cualidad que es vital para que la enseñanza sea saludable.
Queriendo evitar el descrédito, ella les advirtió que sobre todo no hablaran.
La fuente del perdón es el mismo carácter de Dios. Él es amor, y lo es en esencia.
Tan poquita cosa como parecen, van contagiando su enfermedad de boca en boca y por lo bajini.
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