El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Los servicios religiosos se encuentran entre las excepciones al confinamiento decretado por el Gobierno durante diez días.
Se les ha llamado Gente de Dudosa Afinidad (G.D.A.).
Joaquín quiere dar a conocer su saber, y no pierde ocasión para atribuirlo a la Gracia de su Señor.
Podemos buscar consuelo soñando que mañana habrá pasado todo. Dotar esto de sentido imaginando reequilibrios cósmicos.
Cuando el miedo comenzó a paralizarme al alargarse el confinamiento, el Señor empezó a hablarme de la fe, de lo que es y de lo que no es.
Después de las primeras semanas de confinamiento y de tener que reinventar nuestra manera de acercarnos a las personas, empecé a entender que Dios no está confinado, ni su Palabra tampoco.
He aprendido que de nada vale angustiarme, sabiendo a ciencia cierta que el Dios de mi vida está siempre al control.
Cerrar el grifo en un 10% durante un año no va a cambiar mucho la cantidad de CO2 que hay en la atmósfera.
Debemos concretar si poder hacer ciertos movimientos porque se nos da permiso desde la ley y es lo más conveniente y se están presentando como nunca antes en esta pandemia los picos de ansiedad.
Mientras que la epidemia se ha desatado en Europa, no debemos olvidar que las desigualdades mundiales significan que algunos países se verán más afectados que otros. Un artículo de Joëlle Philippe.
Si antes, la convivencia se disfrutaba a sorbos pequeños y con prisas, ahora los tragos son largos y tranquilos.
¿Cuál es el resultado de vivir un confinamiento activo y centrado en Dios? Que Dios derramará su paz en nuestra mente y corazón.
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