El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cuando no damos gracias ni adoramos a nuestro Creador, llegamos a pensar que el mundo gira alrededor de nosotros, así que no necesitamos a Dios. Olvidamos que la vida no es nuestra, sino de él.
Delante de Dios, todos y cada uno de sus hijos somos especiales.
Nuestra vida sería diferente si la gente nos comprendiese más y si nosotros hiciéramos un esfuerzo por comprender más a los que nos rodean.
En muchas ocasiones, lo que pensamos determina lo que ocurre en la vida.
Nunca nos debe preocupar lo que nuestros enemigos digan, sean quienes sean, no importan sus nombres.
Tener sentido en la vida significa vivir disfrutando cada momento, siendo como uno es, quizás en muchas ocasiones siendo una persona de lo más normal.
El secreto de la asistencia no es otro que el saber trabajar para los demás aunque ellos sean los que se lleven el honor de conseguir los puntos.
Desgraciadamente, seguimos alimentando el odio y rechazando a otros porque no son como nosotros.
Si es difícil encontrar respuestas para las preguntas normales de la vida, mucho más lo es si queremos conocer lo que hay más allá de la muerte.
Dejar de ser niño es una de las peores decisiones que tomamos en la vida.
Las cosas sencillas llaman a nuestra puerta todos los días de nuestra vida, y nosotros decidimos ocuparnos de ellas o no.
El desaliento suele ser nuestro mayor enemigo, todos lo hemos sentido docenas de veces en nuestra vida. No merece la pena caer en el desánimo.
Si nos volvemos al Creador encontramos la razón por la que fuimos creados.
Si eres un hijo o una hija de Dios, ¡Disfruta de lo que eres! Llevas contigo la imagen de tu Padre. Él es tu Dios, ¡El dueño del Universo!
George Martin fue no sólo el productor del grupo sino también la persona que los comprendía, y los mantuvo unidos en muchos momentos complicados.
Nuestra victoria no es que lo malo desparezca, sino que absolutamente todo (incluso lo malo), Dios lo permite para nuestro bien.
Más vale vivir sin envidia y trabajar sin vanidad para no caer en el reino de los mediocres.
Parece que el hecho de tener razón es lo más importante en la vida.
Sabemos quiénes somos cuando nos vemos a nosotros mismos como Dios nos ve.
Merece la pena que nuestra vida sea mejor, merece la pena arriesgarse y no seguir la corriente.
Una de las fuentes de ansiedad en nuestra vida son nuestros propios deseos. Deseos de querer tener más.
Una cosa son las creencias o las cosas que decimos en algún momento de nuestra vida, y otra muy diferente es encontrarse cara a cara con la muerte. Eso lo cambia todo.
Ser santo es ser inmensamente feliz, porque así es Dios. ¡Lo opuesto a la santidad es la amargura!
En la vida cristiana todos estamos en la aventura de la competición para luchar y ganar.
Dios se ha especializado en usar a personas fracasadas, a los que han caído, a los que piensan que su vida no tiene valor.
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