El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Álvaro Pombo, el nuevo Premio Cervantes, es académico de la lengua, un autor popular, ganador de diversos premios, pero que escribe siempre a contracorriente.
Ante la realidad de la vejez, Samuel reflexiona cómo se enfrenta al paso de los años y la debilidad.
Si confiamos en “los príncipes de este mundo”, nuestra bondad e ideales, cometeremos el error de creer haber encontrado en alguien una integridad que no hay en ningún ser humano.
Al llegar a una edad avanzada, Escobar mira no solo al pasado, sino también a los desafíos que percibe para la generación actual y la próxima.
Dios anuncia una nueva creación en la que el cielo y la tierra ya no estarán separados. Cristo no ha venido sólo a salvar a muchas personas, sino a redimir a la creación de los efectos del mal.
A principios de siglo XXI Samuel se establece en Valencia, iniciando una etapa diferente.
Hace bien, el músico australiano, en seguir leyendo la Biblia. Es así cómo ha adquirido un “sentimiento en general de que hay algún tipo de divinidad en el mundo”.
La expansión del cristianismo por todo el mundo va haciendo que este cambie su rostro global. Escobar recuerda los esfuerzos de educación teológica tanto en el Norte como en el Sur.
No es lo mismo, la fe que lo que nos gustaría creer. La fe se basa en la revelación de una verdad en la que podemos confiar.
Muchos creen que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Pero en este capítulo vemos lo contrario, que Dios ayuda a quien no puede.
Desde su labor docente y como escritor, Escobar ahonda en cómo la misión evangélica implica necesariamente abordar las injusticias.
Ahora vuelve en Raíces de Ginseng a su autoritario padre, la madre entregada a Dios y, además de su hermano, descubrimos también que tiene una hermana y la relación del entorno agrícola en que creció con empresarios chinos.
Nos cuesta entender que nuestra visión de la realidad es limitada. En la conversación del pozo, Jesús se muestra como el salvador del mundo.
En Latinoamérica se desarrollan diversas corrientes teológicas que ahondan en el problema de la pobreza. Samuel Escobar respondió a las inquietudes que se levantaban en un debate que trascendió a lo teológico.
La trilogía que dirigió Coppola, cuya segunda parte cumple ahora 50 años, tiene “la intención de ser una especie de Orestíada mostrando cómo el mal reverbera en cada generación”.
Escobar rememora los cambios que se producen en Perú y otros países de Latinoamérica en los 70.
Si hemos sido hechos para el Autor y Señor de la vida, no es extraño que al prescindir de Él, nos da esa sed para descubrir que solamente en Jesús podemos ser satisfechos.
¿Por qué hemos de morir? Es porque tenemos el problema que la Biblia llama el pecado. Sólo un Hombre perfecto nos puede librar de ella. Dios se hizo hombre “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte”.
Hay una puerta de atrás, incluso en sociedades tradicionalmente católicas como la española, por la que cada vez te encuentras más gente que han pasado por el mundo evangélico pero ya no tiene contacto con iglesias ni grupo cristiano alguno.
El Pacto de Lausana es clave en la formación de la identidad evangélica contemporánea. Escobar recuerda su participación.
La Palabra es verdad y en la Escritura está la única visión del mundo coherente con la experiencia humana, pero como dice Schaeffer, si mi experiencia no se corresponde con la autoridad de la Biblia, la norma es la Escritura, no yo.
En la vida, solemos lamentar los errores y soñamos con volver a empezar. La buena noticia es que a través de Jesús, es posible tener nueva vida, como explica él mismo en su conversación con Nicodemo.
El escritor despierta en nuestro degradado espíritu sed de la bondad y la gloria que hay en el León de Judá.
Jesús era lo contrario a alguien aburrido, y por eso le vemos como invitado a una fiesta.
La verdad última es teológica, no filosófica. Cuando el cristianismo reconoce que Jesús es la Verdad (Juan 14:6), relativa al relativizador y busca la trascendencia de ese Dios infinito que se revela en lo personal.
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