El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Irene López, maestra de profesión, sirve desde hace más de medio año en la escuela del campo de refugiados de Mavrovouni, en Lesbos. “Estamos desarrollando un currículum para enseñar inglés que se ha creado específicamente para el campo de refugiados”, explica.
Tras el incendio que arrasó el antiguo campamento, apenas un reducido número de refugiados ha sido reasentado fuera de Lesbos.
Una semana después del incendio que arrasó el asentamiento de refugiados y migrantes, “hay mucho cansancio y protestas”, dicen cooperantes en la isla.
“La mayoría de la gente está desesperada”, dice un cooperante en la zona de la ONG evangélica Remar.
Aunque aún no hay casos diagnosticados de Covid-19 en Moria, los daños colaterales de la crisis sanitaria han impactado muy negativamente las ya deplorables condiciones de vida de los solicitantes de asilo.
Incluso antes de conocer la posibilidad de ir a ayudar a Lesbos, Dios me habló intensamente a través del pasaje de Proverbios 3:27,28.
Los terrenos alrededor del campo están “sobresaturados”. Pau Abad explica desde Moria la “desesperación” de los centenares de familias que siguen llegando cada semana y se enfrentan a “un invierno muy duro”.
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