El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las circunstancias difíciles permiten que nuestro testimonio se confirme con obras.
Los pecados sexuales en términos generales se llaman “fornicación” en la Escritura.
La sistemática destrucción y devaluación de la familia (padre, madre e hijos) y del matrimonio heterosexual es uno de los más importantes frentes de lucha para la iglesia.
El tiempo de oración, meditación y reflexión en el ministerio cristiano es cada vez más escaso, lo que puede terminar en lo que conocemos como el síndrome “burnout”.
Los creyentes ejemplares de siglos pasados eran auténticos campeones en el arte de meditar en la Palabra de Dios y sus grandes verdades.
Como cristianos no somos solamente llamados a leer la Biblia sino también a estudiarla. Y más que estudiarla: meditar en esas palabras y verdades eternas.
Sabemos todo sobre trivialidades, pero poco sobre una de las cosas que debería animarnos todos los días: nuestro futuro con el Señor.
Posiblemente nos hemos olvidado de un tema fundamental.
O la Iglesia empieza a vivir de una forma más gloriosa que nunca, o Dios mismo se encargará de quitar de en medio un cristianismo adaptado a las modas y hueco de contenido.
Los evangélicos de nuestros días han aceptado y combinado tantas ideas de otras creencias y filosofías que han creado su propio sistema de fe.
Según algunas encuestas, los evangélicos tienen graves lagunas en cuanto a sus convicciones cristianas.
El cristianismo europeo se caracteriza sobre todo por su rendición ante el secularismo militante.
Con Francisco, Roma no solamente se ha acercado a los evangélicos sino al mismo tiempo se ha acercado a judíos, musulmanes, hindúes y budistas.
El papa Francisco ha expresado su deseo de la unidad de todas las iglesias cristianas: ortodoxos, anglicanos y las diferentes denominaciones protestantes.
Más de 500 años después del comienzo de la reforma protestante, nos vemos ante un tremendo esfuerzo tanto por una parte de la iglesia católica, como de un segmento mayoritario del protestantismo, a pasar página y buscar la unidad sobre todas las cosas.
Se supone que hoy en día existen aún unos 200.000 judíos que hablan el ladino. Lo triste es que ninguno lo hace como primer idioma, sino la mayoría como segundo o tercer idioma.
La historia de un país que nació en primavera.
Daba perfectamente igual si eran católicos o protestantes. Porque en el tema del odio hacia los judíos casi todo el mundo estaba de acuerdo.
La historia de los judíos en Europa es una historia sangrienta de persecuciones completamente irracionales.
A nadie le sorprende que a los nazis les encantaba citar a Lutero. La sistemática enseñanza “cristiana” sobre los judíos por activa y por pasiva contribuyó a las cruzadas, pogromos y finalmente al holocausto.
Al terminar el mandato inglés, David Ben Gurión declaró la independencia de los territorios judíos bajo el nombre de “Israel”.
A finales del XIX los judíos reclamaron un lugar para estar a salvo de las persecuciones que habían sufrido por siglos en Europa.
Existe un gran desconocimiento en círculos cristianos de la historia de los judíos a partir del primer siglo.
Hay esperanza y hay futuro para los judíos. Y la Iglesia Cristiana debería tomar nota de ello.
Pablo no deja ninguna duda: los judíos tienen futuro en el plan de Dios.
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