El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Oramos a Dios para que en su misericordia se produzca cuanto antes el efecto Nínive entre nosotros y seamos testigos de una poderosa visitación divina.
A día de hoy, no podemos ignorar el gran conflicto espiritual en el que estamos envueltos.
Me pregunto por qué nos distraemos tanto en mil y una historias que consumen nuestro precioso tiempo.
El Dios nuestro que nos acompaña aun en las pequeñas cosas también nos da buenas ideas para solucionar problemas y situaciones personales.
No se trata de números ni de los múltiples recursos humanos sino de los sorprendentes y maravillosos recursos divinos.
Somos tan humanos y, a la vez, vasos de barro utilizados soberanamente por el mismo Señor, que debemos estar apercibidos de los dardos de fuego del Maligno respecto de las dudas que asaltan nuestras almas.
Algunos pensamientos respecto a ciertos fallos en nuestra conducta ética en general, según observo a lo largo de los años, con esta breve autocrítica.
Hoy más que nunca están viniendo millares y millares de personas a la fe y a la salvación en Cristo en todos los continentes, como nunca antes en todas las generaciones anteriores.
¿Cómo ves a las personas que te rodean? ¿Las ves con los ojos de Jesús, con la necesaria compasión por su precario estado espiritual y sus profundas necesidades?
Necesitamos una verdadera revelación de cómo podemos llegar al corazón de nuestra gente, porque no existe ninguna cultura o grupo de personas inaccesible al Evangelio de Jesús.
La crueldad y la perversidad, en sus más variadas formas, son el pan nuestro de todos los días.
La importancia de despegar y aterrizar con éxito en este tiempo estival.
Quiero proponeros que juntos nos regocijemos en el Señor siempre: ser cristiano es una dicha, además de una bendición excepcional, que merece ser disfrutada.
Cuestionar los milagros tanto de antaño como en la actualidad, sería como cuestionar a Dios mismo y su naturaleza intrínseca.
En mi humilde radar espiritual percibo un claro sentido de urgencia de parte del cielo para la inminente venida del Señor.
Quiero expresar mi más sincero respaldo a las iglesias de nueva generación que manifiesten su total compromiso con Cristo y quieran mantenerse fieles a Dios en una vida de fe y santidad radical.
El Espíritu de Cristo me hace pensar en una respuesta de amor demostrativo a favor de los más necesitados.
Nos cuesta tanto llegar a creer, incluso imaginar, un mundo tan perfecto como el descrito en la Palabra de Dios.
El Espíritu Santo no es mudo ni está desactivado, tampoco debe ser un convidado de piedra en nuestras reuniones comunitarias.
Los héroes de Hebreos fueron audaces, confiados, intrépidos y perseverantes: ahí tenemos los cuatro ingredientes de una fe robusta que fortalece nuestra alma y nuestro espíritu.
No se recuerda, en nuestro país, un evento evangelístico tan bien diseñado y tan concurrido como el Festival de la Esperanza de Barcelona, y mucho menos una respuesta tan masiva al llamado.
Este juego de palabras solo pretende describir la reflexión que estuve haciendo un día de estos acerca de la fe.
La santidad no es impracticable ni tampoco está diseñada para cierta casta de súper cristianos.
El tiempo nos sentencia, nos consume y a la vez nos acerca al umbral de la eternidad.
Dios no bendice a los falsos testigos, a los chismosos y a los que crean discordias entre los hermanos y los amigos.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.