El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Muestra externamente su esplendor y belleza natural, pero a la vez es portadora de un veneno letal.
En su nuevo libro, Juan Varela explora cómo los valores bíblicos ofrecen un fundamento para la vida en medio de una sociedad que se resquebraja.
Para Nicholas Winton, “si algo no era imposible, entonces debía haber una forma de hacerlo”. Estos son los únicos que ganan, los que en medio de la muerte traen vida. Y Cristo, como dice la Palabra, es las primicias.
Encarar la fragilidad humana no es algo nuevo para el Evangelio. Jesús mismo, el Hijo de Dios, encarnó no sólo nuestra humanidad, sino también nuestra vulnerabilidad más profunda.
La Biblia ha venido guiando la historia desde el principio del tiempo, venciendo tormentas de odio, apaciguando tempestades de controversia, llevando la civilización a tierras extrañas y la paz a hogares civilizados.
El necio ya lo es, aun antes de menospreciar el consejo. En cambio, el prudente llega a serlo porque primero ha aprendido a guardar la corrección.
Con el lema “Sirviendo a tu generación” el Consejo Evangélico Autonómico de Andalucía celebró su congreso en San Juan de Aznalfarache.
Un testimonio a otros que pudieran estar viviendo una viuda de esclavitud religiosa, pero que por medio del Evangelio pueden encontrar la verdadera libertad que el Señor Jesucristo prometió a sus seguidores.
De la señora Hortensia aprendí que no siempre sirve más el que más brilla, sino el que tiene el corazón dispuesto.
El pastor Bernabé lleva cuatro años viviendo en un campamento para desplazados internos con su mujer y sus cinco hijos, obligados por la persecución violenta.
Dios no necesita ni ritos ni sacramentos ni ascetismo por tu parte. Ya te ha perdonado si te has arrepentido y confías en Él para tu salvación.
El continente no ha sido impactado por la fuerza transformadora del evangelio, y en esa culpa también participamos los evangélicos latinoamericanos.
Nuestra conciencia no es el estándar de nuestra santidad, es solamente un guía. Nuestro estándar de santidad es Cristo y solamente Cristo.
En el Nuevo Testamento existen cuatro epístolas escritas por el apóstol Pablo a los romanos, a los corintios y a los gálatas. Son conocidas como cartas de la cautividad.
El Evangelio de Cristo arroja una luz distinta, ofreciendo una comprensión más profunda del dolor, no como un fin en sí mismo, sino como una oportunidad para el crecimiento espiritual y la redención.
El inicio del curso escolar en Europa saca a la luz las diferencias entre los países que prohíben el móvil y los que optan por gestionar la tecnología dentro de clase. Dámaris García, una psicóloga que trabaja con jóvenes, explica su punto de vista.
La acción del envidioso es taimada y astuta, solapadamente maquinada, para acabar con aquel al que envidia.
La próxima Consulta Familia y Liderazgo, organizada por la Alianza Evangélica Española, abordará un tema de gran calado en dos sesiones online.
Es bueno que oremos por Israel, pero no tanto para que gane las guerras que los demás pueblos le hacen, sino para que dichas guerras no se produzcan y los propósitos de Dios se cumplan en el pueblo de Israel.
El país ha celebrado sus séptimos comicios desde el final de la guerra civil, inmerso en una compleja situación socioeconómica y con “desencanto y desesperanza” respecto a grandes cambios.
Nunca voy sola, es por ello que confío en que al final de mi recorrido encontraré un remanso de paz en el que reposar eternamente.
Somos al mismo tiempo abejas y moscas, moscabejas que reconocemos lo hermoso y también señalamos lo doloroso.
Es casi pecaminoso transformar el mensaje más increíble del mundo en algo aburrido, soporífero, carente de chispa, fuego, convertir la sencillez del Evangelio en algo intragable, lo profundo del mensaje en confusión y la “locura” del evangelio en algo domesticado.
Las estrellas tienen que nacer, producir elementos pesados y luego morir para que estos elementos puedan utilizarse para formar planetas, y luego tienen que pasar unos cuantos miles de millones de años antes de que la vida llegue hasta nosotros.
Tenemos que arder en el Espíritu Santo y ahí es cuando veremos al Hijo del Hombre en medio de nuestros fuegos y experimentar como las llamas no nos pueden quemar.
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