El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Vivimos gran parte de nuestra vida tratando de evitar el dolor para acabar dándonos cuenta que puede ser una bendición para nosotros.
Vive de acuerdo con las Escrituras, meditando en ellas a diario y obedeciéndolas recibirás bendición tras bendición.
La compañía local Blackpool Transport ha eliminado la promoción del evento de sus vehículos después de que grupos LGTB hayan presionado en redes sociales. “No he venido a predicar odio, estoy aquí para predicar de Jesús”, ha dicho Graham.
El himno es un eco de la certeza de salvación que tiene el que ha puesto su fe en el sacrificio de Jesús en la cruz.
No decimos que Dios sea nuestro bombero para emergencias. Él es nuestro Salvador, y también es el que llena los vacíos de lo que carecemos en nuestra vida.
Del sufrimiento propio sólo son plenamente conscientes el que lo padece y Dios.
El tema es un hermoso canto a la confianza en Dios en medio de las dificultades.
La fidelidad de Dios es real y se muestra aún en los momentos de desolación.
El himno expresa cómo la cercanía de Dios permite sobreponerse a las mayores desgracias porque El es realmente el que puede otorgar descanso y paz.
Nos protegemos con un caparazón de fe, pero aún existe una inquietud que tiende a llamar a la puerta.
El Padre conoce nuestras necesidades incluso mejor que nosotros mismos.
La eternidad no significa un tiempo inacabable, sino otra cosa distinta, difícil de definir por el entendimiento humano.
“Por las matemáticas y las ciencias particulares sé que es indiscutible que Dios tiene que existir, pero no me lo creo”, decía el pintor.
En el evento organizado por las iglesias evangélicas portuguesas y el evangelista Franklin Graham, más de 1.900 personas “han tomado una decisión por Cristo”.
Hoy se cumplen 23 años de la trágica muerte. El documental “Montage Of Heck” desmitificó su figura, mostrando su lado más íntimo y solitario.
Solo así entendemos como esos discípulos que estaban atemorizados cobraron fuerza, vigor y esperanza, porque comprendieron que la palabra era verdadera, que su resurrección era más que necesaria: era la esperanza frente a la vida y a la muerte.
Una cosa es creer en Dios, y otra muy distinta, creerle a Dios.
La tentación, la maldad, la hipocresía, la corrupción, la inseguridad, el temor pueden asediarnos, pero de ellos sólo nos librará Jesús.
Lo que se puede ver, tocar y tener ahora es lo que cuenta. Ese es el valor supremo de este mundo.
Hasta lo peor de nuestras vidas puede resultar beneficioso y útil si sabemos ver que El tiene todo en Sus manos.
Lo que se ve es solo temporal, mientras lo que no se ve es eterno.
Mientras se ve una crisis de fe en muchas de las iglesias del norte, Dios sigue obrando.
El mesías nació hace más de dos mil años y cuando se es consciente de lo que eso significa dan ganas de subirse a una altura y gritarlo a los cuatro vientos.
Algunos dirán que por qué tanta alegría en un mundo injusto, por qué tanto gozo en un mundo donde hay legión de empobrecidos, por qué tanto júbilo en una tierra despojada y ecológicamente maltratada. La razón es sencilla.
Recuerda que al final de la línea de meta, te está esperando para calmar todo tu cansancio y esfuerzo, el que recorrió el camino mucho antes que tú.
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