El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Lawson pastoreaba una iglesia en Dallas y era un conferenciante habitual en los círculos reformados en Estados Unidos.
Tenemos un miedo atroz a perder la autoridad con nuestros hijos, ¿no te parece?
Hay padres que crían a sus hijos a base de “mimitos” y sin ninguna disciplina.
Además de compartir burlador y malvado su actitud de soberbia, también participan de la dureza de corazón, que a fuerza de echar raíces se ha convertido en una naturaleza en ambos.
En un mundo habituado a la ley del mínimo esfuerzo y a la consecución de los antojos en el menor tiempo posible, a la disciplina se le considera rígida, exigente y hasta dictatorial.
Los creyentes ejemplares de siglos pasados eran auténticos campeones en el arte de meditar en la Palabra de Dios y sus grandes verdades.
Como cristianos no somos solamente llamados a leer la Biblia sino también a estudiarla. Y más que estudiarla: meditar en esas palabras y verdades eternas.
Un medio de gracia protestante bastante olvidado.
Los cristianos no siempre comprendemos y practicamos el amor de Dios. Vivir como Dios desea vivamos empieza por obedecer la autoridad de Jesucristo y la Palabra, dentro y fuera de las iglesias.
Hay aspectos de la rutina de Cristiano Ronaldo que de seguro le hubieran interesado mucho al Apóstol Pablo.
Aún miran al cielo, pero ya sin esperanza, porque recuerdan el sufrimiento de tal modo que huyen de los sembradores sin remordimientos que las condenaron.
Los expertos ven el cachete o el encierro como negativo; se promueve “quitar al niño lo que no se ha ganado” y “premiar sabiamente como incentivo antes que el castigo”.
Es precisamente cuando nos sentimos tensos por las exigencias de la vida que se hace más importante un tiempo de reenfoque espiritual.
El papa Francisco, con su golpe de timón, pone en entredicho la afirmación de que la Iglesia siempre ha enseñado lo mismo en temas morales.
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