El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Para Bruckberger, Magdalena era María de Betania, y también esta María era la misma de la que habla Lucas.
Los años han pasado y las profecías de las apariciones de la supuesta Virgen no se han cumplido.
María Luisa Luca de Tena y Brunet dedica un largo artículo biográfico a la primera persona que vio a Jesús resucitado: María de Magdala.
Todas las apariciones han sentido la misma maniática preocupación por quedar materializadas en imágenes.
“Mary Magdalene” se divide en tres actos. Los personajes principales son el tribuno romano Lucius Verus, el filósofo Annceus Silanus, Appius y Coelius.
La hostia es una invención de la Iglesia católica, es un producto de la mente humana, por lo que no puede, de ninguna manera, ser autorizada por Dios.
La Magdalena del autor danés Lars Muhl nada tiene que ver con la tierna figura femenina que aparece en los cuatro Evangelios inspirados.
Donde Dios no esté, allí está el infierno, sin más necesidad de demonios torturadores ni de ollas de aceite hirviendo.
Régis Burnet traspasa la frontera de lo ético y llega a la blasfemia. Juega con dos términos que pocas veces coinciden, proximidad y sexualidad. Si todas las personas que mantienen una relación de proximidad con otras derivaran en prácticas sexuales, la sociedad sería un caos.
La inmaculada concepción de la Virgen y el Purgatorio son otros dos de los dogmas antibíblicos expuestos en Fátima.
La Magdalena, muerta hace unos dos mil años, ¿dónde está? ¿En el cielo? En todo caso, en espíritu. Un espíritu, ¿puede alargar la mano a un ser mortal y entregarle “unos rollos pergaminos”?
Las supuestas apariciones de la Virgen a tres niños en Fátima plantea interrogantes que aún no han sido resueltos.
Las invenciones e imaginaciones hasta resplandor tienen, sin ser soles ni estrellas. La imaginación de un escritor tiene el don de persuadir al lector de que lo que lee es ciencia pura, sin atender a los gritos contrarios de la razón.
Quienes dicen desde afuera que no hay libertad religiosa en Cuba deben viajar a la isla y comprobarlo por ellos mismos.
Venezuela está viviendo hoy una de las peores crisis política y económica de toda su historia.
Estoy firmemente convencido de que en la novela de Ki Longfellow se está cumpliendo la profecía del apóstol Pablo: “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2ª Timoteo 4:3-4).
Acabo de regresar a Madrid después de un largo viaje: Colombia, Venezuela y Cuba.
“Desterremos de nosotros toda sospecha”, gritaba Séneca. La sospecha envanece, escribía años después el apóstol Pablo. ¿Se puede atribuir a la sospecha naturaleza de verdad? La autora del libro admite que su hipótesis es pura sospecha, pero lectores ávidos de sensaciones nuevas digieren estos cuentos sin más.
Entre Dan Brown con su “Código Da Vinci” y Juan Arias con su “María Magdalena” transcurren dos años, pero el cura apóstata da la razón al novelista inventor de fábulas.
Así es la novela. Todo lo aguanta. Con todo carga, por muy disparatado que sea. Ninguna pretensión de originalidad. La suma de artificio vano, falso, inconsistente.
El tener que ganarse la vida con la literatura perturba la serenidad y a la mentira no se le da importancia. Se la considera parte del oficio. La pluma –decía Byron- ese poderoso instrumento de los hombres insignificantes.
Tom Wolfe: “No, no soy creyente, y creo que la teoría de la evolución es un cuento bien intencionado”.
A un investigador como lo presenta el libro se le exige rigurosidad, documentación, como menos. Nada de esto aporta el autor. Y el lector, por lo general, no está en disposición de averiguar sus insinuaciones.
Señor director: No encontraremos los confines del amor si no recorremos los caminos del alma.
Cuando surge un tema que capta al público, los editores se vuelcan en la producción de obras que especulen sobre el mismo entramado. Es su negocio. Y hay un empecinamiento literario en casar a Jesús con María Magdalena.
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