El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Para Cervantes, todo cuanto la Biblia dice es verdad, y en esa verdad descansaba su fe y su conciencia religiosa.
Si bien nació en el seno de una familia católica, en casi toda su obra se desentiende del tema religioso.
A veces, la necedad y el egoísmo hace que nos sintamos satisfechos ante la acumulación maldita.
La imaginación de Cervantes transforma a un aldeano hidalgo, Alonso Quijano, en Don Quijote, hombre que del mucho leer libros de caballería se declara a sí mismo caballero andante.
El prolífico autor evangélico ha actualizado su catálogo con nueve obras a disposición de quienes las soliciten.
Como le ocurría a Rubén Darío, a Miguel de Unamuno, a Juan Ramón Jiménez y a tantos otros grandes pensadores, a Huidobro le obsesionaba el tema de la muerte.
La espiritualidad cristiana se podría definir así: estar aferrados a Dios, al Padre con una de nuestras manos, con nuestro corazón y también estar aferrados en compromiso con el prójimo.
Escobar estudió Letras en Lima, donde también conoció a Lilly, su esposa. Uno de sus maestros será el misionero Juan A. Mackay, que había sido alumno de Unamuno en Salamanca.
Jamás he hallado a un escritor tan contradictorio como Vargas Llosa cuando se enfrentan al tema religioso.
La práctica del ritual nos puede convertir en cumplidores religiosos, pero el encuentro con Dios, auténtico objeto de la fe, es el que va a cambiar nuestras relaciones con el prójimo.
Con la mala fama que tiene Calvino, ya es chocante que les ponga su lectura como ejemplo de sentido común y concordia, pero es así.
Concluyo la presentación de 41 líderes evangélicos que nos precedieron hablando sobre Gabino Fernández, Federico Fliedner, Félix Moreno, Ramón Taibo, Juan Gili.
En 1950 Onetti publica una de sus novelas más conocidas: La vida breve. En ella se refleja una serie de problemas existenciales.
No puede haber auténtica evangelización de espaldas al dolor del prójimo y sin mancharnos las manos en acciones concretas.
En este artículo escribo sobre Emilio Martínez, William Barber.
Mucha de la literatura del autor mexicano tiene un trasfondo netamente religioso; este hecho hay que tenerlo en cuenta para comprender su prosa.
¡Cuánto se necesita en el mundo de cristianos impregnados de los valores bíblicos, de los valores del Reino!
Hoy recordamos a Samuel Vila, Bernardo Sánchez, Antonio Martínez y Joaquín Serra.
Respecto a Dios, el ateísmo de Vargas Vila se evidencia en términos absolutos.
El sentimiento religioso nos puede ayudar a entender algo del sentido de la vida o de la muerte, quizás también el sentido de la enfermedad o del dolor.
Hoy recordaremos a José Grau y a Luis Ruiz Poveda.
Puede que abandonara el catolicismo, pero a lo largo de su vida no abandonó a Dios ni el hecho religioso.
¿Sabemos bien lo que implica el concepto de projimidad, el amor al prójimo que debe estar en relación de semejanza con el propio amor a Dios?
En este artículo escribo sobre Francisco Palomares, Antonio Vallespinosa, José Alhama, Pedro Sala.
Yo encuadraría a Cortázar en un racionalismo agnóstico o en un agnosticismo racionalista.
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