El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La vida ya no se disfruta sino que se vive con estrés, no hay tiempo para parar, ni siquiera para ver el camino que hemos recorrido ni los objetivos que hemos alcanzado.
El hombre de las estrellas aguarda el momento para salvar distancias, para hacerse presente en cada uno de nuestros temores.
Para mí, lo que está absolutamente claro es que Dios es Grandioso, que habita en los cielos y en la Tierra porque todo es suyo.
Bowie se inclinó hacia un modo muy terrenal y teatral, grotowskiano y despojado del recurso de la máscara, casi diríamos primitivo, de entender y mostrarnos su periplo emocional y metafísico.
Si tuviéramos que quedarnos con una palabra capaz de resumir el genio creativo de Bowie, y su relación con lo eterno, una de las principales sería sin duda “búsqueda”.
Jordi Torrents y Daniel Jándula explican el fenómeno alrededor de un artista diferente y su relación con la espiritualidad. Su último disco, “con la muerte como tema central” es “puro epitafio musical”.
De Bowie pocas cosas pueden señalarse como absolutas. El presente artículo consiste en un acercamiento al periplo espiritual del artista, a través de algunas de sus canciones.
Una cosa son las creencias o las cosas que decimos en algún momento de nuestra vida, y otra muy diferente es encontrarse cara a cara con la muerte. Eso lo cambia todo.
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