El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Todas esas personas que se cruzan en nuestra vida, son el jardín de Jesús. Nosotros somos los jardineros: Uno siembra... Otro riega.
El banquete final con que acaba cada historia de Astérix muestra el anhelo de la humanidad por un final feliz.
Un joven cristiano ha conseguido que me dejaran entrar en su escuela de cómics. He podido testificar a toda su clase a pesar de que su profesor no se sentía muy a gusto oyendo hablar de Dios con tanta libertad.
Dos cánticos más tarde, veo salir al tipo por la puerta de atrás, seguido por el pastor dos coros después. Ya no aguanto más, tengo que ir a ver lo que está pasando…
Lo que más me gusta de estos macroencuentros, es estar entre bastidores, lejos del escenario. Con gran alegría, puedo constatar que la sinceridad de los participantes es la misma aquí que en el escenario.
El dibujante suizo Alain Auderset cuenta cómo su video de animación “Willy Grunch” se hizo viral en Facebook. Su nuevo proyecto es un “libro sin palabras” para compartir el evangelio.
Algunos días más tarde, estoy preguntándome como arreglármelas con esas cosechas múltiples e inminentes, cuando uno de mis amigos y consejeros se planta en el taller.
El camino está tan limpio que se diría que acaba de ser dibujado para un libro de cuentos y leyendas de niños. Una delegación encorbatada me espera a la entrada y me acoge cual equipo técnico de un piloto de fórmula uno.
Porque si yo tampoco entiendo nada de lo que me sucede, al menos sé que Dios seguramente no está lejos.
Casi me olvido de las realidades que me rodean durante las semanas que dura esta etapa de la creación, mi corazón no late más que para esta tarea.
En Suiza, en cuanto desembarco del avión, me doy cuenta de algunos detalles que no me habían chocado antes.
“¡Este cántico ha sido escrito por uno de los nuestros, el Sadhou Sundar Singh! Es un modelo grabado en cada uno de nuestros corazones!” – me dicen
El tiempo de calidad con Jesús no tiene precio y está al alcance de todos…
Cuanto más tiempo (de calidad) pases cada día con él (no solo :“Yo oro cuando conduce mi mujer” o “mientras que me lavo los dientes”)… más crecerás… y más plátanos tendrás en tu vida (¡¡y qué ricos son los plátanos!!)
"Hubiera deseado, como hacen los otros papás, darte un montón de regalos en tus cumpleaños (un coche, un castillo, vacaciones en cohete…), pero ya ves, has tenido una vida bohemia con padres artistas…" Un relato e ilustración de Alain Auderset.
Ha regresado a su país; en este momento allí hay revueltas; los soldados disparan balas reales por las calles… Hace poco le ha escrito a mi hijo: "Dile a tu padre que ore por mí… y que, cuando vuelva a Suiza, me gustaría saber más acerca de su Dios…"
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