El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Mi Dios no es deudor de nadie.
Dios tiene unos planes mucho más altos y mejores para nosotros.
Dios es especialista en enderezar planes que se han torcido.
La amargura o la falta de perdón dice la Escritura que nos estorban, que nos ahogan, y que son un impedimento para poder crecer.
Si nos dejamos tomar y moldear por el alfarero divino, podemos ver todos esos recuerdos con un prisma nuevo, fresco, y diferente.
Ella me preguntó en un momento de la conversación, ¿qué te gustaría ser de mayor? Y yo le respondí al momento.. ¡Artista! ¡Yo quiero se artista!...
El verdadero adorador simplemente mira a su Señor, le importa demasiado poco lo que hay a su alrededor.
Todos estamos lisiados de algún modo, y eso es consecuencia directa el pecado del hombre.
No hay nada que toque más mi corazón en medio de toda esta escena que la primera persona que vio a Jesús resucitado, María Magdalena.
Yo quiero recordar la semana de la Pasión; pero sabiendo que esa cruz en la que mi Jesús dio Su vida por mi, está vacía ¡Mi Cristo vive!.
Lo que yo quiero no es trastocar, es trastornar al mundo con ese maravilloso mensaje, algo muy diferente.
Mira, mira y vuelve a mirar a la bendita Cruz, porque ante tal maravilla, todo lo demás carecerá de valor.
A veces nos tenemos que ver solos en nuestro caminar por la vida, si queremos permanecer firmes y leales a los mandatos de Dios.
¿En dónde, de qué modo, y a quienes llevamos el mensaje del Evangelio?
Nada puede sustituir a una caricia, a un beso, a un me acuerdo de ti, un cruce de miradas lleno de amor sincero.
Si el Señor te llamara esta misma noche ¿tendrías la certeza de adonde irías? ¿Tienes dudas?
“Se puede engañar a alguien durante toda la vida, se puede engañar a algunos durante un tiempo; pero no se puede engañar a todos siempre.”
Ana se postró enteramente ante el Dios de su vida, y sin dejar de llorar y de hablar en silencio, hizo su petición.
Cualquiera de estas tres cosas pueden destruir a personas buenas y que aman al Señor.
El orgullo puede subyacer, hasta salir con sutileza, además de una fuerza brutal, en cualquier tipo de persona.
“Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos”. Prov. 16: 24.
Cuando queremos servir al Señor, en la mayoría de las ocasiones van a sobrar todas las sedas y terciopelos, bastará con lo que Dios ponga en nuestras manos
Hace poco tiempo leí una historia que conmovió profundamente mi corazón.
Hoy comenzamos un año lleno de interrogantes, pero para todo aquel que pone toda su vida en las manos de Dios, hay paz, calma, esperanza.
Las más de las veces, ni el amor de pareja, ni las amistades más profundas permanecen para siempre.
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